In fraganti

El ‘Mercedes’ del Cónsul-espía nazi sevillano o el gafe con 4 ruedas

La sabiduría popular asocia al Mercedes como el auto que compran los toreros tras sus primeros triunfos, los nuevos ricos con sus millones contantes y sonantes o profesionales de éxito. Así visibilizan su poderío, el nuevo estatus ligado a la fortuna. Para Gustav Draëger, ambicioso alemán que recaló en la Sevilla de 1920 y ferviente nazi, un Mercedes fue parte de su identidad. Y de sus desgracias......

Juan-Carlos Arias jcdetective /
25 dic 2021 / 04:23 h - Actualizado: 25 dic 2021 / 08:00 h.
"In fraganti"
  • Fotos Andalucía Viva.
    Fotos Andalucía Viva.

Este prusiano se naturalizó con una Sevilla que, durante la Expo Iberoamericana del 1929, resucitó el dinamismo heredado de la antigua capital de Indias. Logró ser ejecutivo en Bakumar SA (Baquera, Küsche y Martín SA) y Cónsul de su país entre 1934-1945, cuando Hitler inventó el IIIº Reich. Durante el verano de 1936 el General golpista Queipo de Llano se hizo Virrey hispalense, esparció arengas en las ondas y sembró de terror la ciudad. Draëger se hizo unos de sus íntimos colaboradores, según el Dr. Juan Ortiz Villalba, historiador que documentó esos nexos en la obra Del golpe militar a la guerra civil, Sevilla 1936’ (RD Editores, 2006).

El consulado alemán sevillano, enclavado -en la etapa nazi- en un palacete de la calle Fabiola (barrio de Santa Cruz), fue uno de los centros de poder hispalense. Fue clave para conducir la ayuda de Hitler a Franco. Desde allí se adelantó la llegada a Sevilla de la Legión Cóndor y tropas germanas en la guerra fratricida y IIª Mundial (IIGM).

Draëger registró una intensa vida social mientras estuvo en la pomada. Fue también el jefe del espionaje alemán en Andalucía, ubicuo diplomático mientas hacía negocios como ejecutivo de Bakumar. Su influyente presencia necesitó de una herramienta que maridara poderío y discreción. Le venía de perlas proyectar la ‘marca Alemania’ en una Sevilla devastada por el hambre, el pánico que implantó Queipo y una España vencedora sobre la legítima IIª República.

El 15 de julio 1939 Draëger adquiere una joya de la automoción. Todo un Mercedes 320 Cabriolet, de 78 cv. Estaba dotado de carrocería Phaeton de 4 plazas. Fabricado en 1938, Draëger lo compra a fábrica con un singular encargo. Lo quiere pintado con los colores del uniforme de las SA-Sturmabteilung. Había militado en esos grupos de asalto, ‘camisas pardas’, vinculados al NSDAP-Partido Nacional-Socialista. Las SA se integraron a posteriori en las temidas SS- Schützstaffel. Estas brigadas, organizadas militarmente, tuvieron conocidos empeños de vigilancia, policiales y de espionaje.

Con su flamante auto y chófer uniformado a Draëger se le recuerda entrando en el Hotel Inglaterra para reunirse con otros diplomáticos, viajando a la embajada alemana en Madrid, por las costas y puertos de Huelva y Cádiz o la conocida como Playa de los Alemanes (Zahara) para reunirse con superiores, espías, compatriotas y mandos del franquismo. También, aquel Mercedes apoyó operaciones de aprovisionamiento de submarinos y navíos germanos en los expresados puntos del litoral andaluz.

Los días de vino y rosas de Draëger se asocian a un cochazo que puede transformarse en descapotable. El curso de la IIGM, adverso a los nazis desde 1943, añadió un fiasco que protagonizó Draëger. Él fue quien validó la ingeniosa ‘Operación Carne Picada’Mincemeat Operation-. La concibió el espionaje británico desde el Almirantazgo bajo la batuta de Ewen Montagu. El operativo, minuciosamente tramado, hizo creer a los nazis ficticios planes de desembarco en los Balcanes de los Aliados, cuando en realidad se produjo en Sicilia. El Almirantazgo usó el cadáver de William Martin, un falso Comandante de los Royal Marines, que apareció flotando en la costa onubense.

El ‘Mercedes’ del Cónsul-espía nazi sevillano o el gafe con 4 ruedas

Adolf Clauss, agente de Draëger en Huelva, fue quien primero creyó que aquel ahogado en las costas del Portil ‘soltado’ antes del Seraph, sumergible de la Royal Navy, era el ‘mirlo blanco’ en su currículum de espía. Vaya, el caso de su vida. Aquel hallazgo contagió a Draëger el entusiasmo de Clauss, pero acabaron firmando un operativo propio de Mortadelo y Filemón. Cuales Torrentes germanos.

Los espías británicos y la alianza antinazi se frotaban las manos cuando los aliados desembarcaron en el sur italiano sin problema de ser replicados por el enemigo. El Mariscal Rommel, por orden del mismo Hitler movilizó las tropas del Afrika Korps hacia la península balcánica, adonde Martin dirigía los falsos y ‘secretos’ planes de las tropas angloparlantes.

La gloria y el cenizo

Antes de validar al falso Comandante de los Royal Marines, Draëger se paseaba por el sur español con su flamante Mercedes llamando la atención en los difíciles días de la posguerra. En octubre de 1941 no faltó a una cita. Fue en la estación ferroviaria Plaza de Armas. Recibió, tras bajarse de su auto, a Grupos de la Juventudes Hitlerianas (40 chicos y 32 chicas) que -días después- despidió en la misma estación en dirección a Málaga. Las crónicas del ABC del 22 de octubre en 1941 indican que además de un orgulloso y fervoroso Draëger cónsul y nazi-ex camisa parda, le acompañaban autoridades locales (Gobernador, Alcalde, Presidente de la Diputación, Jefe del Movimiento...) y jerarcas del Partido Nazi en Sevilla, los señores Ruch y Rall.

Al aeródromo de Tablada Draëger llegó con su Mercedes y chófer consular para pronunciar un discurso el 4 de agosto de 1942. Se conmemoraba el tercer aniversario de la muerte, por accidente de aviación, del Coronel Alexander von Scheele, primer voluntario alemán en España y Jefe de la Legión Cóndor durante la Guerra Civil (1936-1939). Estuvo presente su viuda. Draëger aquel día estaba muy emocionado porque había integrado la referida Legión.

A Draëger, pocos meses después, empezaron a perseguirle las deudas. A ello se sumaba cómo se removían los cimientos del IIIº Reich. Draëger se desprende de una casa en Punta Umbría (Huelva) y el palacete donde instaló el Consulado Alemán en el barrio de Santa Cruz. Años después malvende el resto de su patrimonio inmobiliario y rústico (finca en Sanlúcar la Mayor -se refugiaron nazis tras su derrota de IIGM- y otras propiedades) hasta que en Bakumar lo despidieron pocos meses antes de desaparecer.

El Mercedes, para hacer caja, se lo ‘coloca’ Draëger a un colega en los negocios y amigo a finales del 1943. El nuevo propietario del auto fue Filomeno de Aspe González, con domicilio en calle Tabladilla de Sevilla, según registró en ficha del Museo de la Automoción de Salamanca, su penúltimo propietario. De Aspe era un empresario de éxito. Regentaba una naviera y consignataria de buques que sobrevivió, décadas después de su muerte, gracias a la tenacidad de su viuda, Doña Maria Martínez Muñoz. Don Filomeno falleció el abril de 1950 a los 66 años, por culpa de una arterioesclerosis. Expiró en su último domicilio, una casa de calle Teodosio. Su certificado de defunción indica que ‘se ignora si tiene otorgado testamento’, según certifica el Registro Civil de Sevilla.

Los herederos, viuda y sus cinco hijos, del consignatario no sabían qué hacer con el Mercedes. La tristeza por la desaparición del patriarca familiar no invitaba a lucirlo por las calles de Sevilla. Además, acarreaba un cenizo por la ruina que sufrió anterior propietario. Finalmente, el 13 de septiembre de 1955, el auto que estrenó el cónsul-espía lo adquiere un terrateniente, Francisco F. Tejada. Lo reubica en su cortijo ‘Casa del Conde’. No dura mucho el Mercedes en manos de un Señorito que se paseaba, con sombrero de ala ancha, proyectando su poderío con el Mercedes en modo descapotable.

El ganadero y el coleccionista

El quiero y no puedo del que presume de lo que no tiene fue el Mercedes en manos del potentado. El 18 de abril de 1957 lo revende Tejada al ganadero salmantino Juan Muriel Sánchez. Lo compró con la fortuna que obtuvo al dividirse y vender su parte de reses con las divisas Santa Coloma y Albaserrada. Lo heredó de su padre, Vicente Muriel Martín. El salmantino revendió el Mercedes cuando su tren de vida, financiado con dinero heredado, se agotó. Entre toros, cabestros y encinares aquel coche sobraba. Muriel se acabó cansando de mantener un Mercedes que se averiaba y tardaban en repararlo y le dejó tirado en páramos castellanos. El cenizo le perseguía.

El ‘Mercedes’ del Cónsul-espía nazi sevillano o el gafe con 4 ruedas

Entonces, un coleccionista que sabía lo que compraba apostó fuerte por una joya de la automoción. Demetrio Gómez Planche incorporó, meses antes de morir Franco en 1975, el Mercedes a la Fundación que dota el Museo de la Automoción de Salamanca y que lleva su nombre. El mimo y tenacidad de Gómez Planche hicieron que el Mercedes pudiera ser admirado por los miles de visitantes del Museo charro. En vida Gómez Planche fue declarado Hijo Predilecto de Salamanca por instalar uno de los mejores Museos europeos de autos y motocicletas.

Sus herederos, tras morir el coleccionista en 2017, decidieron que el Mercedes del Cónsul Draëger no abandonara ni Salamanca, ni el Museo donde llevaba años impoluto escondiendo secretos, pasajeros, incidencias y malfarios hasta hoy inéditos. Fuentes del Museo indicaron a ELCORREOWEB que coleccionistas de todo el mundo plantearon ofertas mareantes sobre un vehículo del que hay pocos ejemplares casi intactos como el que estrenó Draëger. Algunas ofertas procedían de los Estados Unidos y otras, menos jugosas, de países centroeuropeos. La tentación de venderlo al mejor postor no exportó el Mercedes del probable gafe.

Finalmente, el Ayuntamiento de Salamanca fue quien adquirió, por precio algo más que simbólico, un tesoro de cuatro ruedas por el que suspiran los más acreditados expertos y coleccionistas. El malfario del Mercedes que paseó sus primeros tiempos de circulación a Draëger en sus días de gloria se ubicó definitivamente en la capital charra donde impartieron magisterio Fray Luis de León y Miguel de Unamuno.

La historia del Mercedes que compró un pretencioso prusiano afincado en Sevilla para lucirlo en difíciles días de posguerra se parece a la del Little Bastard, el coche maldito que mató a James Dean en una carrera en la que tuvo varios accidentes. La vida de Draëger sumó nazismo y antisemitismo militante, gloria y poderío, fiasco como espía, ruina como empresario y muerte prematura. Sus restos reposan, ironías de la historia, junto a comunistas y judíos en el cementerio de Sevilla, en la zona de no católicos. Cuántas ironías y gafes conocieron el volante y asientos del auto. El Mercedes da respeto. Intuimos la historia que arrastra, aunque valga más de un millón de euros en un mercado donde se lo quitan de las manos a su tenedor. El gafe pone el resto de la historia.