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Actualizado: 02 abr 2017 / 20:25 h.
  • A la búsqueda del prestigio del agua del grifo
    El Ayuntamiento de Córdoba está distribuyendo entre la ciudadanía botellas de cristal para que asocien el agua a la salud. / Ecoperiodismo
  • A la búsqueda del prestigio del agua del grifo
    Diseño de las botellas de Jorge Chastang Roldán. / Ecoperiodismo

«Nuestro negocio no es vender agua; en nuestro restaurante los que ofrecemos es una experiencia culinaria, y para ello creemos que el agua no hay que cobrarla», explica Raquel Pascual, propietaria de uno de los más de cuarenta establecimientos de restauración de Córdoba que se han adherido al proyecto piloto puesto en marcha por el Ayuntamiento de Córdoba a través de su empresa municipal de aguas EMACSA con la ayuda de la Asociación Española de Operadores Públicos de Agua (AEOPAS). La campaña pretende dar el prestigio que siempre debió tener al agua del grifo.

La campaña cordobesa sigue el modelo de otras grandes capitales europeas y tiene tres ejes centrales, según la alcaldesa de Córdoba y presidenta de EMACSA, Isabel Ambrosio Palos. «El primero y básico es que en los espacios públicos municipales se consuma el agua que es de todos y todas: el agua de la empresa pública de agua». Así que la campaña empieza en la propia Casa Consistorial: en las sesiones plenarias y en los actos oficiales del Ayuntamiento de Córdoba ya sólo se bebe agua del grifo.

El segundo eje es la ciudadanía. Se están distribuyendo entre establecimientos de restauración y hostelería, edificios de la administración con peso representativo reseñable y directamente entre la población, unas botellas de cristal para que asocien el agua a la salud y para fomentar el consumo responsable de un elemento natural escaso y valioso. Para ello se ha realizado un diseño exclusivo del diseñador cordobés Jorge Chastang Roldán que dé ese marchamo de calidad a un producto que ha sido denostado históricamente. Se trata de una imagen original y de calidad del envase que sigue el camino que ya han marcado otros productos embotellados, como aceites, vinos, bebidas espirituosas... Y, además, ha sido fruto de un proceso participativo –de entre 134 propuestas– en el que un jurado de expertas, empresarias, y Organizaciones No Gubernamentales han seleccionado al ganador del diseño. El resultado: «El agua de Córdoba se viste de etiqueta para llegar a todas las mesas», según palabras de la propia alcaldesa de la ciudad.

«Hemos contado con el apoyo de muchos hosteleros que voluntariamente van a difundir esta campaña ya que han considerado que está dentro de su política de responsabilidad con la ciudad. En el sector de la hostelería cordobesa existe en muchos casos una economía consciente y hay muchos hosteleros que comparten la idea de traer el lado humano a los espacios donde desarrollan su actividad. El proyecto es percibido por muchas personas del sector como parte de su compromiso con la ciudad», explica Luis Babiano, gerente de AEOPAS. Debido a la calidad del agua de la ciudad de Córdoba ya eran muchos los bares y restaurantes que ya ofrecían este servicio, como explica Raquel Pascual, del restaurante cordobés Amaltea: «Realmente nosotros ofrecíamos agua del grifo desde siempre porque además nos soluciona el problema de tener que destinar un espacio de almacenaje para los envases».

Ahora, con las nuevas botellas, lo que se hace desde la empresa pública de aguas EMACSA y el Ayuntamiento de Córdoba es darle un marchamo de «orgullo e identidad» al agua de grifo que se sirve. No en vano Córdoba y Madrid son las dos únicas ciudades que no usan cloro en el tratamiento de potabilización del agua pública, por lo que ofrecen una gran calidad de agua en lo que respecta no sólo a parámetros químicos, sino también en sabor.

Sin embargo no es agua todo lo que reluce en otras ciudades, como señalan desde la Plataforma ciudadana Agua Clara, creada en defensa del agua pública en la gaditana localidad de Sanlúcar de Barrameda, donde el servicio de aguas está privatizado y Aqualia es la empresa Concesionaria del Servicio Municipal de Aguas y Alcantarillado. Según denuncian los vecinos, el agua del grifo de esta ciudad llega a atascar los grifos por la cantidad de sedimentos que lleva consigo. En ciudades como Sanlúcar de Barrameda el consumo de agua embotellada es casi obligatorio, explican.

Sin embargo, adquirir agua embotellada sigue siendo para muchos algo que viene dado cuando se va a un restaurante o se pide agua en un bar. Lo han logrado campañas machaconas de publicidad y marketing dirigidas a promocionar el agua embotellada con virtudes saludables que nadie discute y mucho menos se preguntan si el agua del grifo tiene las mismas o mejores cualidades. «El agua del grifo en ciudades como Córdoba o Sevilla es de excelente calidad y tiene mucho sentido consumir el agua que es de todas las personas que viven en la ciudad. Además contribuye a lo que algunos autores denominan como tercera revolución industrial, un modelo de ciudad basado en la eliminación de productos de energía fósil y en la economía colaborativa», explica Luis Babiano, gerente de AEOPAS.

La calidad óptima del agua pública de Córdoba, que quiere que sus ciudadanos se sientan orgullosos de su agua, viene refrendada por expertos como la catedrática de la Universidad cordobesa, Mercedes Gallego, quien ha explicado que «la experiencia de más de diez años de nuestro Grupo de Investigación nos lleva a decir que, de acuerdo a los parámetros que controlamos, ambas son dignas de los mayores elogios». Respecto al «sabor a cloro –explica la catedrática en un artículo– en el caso de Córdoba no existe este sabor porque entre otras cosas el agua se desinfecta por otras vías más modernas». «Hay que aclarar que debe existir siempre un remanente de desinfectante para asegurar que durante el tiempo que transcurre desde que un agua es tratada/desinfectada en la planta de potabilización (ETAP) hasta que se abre el grifo en una casa no existan gérmenes patógenos», aclara la experta, aunque apunta que «en lo referente al agua de Córdoba el nivel de desinfectante es siempre el adecuado, es decir, lo suficientemente elevado para asegurar su carácter de potable y a la vez lo suficientemente bajo para no originar un sabor desagradable». Sobre el consabido mensaje de las embotelladoras de agua vendiendo su agua de mineralización débil, la catedrática de Córdoba desmonta esa ventaja competitiva en el caso de Córdoba. «El agua distribuida a través de la red de suministro de Córdoba tiene un contenido salino medio-bajo y en términos comparativos con un agua mineral sería de mineralización débil».

No obstante, las incesantes campañas publicitarias han creado el hábito de consumo en el ciudadano de a pie, que aunque tiene a su disposición por poco más de un euro por cada metro cúbico de agua que nos ofrece la red de agua pública no le tiembla el bolsillo si ese agua se la ofrecen embotellada más de mil veces más cara. En efecto, el metro cúbico (mil litros) de agua de la que sale del grifo se paga a 1,39 euros de media en España, mientras que la botella de agua mineral de un litro tiene el mismo precio en los comercios y lo más barato que se encuentra es a 0,50 euros el litro.

No es sólo una costumbre cara, la publicidad engañosa de las empresas de agua embotellada han inculcado en la mente del consumidor que el agua envasada es de más calidad. ¿Lo es? La respuesta es contundente: No. De hecho en algunos casos es la misma agua o incluso llegan a tener menos calidad que la que sale del grifo.

Pero consumir agua embotellada es además un problema ecológico al generar residuos y permitir el uso de sustancias de dudosa salud, como el bisfenol A, que está prohibido ya en algunos países como Francia.

CINCO RAZONES PARA CONSUMIR AGUA DEL GRIFO

1 Es gratis. Bueno, realmente no es gratis, pero casi, porque las empresas públicas nos cobran el consumo; pero comparado con el precio al que pagamos el litro de agua (0,0013 euros de media) es infinitamente más barata que el agua embotellada.

2 Apoyamos la gestión integral del agua. El recibo que pagamos por el agua en el hogar incluye el tratamiento de las aguas en general, desde las denominadas aguas grises hasta la potabilización. Se trata de un servicio público esencial. Cuando las ciudades no contaban con estos servicios eran habituales enfermedades relacionadas con la contaminación del agua de los pozos, como el tifus o el cólera. En España éstas eran enfermedades que se erradicaron con las redes de saneamiento público.

3 No genera residuos. A diferencia del agua embotellada, que requiere un envase que debe ser en el mejor de los casos reciclado con posterioridad o reutilizado, el agua del grifo llega directamente sin envasar. En ciudades que apuestan por el agua pública de la red, como París, se llevan a cabo campañas como la de Eau de París: la venta de una botella vacía para que el sediento usuario la llene con agua del grifo.

4 No produce contaminación. El agua embotellada tiene que transportarse desde las plantas envasadoras hasta los distintos puntos de venta. Ese traslado obliga al uso de vehículos que contaminan durante su transporte contribuyendo al proceso de cambio climático y de contaminación atmosférica. El agua del grifo nos llega en muchos casos desde plantas depuradoras que no utilizan gases ni producen contaminación.

5 Es más sana. En contra de lo que dan a entender en su publicidad las empresas envasadoras de agua, el agua embotellada no es más sana. Para empezar, los envases plásticos contienen en su mayoría Bisfenol A, un producto que se asocia a graves enfermedades y que en España está prohibido para la fabricación de biberones. El único producto que puede contener el agua del grifo que no es sano es el cloro, pero un filtro elimina ese compuesto. Un estudio llevado a cabo por el Colegio Norteamericano de Medicina Deportiva reveló hace unos años que el 25 por ciento del agua embotellada que se comercializaba procedía de la red pública y que las empresas simplemente la filtraban y la embotellaban. Ese mismo estudio daba datos comprometedores para el agua envasada: de las 1.000 marcas analizadas, 103 contenían sustancias químicas artificiales.

LOS TIMOS DEL AGUA EMBOTELLADA

Una campaña publicitaria capaz de aumentar el valor de un producto en mil veces, sin embargo, no debería hacer aguas. Y en el caso de algunas marcas, como Font Vella, no está todo claro como el agua, porque su agua embotellada «con un toque de limón» no incluye limón natural, sino ácido cítrico y además suma al anunciado como producto sano un ingrediente que va en la dirección contraria de la salud: el azúcar. Sin embargo, es la marca Dasani la que se lleva el gato al agua en lo que se refiere al gran engaño a los consumidores porque se descubrió hace años que este agua embotellada por la Compañía Coca Cola no era más que agua del grifo, en este caso del grifo londinense, porque era agua del río Támesis, a la que habían sometido a un proceso de filtrado por ósmosis inversa para embotellarla y venderla mil veces más cara; un proceso que no tienen nada de complejo o costoso y que está al alcance de cualquier consumidor que quiera instalar un filtro de este tipo en su grifo. Eso sí, la botella se la ahorra (el consumidor y el planeta).