Hay mucho de espíritu quijotesco en quien en España osa emprender una aventura relacionada con la música contemporánea. En 2002 surge en Sevilla ProyectoeLe, una agrupación vocal con acompañamiento electrónico. Una iniciativa fuera de un sistema cultural y musical absolutamente encorsetado y que, felizmente, ha llegado viva y activa a nuestros días. Mañana domingo sus músicos –18 los convocados en esta ocasión– escribirán uno de los capítulos más importantes de su biografía con la interpretación de la Music for 18 musicians (1974-76), de Steve Reich (1936), en el Espacio Turina. «Llevaba dos años obsesionado con la obra, la aprecio estética y sentimentalmente y la conozco tan bien que incluso he paseado muchísimo por la ciudad oyéndola, valorando cada detalle», reconoce el percusionista y director del conjunto, Carlos Cansino.
A los integrantes de ProyectoeLe les mueve un afán «filantrópico». Tanto que su caché para este concierto irá a pagar íntegramente los 900 euros que les ha costado el alquiler de la partitura a la editorial Boosey & Hawkes. «Hasta 1996 solo existía en forma manuscrita y únicamente la tocaba el propio grupo del compositor, esta es la tercera vez que se interpretará en España, anteriormente ha sido presentada en Barcelona y Valencia», explica. Casi 60 minutos de música en los que suceden infinitas cosas sin que aparentemente suceda demasiado, cuestiones del minimalismo. «De todas las interpretaciones que he oído me quedo con la del grupo de Chicago Eighth Blackbird y confío plenamente en la que haremos nosotros», avanza Cansino.
Una página, la de Reich, que carece de director «al modo occidental, porque es realmente el vibráfono el que da las entradas a las distintas secciones». La Music for 18 musicians representa un momento de transición, de los años de «duro repetitivismo» (It’s gonna rain, Piano phase...) el compositor pasa aquí a crear «una obra que utiliza una armonía mágica, modal». Seguramente por eso es una creación icónica «que gusta tanto al público aficionado a la música de vanguardia como a quienes provienen auditivamente del jazz y el pop». Una caudalosa partitura de la que Cansino conoce cada intersticio. «Reich es para los percusionistas como Bach para los clavecinistas, forma parte de nuestro ADN», asegura. También desvela que ha llorado en los ensayos, su particular instante «síndrome de Stendhal». «Ha sido mucho tiempo queriendo hacer esto realidad, estoy rodeado de excelentes músicos que son amigos. Es como una celebración de cumpleaños en la que muchos invitados no se conocen y en la que, de pronto, todo encaja y se convierte en una gran fiesta, eso es este concierto para ProyectoeLe».
El director del grupo tiene aun muchos retos que cumplir, como montar Laborintus II, de Luciano Berio. Pero sabe que las dificultades son altas: «Somos un grupo numeroso, entre 16 y 25 músicos, difícil de mover sin apoyo institucional», lamenta. Y ese abrazo todavía no les ha alcanzado, «se nos sigue viendo como a un grupo amateur cuando no lo somos en absoluto», critica. Ahora Reich, pero en el pasado también han abordado a Stockhausen (Stimmung) y a Glass y alumbraron un concierto-espectáculo en homenaje al dadaísmo. “Pero no podemos perder de vista que nuestro público es heterogéneo y también quiere escucharnos en un repertorio más coral, más académico”, dice. Por eso en su último disco, Chansons, aparecen Debussy, Ravel, Hindemith y Poulenc. “Cuando estás cantando la consonancia se disfruta más, es más agradecida porque produce placer físico, mientras que la disonancia también es formidable, pero se disfruta de otra forma, más dura”, argumenta.
Formado en Sevilla y en Francia, Carlos Cansino recuerda cómo de pequeño acompañaba a su abuelo a los conciertos de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. “Ahí es cuando decidí que quería ser músico y tocar con ella”. Lo logró. También consiguió tener una plaza como profesor de percusión en el Conservatorio Francisco Guerrero. “¿Qué por qué nunca me fui de Sevilla? Pude haberlo hecho pero siempre he tenido la suerte de poder ser feliz aquí haciendo justo lo que quería hacer”, concluye.
AUDICIÓN: EL SAXOFÓN A DENTELLADAS