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Actualizado: 31 mar 2017 / 12:40 h.
  • Ives Saint Laurent, L’Amour fou: Homenaje a un amor
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  • Ives Saint Laurent, L’Amour fou: Homenaje a un amor
    Cartel del documental ‘Ives Saint Laurent, L’Amour fou’. / El Correo

Excepcional este documental Ives Saint Laurent l´Amour Fou, que habla de muchas cosas más que de la vida y la obra de Yves Saint Laurent, modisto legendario y creador del pret-á-porter.

Siguiendo el hilo de la subasta del siglo, celebrada en el Grand Palais de París, en la que se dispersó la fabulosa colección del diseñador y de su compañero de cincuenta años, Pierre Bergé, el director, Pierre Thoretton, elabora un documento que es un testimonio de amor y una reflexión sobre el poder y el espíritu de los objetos, sobre la creación y la belleza (y sobre la creación de la belleza y la belleza de la creación) y sobre el infierno que engendran el éxito y la fama. Estudia el trasfondo del mundo de la moda, plasmando una época dorada que se extinguió.

La película se inicia con las dramáticas imágenes de un Saint Laurent, anímicamente destruido, anunciando el abandono de la profesión que fue su vida, que se funden con los funerales del gran coutourier, celebrados en París con honores de Estado. Después es el propio Bergé el que nos muestra la casa que habitaron durante más de veinte años en la rue Babylone, nos habla de los objetos y de lo que representaron, los vemos luego inspeccionados, catalogados y expuestos a la curiosidad del mundo en Londres, en Nueva York.

Hay lujo y glamour como debía de ser, pero también imágenes y fotografías de archivo conmovedoras, como la presentación en triunfo de su primera colección, en los años cincuenta, en la que empuñó el cetro del desaparecido Dior, su maestro, o el homenaje a toda una vida de creación, celebrado en loor de multitudes en el Stade de France a los compases del Bolero de Ravel.

Hay secuencias bellísimas del Chatêau Gabriel, en Normandía, y de la casa del jardín de Majorelle en Marraquesh, sus residencias.

Pero lo que brilla sobre todas esas cosas y atenúa su frivolidad, dándoles un sentido, es la personalidad de Pierre Bergé y su alma literaria en un diálogo consigo mismo, plagado de citas y pensamientos inolvidables e inteligentes. Es un homenaje a un amor inmenso, sin falsas ternuras ni hipocresías, sincero, que se convierte en un monumento. Bergé se muestra –el director nos lo muestra- como un caballero y un hombre de una fortaleza de carácter y una lucidez extraordinarias.

El documental es perfecto. Mantiene la unidad narrativa y la tensión emocional, la música de Milhaud, de Tchaicovsky, y de Mehendelson, acompaña a las imágenes acertadamente. Y tanto la utilización de la grabación de la subasta, como los materiales de archivo, es mesurada y conveniente.

Solamente acompañan a Bergé en este lamento fúnebre dos voces, las de Betty Catroux, una de las maniquíes favoritas de Saint Laurent, y Loulou de la Falaise, celebrity y musa del modisto; son los ángeles perverso y benéfico que le acompañaron en el brillo de los éxitos y en la noche del alcohol y de las drogas. Jack Lange, Ministro que fuera de la Cultura de Francia, habla con admiración en las salas del Louvre, entre los mármoles antiguos.

Es una gran historia de amor y el retrato de un artista, de un hombre y de una soledad. El testimonio sincero, valiente y despiadado de una vida compartida.

Como no podía ser menos en, cuando el documental se presentó en e Festival de Cine de San Sebastián, con la sombra de Balenciaga sobrevolando el Kursaal y la tradicional elegancia de la ciudad y de sus señoras, el público, que llenaba la sala grande hasta el último asiento, aplaudió con ganas al director que se encontraba en la sala, hasta en tres ocasiones, éste declaró después sentirse muy emocionado.

La película consigue conmoverme y encantar.