Cofradías

Villaviciosa: de Portugal a Córdoba hasta llegar a Sevilla

Historia de la advocación de la dolorosa del Santo Entierro

Juanma Labrador jmlabradorj /
05 jul 2022 / 12:31 h - Actualizado: 05 jul 2022 / 12:59 h.
"Cofradías","San Gonzalo","Santa Cruz","El Santo Entierro","Costaleros"
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Fue en Vila Viçosa, en el Alentejo portugués. Allí, en la segunda mitad del siglo XIV, unos trabajadores dedicados a replobar los viñedos del entorno descubrieron una caja no muy grande de plomo que podría llevar enterrada en este lugar desde tiempos remotos, y en su interior cobijaba una imagen de la Santísima Virgen, a la que se le daría culto inicialmente en la iglesia del pueblo y, posteriormente, en un pequeño santuario edificado en el sitio de su hallazgo.

Villaviciosa: de Portugal a Córdoba hasta llegar a Sevilla


Gozó de una esplendorosa y afamada devoción aquella Virgen a la que advocaron como Villaviciosa, en referencia al punto geográfico de su descubrimiento, sin embargo, pasados los años comenzó a apagarse su fervor, algo que era totalmente incomprensible para un vaquero castellano que se llamaba Hernando, quien por su cuenta y riesgo se llevó en su zurrón la bendita imagen mariana para llevársela a Córdoba en el siglo XV. Al pasar por la sierra de las Gamonosas, este hombre erigió un altar para la Señora en la en la concavidad del tronco de un alcornoque, donde pasados los decenios se construyó un santuario y, en torno a éste, nació un pueblo como es, naturalmente, Villaviciosa de Córdoba.

Villaviciosa: de Portugal a Córdoba hasta llegar a Sevilla


Sin embargo, ante de que ocurriera esto último, los portugueses no se quedaron de brazos cruzados, pues buscaron a la Virgen para devolverla a su lugar de origen, hasta que lograron dar con Hernando, al que apresaron para llevárselo de nuevo a Vila Viçosa para condenarlo a pena de muerte en la horca. El vaquero se encomendó incesantemente a la Virgen, y llegado el día de la ejecución, el calabozo donde fue encerrado estaba vacío, y tanto Hernando como la imagen reaparecen en la sierra cordobesa. Y otra vez lo buscaron, lo detuvieron, tomaron la imagen... y para nada, porque la Virgen ponía su mano y burlaban a aquella justicia, por lo que se entendió que Ella quería quedarse en Córdoba y no consentía que al vaquero le ocurriese nada. A partir de ahí será cuando se levante el templo y surja el pueblo a su alrededor.

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La devoción a la Virgen de Villaviciosa seguirá yendo en aumento, hasta el punto de que los cabildos catedralicio y municipal de Córdoba capital compartirán su patronato, lo que generará que la imagen fuese traída y devuelta hasta en veintidós ocasiones desde la localidad a la que da nombre hasta la propia ciudad y viceversa, hasta que en 1698 es entronizada definitivamente en la catedral cordobesa, venerándose en el pueblo una copia desde 1763, la cual acabó siendo coronada canónicamente en 1988.

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En la propia capital cordobesa, por cierto, se halla la más antigua hermandad de Villaviciosa, fundada en la Parroquia de San Lorenzo Mártir, donde permanece, antes de 1479. Esta corporación de gloria realiza sus cultos principales y su salida procesional cada mes de septiembre. Curiosamente, la del pueblo a la que la Virgen da nombre es una hermandad recientísima, erigida justo el año anterior a la coronación, en 1987.

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Finalmente, en toda esta historia hallamos los claros antecedentes que permiten explicar el origen de esta devoción mariana en Sevilla. Durante el siglo XVI, unos genoveses llegaron a Sevilla trayendo su amor a la Virgen de Villaviciosa, y fundaron una cofradía de luz en torno a 1582 en el Hospital del Espíritu Santo, que se ubicaba en la calle Colchero, nuestra actual calle Tetuán. Y entre aquellos genoveses estaba el alfarero Tomás Pessaro, quien se afincó, curiosamente, en la Puerta Real, muy cerca de la Hermandad del Santo Entierro, residente entonces en San Laureano. Pocos años después, en 1587, el cardenal Rodrigo de Castro ordenó la supresión de la mayoría de los hospitales gremiales, medida que afectó al del Espíritu Santo, por lo que la corporación pasó al Oratorio de Colón, donde radicaba el Santo Entierro, y hacia 1593 aparecerán unificadas en una hermandad penitencial, habiendo sido Pessaro uno de los promotores de esta fusión.

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La Virgen pasaría a ser una dolorosa de vestir obra del imaginero Antonio Cardoso de Quirós en 1693. De hecho, el escultor ingresó como hermano el 26 de marzo de dicho año sin pagar cuota de entrada, ya que ofreció como limosna las manos de la imagen. En unos primeros tiempos, la Virgen de Villaviciosa figuraba en la estación de penitencia al pie de la Santa Cruz con San Juan y la Magdalena, mientras que los santos varones acompañaban a la urna, siendo el Triunfo de la Santa Cruz, esto es, la popularmente conocida Canina, la que cerraba la comitiva. Y desde entonces, el Santo Entierro hizo suyo como lema la frase «Ubi est dolor sicut dolor meus», que significa «Dónde se ha visto dolor tan grande como mi dolor».

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La hermandad celebra hoy esta misa solemne como un vestigio de sus años residiendo en San Laureano, puesto que el 4 de julio es cuando tiene lugar la onomástica de este santo, y un día después es cuando la corporación del Sábado Santo consagra esta misa solemne en honor a su dolorosa, que en esta ocasión, por cierto, luce el manto de la coronación canónica de Nuestra Señora de la Salud de la Hermandad de San Gonzalo, obra bordada por Luis Miguel Garduño Lara bajo diseño de Francisco Javier Sánchez de los Reyes, y que fue donada por la cuadrilla de costaleros de la corporación del trianero Barrio León. La eucaristía, que comenzará a las 20:30 horas, será presidida por monseñor José Ángel Saiz Meneses, arzobispo de Sevilla.