En esta poética novela de la escritora aragonesa conocida por su ensayo «El infinito en un junco» se juega con bellas palabras no sólo a reinterpretar la historia que contó Virgilio en la epopeya «La Eneida», sino también a convertir el texto en un singular poema épico, probablemente reconvertido a su vez en lírico y por momentos preciosista.
La historia empieza con un naufragio, el de Eneas (protagonista original) que al parecer renuncia a los cantos de sirena de su amor con Helena, para tratar de encontrarse con Elisa (que en muchos momentos hace la guerra por su cuenta) y con el apoyo de una de sus hijas Ana, tratar de alcanzar la zona de tierra más cercana, que será la de Cartago. Si bien según parece ser, en el original Eneas parte a Roma donde presencia la llegada de guerreros dentro de un caballo de madera y contempla a Rómulo y Remo junto a aquella loba, aquí Vallejo parece partir de una historia anterior por la que Eneas es un héroe cansado que empieza a merecer algún rédito a mucha desventura anterior. Elisa, su compañera, hace lo propio por sobrevivir y están unidos por un destino donde las mismas flechas que los romanos disparaban sobre ese caballo de madera construido exprofeso para la guerra llegan a Cartago, a pesar de que no decidan emprender viaje.