Las fechas que dan título a esta novela se refieren al motín de Aranjuez, por el que se derrocaría a Carlos IV (y con un clamor popular contra Godoy), y a los fusilamientos del 2 de mayo en Madrid, ampliamente documentados en imágenes a partir de los lienzos y grabados de don Francisco de Goya, y con un texto a destacar de Arturo Pérez Reverte, titulado «Un día de cólera», que ambienta este segundo acontecimiento ocurrido en 1808. De esta forma, el hijo regente, gracias a la entrada de una marabunta de mamelucos franceses, llega a su breve período de Reinado por la fuerza.
Gabriel es, sobre todo, protagonista del segundo de los motines, el cual vive desde la total exasperación de sus fuerzas en primera línea de batalla.
Tras la muerte de Juana, Celestino ha conseguido plaza de cura en Aranjuez y allí malvive con Inés; y lo que no llegará a saber este es que Inés realmente no fue su hija, por más que la difunta la quisiese a su lado. Esta tragedia familiar se recrudece no sólo con la llegada funesta de las tropas napoleónicas primero a un sitio y después a otro, sino por la visita a Celestino de dos tíos de Inés, que queriendo hacerse cargo de ella, la pretenden raptar para sí. Son Mauro y Restituta Requejos, dueños de una elegantísima tienda textil situada en la esquina madrileña de la calle Postas con la Sal. Son los Requejos dos lobos con piel de cordero, hipócritas hienas que viven de cara a la galería, que no dudarán en mantener explotada a Inés en su oficio de costurera, sin que esta pueda abrir la boca, ni decir una palabra más alta que otra.
Gabriel, que ya mostró en el anterior capítulo maneras de tunante y pícaro, demostrará en esta ocasión, gracias más a su prudencia que a su arrojo (llegando a poner el otro trabajador Juan de Dios voz a sus propios pensamientos) y más con los silencios y los hechos consumados que con falsas promesas, su amor más puro hacia Inés, y lo hace primero intentando conseguir un cargo público en el departamento de idiomas del Rey, a pesar de que lo suyo no es el latín y aprovechándose de la sapiencia de Celestino, y después luchando a muerte con los invasores.