La situación electoral en Andalucía pinta halagüeña para PSOE y Ciudadanos. Tras la encuesta Deimos Estadística para El Correo de Andalucía que vaticinaba una nueva victoria de los socialistas y un crecimiento importante del partido naranja en unos hipotéticos comicios en la comunidad, la segunda parte del estudio de opinión, relativa a la situación electoral en la región en unas generales, mantiene buenos presagios para ambas formaciones, que serían las únicas que crecen. En el caso del PSOE, de haber hoy una llamada a las urnas para la presidencia del Gobierno, sería la lista más votada en Andalucía, en detrimento de un PP que obtendría mínimos históricos. Podemos, por su parte, persiste en su contexto divergente y se dejaría también apoyos en Andalucía.
Con una proyección de 21 escaños y una estimación del voto del 31,3 por ciento, el PSOE arrebataría a los populares el honor de ser la lista más votada en la región en unas generales, según se desprende del sondeo de Deimos Estadística para El Correo de Andalucía. Estos guarismos, más allá de poder significar el honorífico triunfo en la autonomía en unas generales, servirían también para romper con la tendencia negativa que los socialistas han asimilado en lo que llevamos de década en lo concerniente a unas elecciones al Congreso de los Diputados. Si en 2011, entonces en un panorama bipartidista, obtuvieron 25 escaños y un 36,6 por ciento de los votos andaluces –por detrás del PP–, cuatro años más tarde fueron tres menos los escaños y hasta cinco puntos de déficit de porcentaje de sufragio.
Sin embargo, y pese a la pérdida de votos con respecto a 2011, en esas elecciones de diciembre de 2015 los socialistas fueron la lista más votada en Andalucía, en un contexto en el que se incorporaron tanto Ciudadanos como Podemos. La repetición electoral de 2016 ya impulsó al PP como fuerza hegemónica en las generales, perdiendo el PSOE dos escaños más y tres décimas de porcentaje de voto. Los populares ganaron dos escaños y tres puntos y medio entre ambas elecciones. No obstante, la predicción del sondeo les vaticina un descalabro de cinco diputados, tendrían 18, y de nueve puntos menos en la estimación del voto: 24,5 por ciento por los 33,6 de entonces.
La caída de los populares sirve a su vez de impulso a Ciudadanos, que como ya ocurría con la encuesta de elecciones andaluzas sería la fuerza con más progresión en la política andaluza. El partido naranja, espoleado por los espectaculares resultados en Cataluña y una sociometría favorable en toda España –el último CIS ya los colocaba a la altura de PP y PSOE–, alcanzarían los 13 escaños andaluces. Aunque aún estarían a cinco de los populares, la estimación del voto –papeleta en urna sin cálculos D´Hont– exhibe una panorámica de casi empate, ya que Cs apenas estaría un punto y medio por debajo del PP: 22,9 por ciento del total de votos en la comunidad. Las huestes de Albert Rivera en Andalucía tendrían un incremento de seis escaños y casi diez puntos con respecto a las elecciones de junio de 2016 y, más allá de acechar al PP en el espectro del centro derecha, adelantarían a Podemos como tercera fuerza en Andalucía.
El caso del partido de Pablo Iglesias presenta una situación de pérdida de gas similar a la de la encuesta de las elecciones andaluzas. Podemos bajaría dos escaños con respecto a 2016, elecciones en las que concurrieron bajo la marca de Unidos Podemos, junto a Izquierda Unida. Precisamente, esta confluencia no sirvió para lograr grandes avances en el voto, ya que apenas fue un escaño más lo obtenido entre diciembre de 2015 y junio de 2016 y menos de dos puntos en el porcentaje de voto. Ahora, con respecto a las últimas generales, el descenso en estimación de voto sería de más de cuatro puntos.
Estos movimientos tectónicos en la política andaluza se explican gracias al apartado de recuerdo de voto que el sondeo aplica. En él, se constata que de los votantes totales que recibiría Ciudadanos en esta proyección, el 30,6 por ciento había votado al PP en las generales de 2016. Un porcentaje que sería prácticamente igual a los que entonces votaron a Ciudadanos y continúan haciéndolo, un 33,7 por ciento. El partido naranja también araña apoyos en el PSOE, ya que un 16,3 por ciento de los votantes que ahora apostaría por Albert Rivera lo hizo en 2016 por Pedro Sánchez. Estas serían las derivaciones más interesantes de un recuerdo de votos que estima que tanto el voto socialista como popular se nutriría prácticamente en su totalidad por votantes que entonces ya apostaron por esas fuerzas.
Sin embargo, y pese a ser el partido con más crecimiento en el panorama político patrio, Ciudadanos tiene un perfil de votante más indeciso en Andalucía. Según el sondeo, el 76,3 por ciento de los electores que dicen apoyarían al partido naranja tienen claro el voto, un número inferior a los que dicen votarán al PSOE (82,7), PP (87,3) o Unidos Podemos (86,8). En general, los andaluces tendrían decidido su voto, sea cual fuere el destino, en un 79,3 por ciento. El 20,8 restante de indecisos tendría la clave para determinar el resultado final de estas hipotéticas generales en Andalucía, que si bien por calendario no tendrían lugar hasta mediados de 2020, la inestabilidad política que vive el país y la dificultad del Gobierno para sacar adelante los Presupuestos, hacen pensar que difícilmente asistiremos a una legislatura completa.