El récord de ventas alcanzado en mayo de 2015 por la obra de Andy Warhol, «Last Supper (Última cena)», casi siete millones de euros, revolucionó el mundo del arte y puso una vez más en el candelero cuestiones como el valor de la obra manufacturada, la escandalosa sobrevaloración de los autores contemporáneos frente a los clásicos, y la conciencia metafísica –si es que la hay- o la mercantilización de la pintura religiosa en la posmodernidad. Es la obra más cara vendida en Suecia nunca y su comprador permanece en el anonimato.
«Last Supper» es una doble impresión sobre seda, recubierta de un color amarillo intenso que muestra, versionada, «La última cena» leonardesca. Forma parte de un importante corpus sobre ese tema, realizado por el artista americano semanas antes de su muerte en 1986, bajo encargo del galerista Alexander Iolas, para una exposición en el refectorio del Palazzo delle Stelline, situado frente al famoso Cenaculo Vinciniano, patrocinada por el banco Credito-Valltelinese. Está considerada por la crítica entre sus mejores obras, además de ser una de sus series más extensas que -aunque inacabada- aporta una visión retrospectiva, en clave religiosa, sobre la vida y la obra de Warhol. Se trata también de la mayor secuencia de iconografía cristiana realizada nunca por un autor estadounidense. Este trabajo está fuertemente influido por la colaboración de Warhol con Jean-Michel Basquiat durante los años 80 en cuanto a las imprimaciones y las oxidaciones, consta de más de cien piezas, entre ellas el polémico «Ten Punching Bags» realizado en colaboración con Basquiat. Fue alabada por su envergadura o criticada por su tibieza, una supuesta ausencia de espiritualidad. Sería su postrera exposición. En su mayor parte son serigrafiados sobre las tonalidades de vidrio medicinal que tanto atraían a Warhol, hay una pieza en blanco y negro, otra con camuflaje, así como varias que incluyen logotipos comerciales de jabón Dove, cigarrillos Camel o patatas fritas Wise. «Christ 112 Times», es obsesionante e hipnótico y abusa de la repetición como hacen las religiones orientales para propiciar la meditación.