Elecciones EEUU 2024

Retorno a Butler: de escenario de atentado a templo de Trump

A este pequeña localidad del noroeste de Pensilvania llegan decenas de miles de devotos para un mitin que es mucho más que un acto de campaña

Lugar donde tendrá lugar el mitin de Trump, en Butler, donde recibió un disparo en la oreja.

Lugar donde tendrá lugar el mitin de Trump, en Butler, donde recibió un disparo en la oreja. / Idoya Noain

Idoya Noain

Idoya Noain

Maureen no solía hablar mucho en público de sus opiniones políticas porque, dice, “cuando lo había hecho no me habían tratado demasiado bien”. El 13 de julio todo cambió para ella. Aquel día, en Butler, la localidad de poco más de 13.000 habitantes del noroeste de Pensilvania donde ella vive, Donald Trump fue víctima de un intento de asesinato en un mitin. Y Maureen desempolvó banderas que tenía guardadas, se fue a comprar más y colgó todas en el exterior de su casa. 

Se fue también a por carteles de Trump con los que ha regado todo su jardín frontal, algo habitual en este condado rural que el republicano ganó en 2016 y 2020 con el 66% de los votos. “Pensé: no voy a tener miedo”, recuerda Maureen. “Trump mostró valor y valentía y fuerza y sus seguidores tenemos que hacer lo mismo. Lo que pasó me encendió”.

Ella, una mujer de mediana edad, habla sentada en su coche aparcado en Buttercup Road, a las puertas del Butler Farm Show, el lugar donde se produjo el atentado y adonde este sábado vuelve Trump con un mitin extraordinario y que se anticipa multitudinario, con entre 15.000 y 60.000 asistentes según los cálculos del servicio secreto, hasta 100.000 según la campaña. 

Los organizadores llevan ya ocho días preparando todo en este espacio al aire libre entre campos, pequeñas ciudades y pueblitos e idílicas carreteras sobre el que ya ondea una bandera de barras y estrellas de tamaño descomunal colgada de dos grúas sobre los campos.

Aunque el viernes por la tarde el acceso estaba restringido, uno de los integrantes de los equipos de seguridad privada contratados por la campaña para reforzar el trabajo del servicio secreto y de las agencias del orden locales explica que se han construido un anfiteatro y gradas, se han instalado numerosas pantallas gigantes, se han traído cuatro trailers con agua y han llegado camiones de comida.

Más que un acto de campaña

Justo a un mes de las elecciones en las que Trump y Kamala Harris se baten en un duelo tremendamente ajustado el retorno a Butler es un acto de campaña, otro más de esos en los que el republicano busca reforzar sus resultados en feudos como este para equilibrar los votos de la demócrata en ciudades como la cercana Pittsburgh o Filadelfia, tratando de asegurarse los 19 votos de Pensilvania en el colegio electoral. Es mucho más.

Volver a Butler, un enclave que hasta julio era sobre todo famoso como lugar de nacimiento del Jeep, es una muestra de poderío, un espectáculo, un festival MAGA. Y el mitin se plantea como una auténtica ceremonia donde, aunque se va a homenajear a Corey Comperatore, el bombero que el 13 de julio murió por las balas de Thomas Matthew Crooks, y a los otros dos heridos, y aunque va a haber apóstoles del republicano, como su candidato a vicepresidente JD Vance o su gran aliado Elon Musk, en realidad solo hay un ídolo: Donald Trump.

A él, que luego sufrió otro intento de asesinato fallido, es a quien vienen a adorar a este templo al aire libre peregrinos llegados de todo el país como John, que ha viajado desde Arizona y, como Maureen, hacía noche en su coche en las puertas del recinto. Y entre los devotos estaba también Christopher Yost, un joven negro de 24 años, que buscaba “un asiento de primera fila en un acontecimiento histórico” y solo tenía una lectura para el retorno de Trump a Butler: “Esto demuestra que no se rinde. No importa lo que lancen contra él. Siempre sigue en pie y promete luchar por el país y por lo que está bien. Y eso es básicamente una insignia de valor”.

Ellos entonaban el credo que se repite en cada conversación y se ve por doquier en banderas o camisetas, el “¡luchad, luchad, luchad!” que aquel 13 de julio Trump gritó con el puño en alto y la cara ensangrentada por una herida en la oreja. Pero en algunas de las pintadas en la carretera que repetían el nuevo mantra del trumpismo alguien ha tachado las letras blancas con tinta roja, la misma con que ha deletreado otro mensaje: “Love” (amad).

Hasta en eso hay señales de la polarización que domina EEUU y que también se ha dejado sentir en Butler desde el atentado. Y es algo que comentan algunos vecinos y que transpira en decisiones como la de la Sociedad Histórica del condado, que tras el 13 de julio empezó a recoger declaraciones de residentes sobre lo sucedido pero ha decidido no permitir que se puedan leer hasta dentro de 75 años. El miedo es que, si se hacen públicas, algunos podrán ser acosados por sus opiniones.

Se escuchan igualmente en Butler dos visiones de EEUU donde se entrecruzan mensajes de amenazas a la democracia, en el caso de los seguidores de Trump las que representan un país supuestamente invadido por inmigrantes y donde las elecciones, en su teoría, no son justas. Y aunque Trump al anunciar el mitin de este sábado prometió una “visión unificada del futuro de EEUU”, está por ver no ya que pueda conseguirlo, sino siquiera que vaya a mantener ese mensaje. 

La duda no es gratuita. En su discurso en la convención de Milwaukee, con el aparatoso vendaje en la oreja que lució durante los cuatro días de cónclave, prometió que hablaría solo esa vez de lo que ocurrió en Butler porque, dijo, recordarlo era “demasiado doloroso”. Desde entonces lo ha hecho en más de 30 ocasiones. Nadie duda de que este sábado lo volverá a hacer. Por algo, para algo, ha regresado.