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Actualizado: 26 may 2023 / 07:05 h.
  • Una historia de sexo y ambición

Roma, 44 a.C. Servilia, amante de Julio César, acude a la villa de Tito Pomponio Ático, un viejo amigo del desaparecido líder, con intención de entrevistarse con él. Ella desea escribir sus memorias y Ático se ofrece a publicárselas con una condición: se editarán como un anexo a las crónicas que él mismo prepara, e incluirán una fracción por cada amante de César, ya sean mujeres casadas, solteras, damas de la más alta alcurnia o prostitutas. Según sus propias palabras, «De esa manera, el interés de los senadores y esposas romanas por conocer cuáles de ellas se habían acostado con César crecerá a medida que se vayan editando», y en consecuencia, «Roma temblará». Mientras escribe, Servilia permanece en la residencia del propio Ático y este vela por la seguridad de su hijo Bruto, responsable de la muerte del dictador.

Esta es la premisa de ‘El adúltero calvo’, la interesante novela con la que José Camacho Álvarez, abogado nacido en Marchena (Sevilla) y ganador de varios premios literarios, nos sumerge en la apasionante Roma del siglo I a.C. Una ciudad envuelta en un estado de agitación y turbulencia política tras el asesinato de Julio César, que pese al esfuerzo de un grupo de senadores por evitar que el poder se concentrase en manos de un solo individuo, desencadenó una serie de eventos que finalmente llevaron al ascenso de Octavio, el primer emperador romano.

‘El adúltero calvo’

Publicada por la editorial Punto Rojo Libros y sustentada en una enorme documentación, la obra, cuya estructura dialogada remite a clásicos del siglo XIX, se divide en dos partes y arranca con los orígenes de Cayo Julio César en el barrio de la Subura, espacio ubicado en la colina Quirinal, que actualmente acoge la residencia oficial del presidente de la República italiana. Más tarde, Servilia narra cómo se enamoraron cuando eran niños y la obligación de casarse con personas elegidas por sus familias.

La primera de las esposas del militar fue Cornelia, hija del destacado político Lucio Cornelio Cinna, con quien contrajo matrimonio tras romper un acuerdo previo con la joven Cossucia. Mientras asistimos a su relación con César, por las páginas del libro —y siempre a través del testimonio de Servilia— desfilan personajes clave de la historia de Roma, como Craso, Catilina, Sila o Cneo Pompeyo, los cuales se entrelazan con la propia madre del líder, Aurelia. En esta sección de sus memorias, la amante del ‘Pontifex Maximus’ lo describe como un hombre apuesto con «seriedad de carácter, encanto en el trato y belleza de rostro», llamando la atención sobre «su bien formado cuerpo y su esmero en el vestir, siempre imponiendo la moda y dominando la escena». Finalmente, Servilia remata su discurso diciendo: «Y es que César era el deseo de las mujeres y la envidia de los hombres, y ellas no hacían más que preguntarme cómo sacaba César su espada en el lecho, y ellos, cómo César la envainaba».

Una historia de sexo y ambición

Tres esposas y un sinfín de amantes

En cuanto a las relaciones amorosas del conquistador de las Galias, los historiadores coinciden en que este amaba profundamente a Cornelia y que su inesperada pérdida, tras quince años de matrimonio, le afectó muchísimo. Más tarde, Julio se desposó con Pompeya, una mujer de alta cuna perteneciente a una de las familias más influyentes de Roma, cuya relación se vería empañada por un escándalo conocido como el «incidente de las Bona Dea». Durante una celebración en honor a la diosa Bona Dea, un evento exclusivo para mujeres, se descubrió que un hombre había ingresado disfrazado a la casa de Pompeya. Aunque jamás se pudo probar su infidelidad, César se divorció de ella con la famosa sentencia recogida por Plutarco: «La esposa de César no solo debe ser inocente, sino también estar por encima de cualquier sospecha».

Como no podía ser de otra forma, Camacho Álvarez recoge estas relaciones ‘oficiales’ en su trabajo, al tiempo que nos narra los amores ilícitos de nuestro protagonista con Sempronia, esposa de Décimo Bruto, uno de los fundadores de la República, o sus devaneos con Tértula, la mujer del general Craso. Al margen de estas aventuras extramatrimoniales, el escritor marchenero, que acaba de concluir una novela sobre la relación entre España y las Indias y otra de género fantástico, salpica su relato de curiosidades históricas e interesantes reflexiones que, sumadas a su precisa descripción de los usos y costumbres de la Roma anterior a Cristo, enriquecen el discurso erótico.

Por poner un ejemplo, uno de los personajes ilustres que desfilan por las páginas de ‘El adúltero calvo’ —subtitulada ‘Una historia de sexo y ambición. 23 amantes 23 puñales’— es Marco Tulio Cicerón, el último defensor del sistema republicano, famoso por su oratoria, que sería asesinado por orden de Marco Antonio meses después de la muerte de César. Tampoco faltan las vestales, sacerdotisas encargadas de mantener el fuego sagrado, las esclavas e incluso diosas de la mitología romana como Juno.

Cleopatra entra en escena

La segunda parte de ‘El adúltero calvo’ nos presenta a Cleopatra, a quien Julio César conoció durante su campaña militar en Egipto. Aunque la diferencia de edad entre ambos era considerable —él tenía alrededor de 52 años y ella solo 21—, se cuenta que mantuvieron una intensa relación amorosa y política. El autor nos presenta a la egipcia como «una hermosa Diosa encarnada» cuyo cuerpo era «de perfectas proporciones griegas», algo que concuerda en parte con las últimas investigaciones sobre la reina del Alto Egipto —la evidencia obtenida al estudiar las dimensiones del cráneo de la princesa Arsinoe, hermana menor de Cleopatra, indica que ambas tenían características de los blancos europeos, pero también de los antiguos egipcios y los africanos negros—. De sus encuentros sexuales con César, el autor de ‘El siglo del miedo’ no escatima en detalles, siendo las escenas entre ambos de las más sensuales del libro.

Asimismo, José Camacho contrapone esta importante figura de la antigüedad con Calpurnia, tercera y última esposa del líder, quien, en palabras del autor, se negó a «ser repudiada ante toda Roma». Entre una y otra figura se alternan otros personajes femeninos, como Postumia, Atilia, Terencia o Porcia, las cuales añaden sustancia a un texto ya de por sí sugestivo. Finalmente la obra, que cuenta con 570 páginas escritas con elegante prosa, recrea en clave simbólica el desenlace de César y Servilia, personajes poderosísimos a los que Camacho Álvarez ha sabido dotar de un notable perfil narrativo, dándoles el lugar que les corresponde.