Que los romanos inventaron los acueductos, las carreteras o el calendario juliano es una obviedad. Basta con echar un vistazo a la inolvidable escena de La vida de Brian, de los Monty Python, para comprobarlo. Muchos también han oído hablar de su aportación en materia de leyes, programas de bienestar social o sistema de alcantarillado, algo que apenas ha cambiado desde los tiempos del Imperio. Sin embargo, la mayoría desconoce el enorme legado que esta civilización irrepetible dejó en cuanto a usos cotidianos; aspectos que hoy permanecen arraigados en las sociedades modernas y que cuesta imaginar que se idearan hace más de dos mil años. Gracias a la arqueología, al estudio de las fuentes antiguas y los numerosos esfuerzos por parte de historiadores, filólogos y expertos de otras disciplinas, muchas de estas costumbres han salido a la luz para permitir sumergirnos en el día a día de nuestros antepasados de un modo tan real como fascinante.
Uno de los mejores divulgadores de la Antigua Roma es el profesor titular de Filología Latina de la Universidad de La Rioja Emilio del Río Sanz, cuya pasión por la difusión y promoción de la cultura clásica le ha llevado a publicar un buen número de libros y a cosechar premios tan prestigiosos como el Nacional de la Sociedad de Estudios Clásicos (SEEC), el Nacional de la Sociedad Española de Estudios Latinos o la Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio. Asimismo es colaborador en medios como RNE, desde 2019 ejerce como director general de la Dirección General de Bibliotecas, Archivos y Museos del Ayuntamiento de Madrid, y ha ostentado cargos de diputado y senador en las Cortes Generales por La Rioja.
Tras el éxito de Latín Lovers (La lengua que hablamos aunque no nos demos cuenta), una obra donde Del Río nos muestra, a través de multitud de referencias al deporte, la economía, la comida, el cine o la música, que el latín está muy vivo entre nosotros, este 2020 vuelve a la carga con Calamares a la romana (Espasa), divertidísimo ensayo cuyo subtítulo reza: Somos romanos aunque no nos demos cuenta. A través de su lectura descubriremos infinidad de curiosidades sobre la época de los césares mientras evocamos temas de Alaska, Radio Futura o Gabinete Caligari, o reflexionamos sobre los problemas actuales, que en gran parte son herencia de aquellos. Y es que, aunque cueste creerlo, esta es una de las particularidades de un libro que, junto a sus capítulos cortos y el gran humor desplegado por su autor, se lee prácticamente de un tirón.