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Actualizado: 07 feb 2017 / 21:22 h.
  • Trabajos forzados, los otros oficios de los escritores

Una periodista italiana, Daria Gallateria, merodea más en el dato que en la leyenda, lo que es de agradecer, dado su oficio. El trabajo del editor, siempre elegante y que incluye un marcapáginas con dramatis personae, aclara mucho. En cuanto a la lectura hay que decir que sólo dos de los escritores de la nómina pudieron, quizás, hacer de la vida disoluta un estilo literario o artístico: Boris Vian, factótum del surrealismo francés, de quién sólo se reseña como debilidad el estar rodeado de obreros y cuya biografía no recoge su divertida muerte ejemplar; y Colette, a quién conocíamos por ese libro maravilloso de Capote, Los perros ladran, que dado lo dado decidió dilapidar una fortuna, poniendo un negocio de bisutería.
Por lo demás, Gallateria desmitifica el marxismo de Maxim Gorki en una semblanza por la que nació mendigo y se hizo a sí mismo de la manera más prosaica. Jack London, trabajador manual y de fuerza bruta, inasequible al desaliento, de donde le vinieron terribles dolores de espalda a la hora de escribir. Los dos popes de la novela negra: Hammett y Chandler; el primero, que antes de ser detective llegó a cobrar honorarios de empresas de publicidad, asegurando que este oficio es también literatura; el segundo que intentó ser periodista sin éxito, llegando a acercarse al oficio de contable.
Por haber, resultan curiosos los personajes que se dedicaron a la política, como Paul Claudel, su tocayo Morand o el ambivalente André Malrraux.
La lectura aporta una visión que permite matizar y tamizar vidas con el objetivo de poner los puntos sobre las íes sobre razones y motivos; lo consigue si el lector se mezcla con una mitomanía capaz de lo mejor y de lo peor.

Calificación: Curioso.
Tipo de lector: Aficionado a las biografías.
Tipo de lectura: Un poco intransigente, pero en cualquier caso cuidadosa.
Argumento: Curiosidades sobre escritores.
Personajes: Bien seleccionados.
¿Dónde leerlo?: En la plaza Navonna romana.