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Actualizado: 02 abr 2016 / 15:14 h.
  • Hamlet-Romeo y Julieta
    Sarah Bernhardt interpretando a Hamlet. / Fotografía de James Lafayette, c. 1885–1900
  • Hamlet-Romeo y Julieta
    Figuras de cera representando a Romeo y Julieta. / El Correo

Se colacionan estas dos obras de teatro diferentes porque juntas las editó EDAF en una utilísima edición encuadernada en plástico azul, inmune al tiempo, que tiene algunas evocadoras ilustraciones de Teodoro Delgado y cuyas traducciones son -ni más ni menos- que de Leandro Fernández de Moratín y de Marcelino Menéndez y Pelayo.

La primera como es sabido se basa en una fantasmagoría y en su corporeidad: Hamlet, príncipe de Dinamarca, versus Hamlet padre, monarca asesinado. Es una obra muy profunda, anticipadamente psicoanalítica, que estudia los recovecos de la mente humana y la locura como exilio interior, hermosamente escrita, difícilmente comparable con ninguna otra porque pocas veces la dramaturgia se ha revelado como la maquinaria perfecta, perenne y de múltiples lecturas que aún hoy sigue asombrando a lectores y espectadores.

La caracterización de los personajes mediante una modulación infinita de los diálogos y la reflexión sobre aquello que transforma a algunos seres en humanos, convierten esta obra admirable en un prisma de numerosas facetas en cuyas aristas brillan la traición y la venganza. Una obra total que se contiene a sí misma, teatro en el teatro, un estudio sobre la simulación que oscila entre el cinismo y la comicidad, con un telón de odio cubriendo la cuarta pared.

Y después de la oscuridad de ese mundo interior, envuelto en una atmósfera nórdica y tenebrosa, Romeo y Julieta viven eternamente su drama bajo el sol de los cielos meridionales, donde las pasiones emergen inesperadas, salen a la luz y se desbordan.

La composición escénica exige en esta pieza -de las palabras y las acciones- exageración, y a ello se aplican todos los personajes con las consecuencias conocidas.

Romeo y Julieta narran de una forma ideal y devastadora el relato del sentimiento más irracional que posee a las personas, representa –también- un canto a la juventud.

La multiplicación de los prodigios dramáticos (La tempestad, El mercader de Venecia, Macbeth, Otelo...), convirtió a William Shakespeare en inmortal.

Calificación: Imprescindibles.

Tipo de lector: Cualquiera, en especial los aficionados al teatro.

Tipo de lectura: Interesante y reveladora.

Argumento: Hamlet es acumulativo y apasionante mientras que Romeo y Julieta es más lineal.

Personajes: Inmortales.

¿Dónde puede leerse?: Ante el castillo de Elsinor y en la Arena de Verona, respectivamente.