¿Sabía usted que la Hiniesta fue la primera Dolorosa sevillana en ser vestida de hebrea? ¿O que el Señor de la Salud, de la hermandad de la Candelaria, procesionó con faroles eléctricos durante varios años? ¿Con qué crucificado del actual Martes Santo compartió espacio la Macarena en San Gil? ¿Imaginó alguna vez que el encargado de cerrar las puertas de Santa Marina fuese la misma persona que abría el portón de toriles de la Maestranza durante el Domingo de Resurrección? ¿Y que el creador de fragancias como «Agua de Sevilla» diseñase un perfume ex profeso para una Virgen? Todas estas interesantes cuestiones, y otras muchas más, tienen cabida en Sevilla Hebrea, el último libro del comunicador, presentador y pregonero Francisco Manuel Pérez Estepa, que, desde los inicios de la Cuaresma, ya asoma en los escaparates de la ciudad. Publicado por Ediciones Créate, y con introducción del reconocido periodista Antonio Burgos, sus 128 páginas a todo color son la demostración de que, en materia cofrade, aún no está todo inventado.
La revolución de Rodríguez Ojeda
Para empezar, la obra arranca con la invocación a un nombre mítico nacido en la calle San Jacinto, en pleno barrio de Triana: Pedro Lacambra. Un contrabandista de gran importancia en el mundo flamenco de los siglos XVIII y XIX, en cuya fonda y café paraban personajes como Antonio el Planeta, su sobrino Lázaro Quintana, Tobalo el de Ronda o Antonio Ortega el Fillo. Nombres que, merced a la magia del arrabal, forman parte de la historia hispalense por méritos propios. Pues bien, a partir de este curioso personaje, Pérez Estepa nos lleva de la mano por una época irrepetible de la urbe, en la que el regionalismo comienza a vislumbrarse, y donde las cofradías son la máxima expresión en materia artística. Así, surge la figura de Juan Manuel Rodríguez Ojeda, un revolucionario del diseño, al que el autor dedica los primeros capítulos de Sevilla Hebrea, los cuales nos permiten entender el contexto en que surge esa nueva visión de la Virgen que da título al libro. Seguidamente, la obra se adentra en terrenos legendarios, como los relacionados con la hermandad del Cachorro, cuyo apodo se desgrana a partir de la famosa leyenda del gitano de la Cava y Ruiz Gijón; la de la Macarena y el vaso de vino, o los que tratan de explicar el origen de la cruz de carey de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Titular de la hermandad de la O.