¿Sabía que el ciclista Albert Richter, popularmente conocido como «El alemán de ocho cilindros», se negó a realizar el saludo nazi desafiando al Tercer Reich? ¿Por qué Madalyn Murray O’Hair fue considerada «la mujer más odiada de América»? ¿Contactó el brasileño Aladino Félix con seres de otros planetas? ¿Quién fue el «gurú de los Beatles»?
Con el estilo particular al que nos tiene acostumbrados —riguroso y socarrón a partes iguales—, Óscar Fábrega (Almería, 1976) da a luz Homo insolitus, una galería de personajes cuyas vidas y comportamientos poco ortodoxos nos llevan de la sorpresa a la admiración, pasando por la risa y el espanto, demostrándonos que, si de algo va sobrado este mundo, es precisamente de «maravillosas anomalías humanas». Baste citar a James Randi, un ilusionista que, tras emplear un buen número de años haciendo espectáculos de magia, decidió cambiar de rumbo y desenmascarar fraudes paranormales así como exponer a los charlatanes que usaban trucos para fingir que tenían poderes sobrenaturales. En suma, una suerte de Harry Houdini que, con el tiempo, llegaría a enfrentarse a Uri Geller, el famoso doblador de cucharas que en octubre de 1975 cautivó a millones de españoles en TVE. Un personaje del que Randi se acabaría convirtiendo en archienemigo y cuyo truco replicaría en varias ocasiones ante las cámaras.
Otra de las figuras que desfilan por el libro, repleto de citas, fotografías o recortes de prensa, y publicado con gran gusto por la editorial Guante Blanco, es Jack Shirai, un japonés nacido en 1900 que, tras criarse en un orfanato y trabajar como marino mercante, emigró ilegalmente a Nueva York, donde se emplearía como cocinero y entraría en contacto con los comunistas de la ciudad, convirtiéndose en un miembro activo e incluso organizando manifestaciones. En 1936, al tener noticia del estallido de la guerra civil española, Shirai cruzó el charco y, tras participar en la resistencia de Madrid, se unió a las Brigadas Internacionales, combatiendo en batallas tan importantes como la del Jarama. Su intensa vida es totalmente opuesta a la de Mary R. Richardson, miembro de una asociación radical del movimiento sufragista que el 10 de marzo de 1914 saltó a la prensa internacional por acuchillar a la Venus del Espejo, la inmortal obra de Velázquez que, desde 1906, se exhibe en la National Gallery de Londres. Lo curioso de este personaje es que, tras destrozar el cuadro y participar en otras acciones igualmente reprobables, terminó por cambiarse de chaqueta e ingresar en la Unión Británica de Fascistas, llegando incluso a comparar ambos movimientos.