Lo bueno de revisar a los clásicos es que, dependiendo de la edad y las circunstancias en que lo hagamos, nos permiten descubrir matices y detalles en los que raramente habríamos reparado con una única lectura. Eso nos pasa con Don Quijote, La vida es sueño o La Regenta, pero también con Cien Años de Soledad o El retrato de Dorian Gray; obras cuya relectura se hace más necesaria a medida que nos convertimos en adultos, y cuyo poso intelectual y humano nos colma en función de nuestra experiencia. Una de las autoras a las que podemos regresar siempre con agrado es Jane Austen, creadora de títulos imprescindibles de la historia de la literatura, como Orgullo y Prejuicio. No en vano, además de retratar con maestría la sociedad de su tiempo —la época georgiana—, de hacernos reflexionar sobre la condición de las mujeres, o de esbozar historias de amor que trascienden espacio y tiempo, es capaz de provocarnos la risa como pocos. Y todo ello pese a publicar únicamente seis novelas y algunas obras cortas, ser prácticamente obviada por la crítica de su tiempo y fallecer a los cuarenta y un años.
«Honda y madura observación del comportamiento humano»
Pese al reconocimiento mundial del que hoy gozan personajes como Elizabeth Bennet, Fitzwilliam Darcy, Emma Woodhouse o Elinor y Marianne Dashwood —las adaptaciones a la televisión y el cine tienen buena culpa de ello—, probablemente sea Persuasión, su obra póstuma, la más rotunda de todas las escritas por Austen. Esto se debe, quizás, al hecho de recoger todas las características de su estilo, ser redactada en la madurez e incluir puntos en común con su propia biografía. Como bien apunta la profesora María Perpetua Caja: «en Persuasión, Jane Austen abandona la minuciosa observación naturalista de la cotidianidad característica de la novela anterior, Emma; para realizar en ésta, una honda y madura observación del comportamiento humano». Algo en lo que ya reparó la gran Virginia Woolf, llegando a alabar la validez de la novela en los siguientes términos: «La emoción expresada en la escena del concierto y en la famosa conversación sobre la constancia femenina demuestra, no sólo el dato biográfico de que Jane Austen había amado, sino el dato estético de que ya no le daba miedo decirlo». Y es que, de todo lo creado por Austen en su corta vida, Persuasión es la única novela de la que se puede decir que es básicamente una historia de amor.