Ifni, la pequeña colonia española en el sur Marruecos, se encontraba enclavada frente a las islas Canarias, y ya en el siglo XV poseía un fortín construido por la Corona de Castilla que no tardó en sucumbir ante el avance de los nativos. Tras la guerra contra Marruecos de 1860, España obtuvo el derecho a poseerla, siendo ocupada definitivamente en 1934 por orden de la II República. Sin embargo la historia volvería a cambiar en 1956, coincidiendo con la independencia marroquí y el proyecto de Mohammed V y de su hijo Hassan II de unificar todos los territorios.
Después de varios meses de incidentes —terrorismo contra jefes tribales proespañoles, saqueos, escaramuzas, etc.—, la guerra dio inició el 23 de noviembre de 1957 con un asalto al polvorín de la ciudad en el que hubo dos bajas españolas y varias entre los atacantes, y el posterior asedio. A partir de ahí, nuestros soldados, pertrechados con armas obsoletas y escasos víveres —Estados Unidos no permitía usar en África el moderno material bélico recién suministrado—, hubieron de defenderse casi a pecho descubierto, extendiéndose posteriormente las acciones a Sahara Occidental. Eso sí, aunque Franco jamás reconoció el conflicto públicamente —lo tachó de «infiltración comunista»—, trató de endulzar las Navidades de los reclutas con la actuación del humorista Miguel Gila y la cantante Carmen Sevilla, desplazados a Sidi Ifni para animarlos.
Finalmente, la cooperación entre Francia y España, unida a la superioridad aérea, hizo posible una victoria amarga en 1958 que causó 8.000 bajas entre el ejército de Liberación marroquí, y 300 muertos, 600 heridos y un centenar de desaparecidos en el español. Ya en 1969, una resolución de la ONU instó a la descolonización de aquellos territorios, siendo entregado Ifni a Marruecos en 1969 (si bien el conflicto del Sahara continúa abierto). Como curiosidad, el pasado 20 de noviembre de 2020, el Consejo de Ministros aprobó una ayuda de 1.000 euros a los españoles que se jugaron la vida en aquella contienda —al menos 1.135— la cual pretende valorar «el interés social y humanitario por los esfuerzos y sacrificios» de estos reclutas.