La imagen de Nuestra Señora de las Penas, titular mariana de la Hermandad de Santa Marta, ha regresado a su Parroquia de San Andrés tras la intervención realizada sobre la efigie de Sebastián Santos por parte del conservador Pedro Manzano, tal y como fue aprobado por el cabildo general de hermanos celebrado de manera extraordinaria el pasado martes 27 de septiembre. De hecho, la dolorosa fue retirada del culto dos días después de este cabildo, pues los plazos para estas labores no superarían las tres semanas, aunque al final ha sido casi un mes, si bien el objetivo era que para este próximo viernes 28 de octubre ya estuviese de vuelta de cara a la inauguración del Año Jubilar concedido a esta hermandad por su septuagésimo quinto aniversario fundacional, con la apertura de la puerta santa.
Las tareas de conservación sobre la dolorosa del Lunes Santo se han llevado a cabo a raiz de algunas alteraciones pictóricas detectadas sobre la talla, que data de 1958. Manzano manifestó en el citado cabildo, en el que estuvo presente sólo en el momento de la exposición de su informe, que se iba a tratar de “una intervención conservativa de importancia menor”, de modo que estas tareas han consistido en una limpieza de la efigie en determinadas zonas y el restablecimiento de pequeños puntos afectados por el uso de alfileres a la hora de revestirla, lo que generó desprendimientos de policromía. Además, se ha aprovechado esta intervención para sustituir las articulaciones de las manos por otras más versátiles y que otorguen una mayor facilidad de uso.
Cabe recordar que ha sido la segunda ocasión en la que Manzano ha intervenido a Nuestra Señora de las Penas, pues ya lo hizo anteriormente entre diciembre de 2003 y febrero de 2004, siendo la causa de aquella actuación la existencia de unas fisuras en algunos ensambles de la imagen, además de ataques de xilófagos en la base del candelero, el cual fue sustituido por uno nuevo de madera de cedro, reemplazando también el sistema de articulación de los brazos. Así mismo, esta dolorosa presentaba entonces también, como hasta esta última actuación de Manzano, algunas pérdidas de policromía por la acción de alfileres al vestirla, así como suciedad general en la encarnadura producida por el humo de las velas y el polvo acumulado.