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Actualizado: 18 jun 2015 / 13:44 h.
  • Susana Díaz recupera a Rosa Aguilar para la Consejería de Cultura
    Composición del nuevo gobierno de la Junta de Andalucía.
  • Susana Díaz recupera a Rosa Aguilar para la Consejería de Cultura
    La recién elegida presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, junto a Rosa Aguilar. / EFE

La presidenta de la Junta, Susana Díaz, se ha rodeado de un gabinete muy distinto al que formó en 2013, ha elegido en clave orgánica, como entonces, a gente de peso político con mucho recorrido dentro del PSOE, pero esta vez también ha apostado por profesionales de renombre, más tecnócratas que políticos, para las áreas más sensibles del ejecutivo, como Salud, Educación y Economía y Conocimiento, estas dos últimas ocupadas por los rectores de Málaga (Adelaida de la Calle) y Sevilla (Antonio Ramírez de Arellano) respectivamente. La sorpresa fue el nombre de Rosa Aguilar para la cartera de Cultura. Aguilar ya fue la sorpresa en el primer gobierno de José Antonio Griñán, que la llamó cuando aún militaba en IU para que ocupase la consejería de Obras Públicas, antes de que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, la incorporara a su gabinete como ministra de Medio Ambiente.

La presidenta de la Junta mantiene a cinco consejeros de su anterior gabinete, aunque a algunos los ha reubicado en otros departamentos: María Jesús Montero, la más veterana del ejecutivo andaluz (ya era consejera con Manuel Chaves, en 2004) permanece en la consejería de Hacienda y Administración Pública; María José Sánchez Rubio sigue al frente de Igualdad y Políticas Sociales, un departamento del que se escinde, sin embargo, el área de Salud, que pasa a manos de su viceconsejero, Aquilino Alonso. También sigue José Sánchez Maldonado como consejero de Empleo, Empresa y Comercio, aunque pierde la macroárea de Economía, responsable de la estrategia de crecimiento productivo de Andalucía, que queda en manos de Ramírez de Arellano. El fiscal Emilio de Llera se queda en Justicia e Interior y el hombre fuerte del gobierno sigue siendo el gaditano Manuel Jiménez Barrios, vicepresidente, consejero de la Presidencia y Administración Local.

El hombre fuerte. Sobre Presidencia recae toda la coordinación del Gobierno andaluz y una función que será fundamental a lo largo de esta legislatura: las relaciones con Ciudadanos, partido que ha facilitado la investidura de Susana Díaz con un acuerdo programático (anticorrupción, defensa de los servicios públicos y reactivación económica), y el diálogo permanente con el resto de formaciones políticas (PP, Podemos e IU). El ejecutivo socialista está en minoría y necesitará pactar cada una de sus medidas y leyes para lograr que el Parlamento las apruebe, empezando por los presupuestos autonómicos para el año que viene, que empiezan a diseñarse en las próximas semanas. Presidencia es el puesto más político del Gobierno, de ahí que Díaz haya elegido a una persona de su máxima confianza. Jiménez Barrios, exalcalde de Chiclana durante 10 años y ex delegado de la Junta en Cádiz, es un hombre de partido, pero con mucha facilitad para hacer política en la calle. La presidenta demostró su confianza en él al dejarle pilotar la negociación de su investidura con la oposición durante los últimos 80 días. Jiménez Barrios asumirá la presidencia del Gobierno andaluz dentro de unas semanas, cuando Díaz coja la baja por maternidad.

Entre los cargos elegidos en clave orgánica está el nuevo consejero de Medio Ambiente, José Fiscal, todavía delegado del Gobierno andaluz en Huelva; el titular de Turismo será Javier Fernández, amigo íntimo de Díaz, persona de su confianza, y delegado del Gobierno en Sevilla hasta que entró como diputado en el Parlamento andaluz, hace tres meses; el consejero de Fomento y Vivienda será otro histórico del PSOE, el jiennense Felipe López, expresidente de la Diputación provincial de Jaén, que ha aparecido muchas veces en las quinielas para ser consejero. Díaz ha elegido a personas de prestigio en su ámbito profesional para las carteras de Educación, que ocupa la expresidenta de los rectores españoles, Adelaida de la Calle, actual rectora de Málaga; en Salud coloca al hasta ahora número dos de ese departamento, un perfil más técnico, pero con más conocimiento que su antecesora en esta área (Sánchez Rubio siempre se sintió más cómoda gestionando las políticas sociales) y, por último, la almeriense Carmen Ortiz, que sustituye a Elena Víboras en la consejería de Agricultura.

Además del giro radical en la elección de los perfiles de los nuevos consejeros, Susana Díaz le ha dado un vuelco a la estructura del gobierno, que pasa de 11 a 13 consejerías. El decreto de estructura ha sido complejo de cuadrar debido al trasvase de competencias de un departamento a otro, con el objetivo, adelantado ya por la propia presidenta, de que las áreas de Salud y Educación recuperaran un peso específico en el organigrama.

Cuotas territoriales. Susana Díaz ha conservado las cuotas territoriales para conformar su nuevo gobierno, esa norma no escrita que recomienda que cada provincia tenga un consejero en el gobierno para así mantener el equilibrio en el reparto de poder entre los secretarios provinciales del PSOE. Ya lo hizo en 2013, aunque sentó muy mal que Almería no tuviera ningún representante en el ejecutivo. Ahora cada provincia cuenta con un miembro en el gabinete de Díaz: cinco son de Sevilla (incluyendo a la presidenta); dos de Málaga, dos de Granada, uno de Huelva, uno de Cádiz, uno de Jaén, una de Córdoba y una de Almería. Griñán fue el primero en saltarse esa norma que, en cambio, Manuel Chaves cumplía a rajatabla.

Por último, Susana Díaz estaba obligada por ley a mantener la paridad del Ejecutivo, algo que se produce desde el año 2000. En su nuevo gabinete ocho hombres y seis mujeres, contando con la presidenta.

Para entender la enorme autoridad que insufla Susana Díaz en todos quienes la rodean, bastó comprobar ayer que el hermetismo que ha protegido la composición de su nuevo ejecutivo no se rompió hasta que ella quiso, hasta minutos antes de hacer oficial los nombres a los miembros de la ejecutiva del PSOE-A. Ni un minuto antes ni una filtración después. Éste es el noveno gobierno andaluz en casi siete años.

Corrupción. En su primer ejecutivo, Susana Díaz prescindió de todos los consejeros que, directa o indirectamente, podían verse salpicados por el fraude de los ERE. Meses después, esas mismas personas acudían a declarar como imputados ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA). La socialista sigue cargando con los ERE y con el fraude de los cursos de formación como una mácula del pasado que le impide cortar abruptamente, como lo hizo hace año y medio, y empezar desde cero con el estandarte de la lucha contra la corrupción. Pero la transparencia y la mayor o menor contundencia con los casos de corrupción será la principal vara de medir para este nuevo gobierno, sujeto además a un pacto anticorrupción con Ciudadanos, de ahí que Díaz haya escrutado minuciosamente el currículum de sus elegidos para formar parte del nuevo ejecutivo.

Comisiones. El Parlamento andaluz podría convocar un pleno sin contenido político para adecuar las comisiones legislativas a la estructura del nuevo Gobierno (el primer pleno ordinario está previsto para el mes de julio). Podemos y Ciudadanos intentaron acelerar este procedimiento durante el periodo de 80 días de bloqueo de la investidura de Díaz, alegando que la Cámara autonómica podía empezar a funcionar aunque el Gobierno estuviera en funciones. El PSOE ha dilatado ese momento lo más posible para no “tener que hacer ese doble trabajo”, ya que las comisiones parlamentarias se habrían tenido que adaptar a la estructura del ejecutivo en funciones, y luego ser modificadas una vez tomara posesión el nuevo gabinete.

Edad del gobierno. Todos los consejeros que ha elegido Susana Díaz para este “nuevo tiempo político” son mayores que ella (40 años), ninguno pertenece a su generación. La edad media del gabinete es de 55,6 años, el más veterano de la historia autonómica, igual que lo fue su anterior ejecutivo (52,9 años). Durante la campaña electoral, Díaz se miró en el espejo del primer presidente de la Junta, Rafael Escuredo, y también comparó aquel momento histórico de los ochenta con el actual. Escuredo accedió al cargo con 38 años en 1982 y se rodeó de un ejecutivo con miembros muy jóvenes, con una media de 36,8 años. También Borbolla, Chaves y Griñán se estrenaron como presidentes andaluces con gobiernos con una media de edad más joven que la suya propia.

La composición del nuevo gobierno es el siguiente:

-- Presidenta. Susana Díaz.

-- Vicepresidente y consejero de la Presidencia y de Administración Local. Manuel Jiménez Barrios.

-- Consejería de Economía y Conocimiento. Antonio Ramírez de Arellano López.

-- Consejera de Hacienda y Administración Pública. María Jesús Montero.

-- Consejera de Educación. Adelaida de la Calle Martín.

-- Consejero de Salud. Aquilino Alonso Miranda.

-- Consejera de Igualdad y Políticas Sociales. María José Sánchez Rubio.

-- Consejero de Empleo, Empresa y Comercio. José Sánchez Maldonado.

-- Consejero de Fomento y Vivienda. Felipe López García.

-- Consejero de Turismo y Deporte. Francisco Javier Fernández Hernández.

-- Consejera de Cultura. Rosa Aguilar.

-- Consejero de Justicia e Interior. Emilio de Llera.

-- Consejera de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural. María del Carmen Ortiz Rivas.

-- Consejero de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio. José Fiscal.