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Actualizado: 14 mar 2016 / 12:30 h.
  • Edwin Landseer, Scene from A Midsummer Night’s Dream. Titania and Bottom (1848). / El Correo
    Edwin Landseer, Scene from A Midsummer Night’s Dream. Titania and Bottom (1848). / El Correo

Muchos de los matices y la sonoridad del lenguaje, se pierden con la traducción, y sin embargo, como sucede casi siempre con las obras grandes, a pesar de esa disminución, continúa atrapándonos con una fuerza poderosa.

Porque William Shakespeare trabajó sobre lo literario, lo épico, lo lírico y lo poético unificando todo con una dramaturgia que funciona como el mecanismo de un reloj y que desafía al tiempo.

Teatro dentro del teatro, porque las vicisitudes de unos cómicos errantes, dan lugar a un juego de equívocos en el que las hadas y los duendes, justifican las acciones locas de los humanos, el amor, el desamor y sus arbitrariedades.

Al final todo queda en nada, es solo el sueño de una noche de verano cargada de presagios y saturada del perfume de los bosques.

Todo en el texto es una sucesión de hermosas metáforas que nos transportan a un mundo simbólico y hermoso, pero también terrible.

La compañía ha de actuar para un gran señor que también somos nosotros, esa función comienza cuando debería terminar y censura en clave de comedia el amor desdichado que afecta por igual al mundo de los hombres y de las mujeres, de los duendes y de las hadas. En lo real y en lo soñado, pues todo lo puede y todo lo iguala. Se construye como un juego de simetrías y duplicidades, a semejanza de una instalación de espejos, que reflejando la realidad, la transformaran.

A Midsummer Night´s Dream es una obra única para interpretar el teatro moderno, por supuesto, pero también la literatura universal. Bebe en los ciclos artúricos, en Apuleyo y en Plutarco. Asombra pensar que cuando fue escrita, el siglo XVI no había terminado. Su magia se prolonga con fuerza en la pintura, en la música y en el cine, hasta hoy, merced a los artistas que se contagiaron de su sencilla complejidad: Mendelssohn, Britten, Bergman y Allen entre otros.

Algunos de sus personajes dan nombre para siempre a las lunas de Urano.

No es texto que soporte bien la lectura –salvo para los acostumbrados a leer teatro- y reclama las voces y la interpretación de unos buenos actores. Alterna la prosa y el verso rimado.

Su construcción teatral es un artificio grandioso.

Calificación: Obra maestra.

Tipo de lector: Aficionados al teatro.

Tipo de lectura: Exige concentración.

Argumento: Bien tramado y exuberante.

Personajes: Mágicos

¿Dónde puede leerse?: En una cálida noche de verano.