Nada más acertado que programar una tarde de lieder en La Casa de los Pianistas. Su carácter recogido e íntimo recrea esas agradables soirées que debieron compartir gente amiga y aficionada de los artistas que las convocaban, en cálidos salones de una burguesía eminentemente urbana. Entre sus múltiples e inagotables iniciativas, Yolanda Sánchez contó anoche con una nueva propuesta de la soprano sevillana Cristina Bayón y la pianista Noelia Sierra, que tanto ha compartido con la anfitriona. Consiste en un recital de lieder con el matrimonio Schumann como eje de su hilo argumental, y especialmente Clara Wieck, que es su nombre de soltera, cuando se cumplen doscientos años de su nacimiento. Una conmovedora y bien conocida historia de amor y superación transformada en una suerte de epistolario romántico a través de los poemas preferidos del matrimonio.
Comenzar con Vida y amor de una mujer, uno de los varios ciclos que Schumann compuso impulsivamente en 1840 tras lograr la mano de su amada después de muchos litigios e inconvenientes, fue toda una declaración de intenciones así como perfecta ambientación en una época pretérita e irrepetible. No deja de ser sintomático que siendo Clara una mujer adelantada a su tiempo, madre y amante esposa pero también fecunda pianista aclamada en toda Europa, lo que le daba una independencia insólita para la época, Schumann le declarase su amor con este ciclo inspirado en los poemas de Adelbert von Chamisso que ilustran una convencional vida de mujer basada en el respeto y la admiración a su esposo, y sin embargo qué hermosa declaración.
Bayón, que ha dedicado prácticamente toda su vida artística al barroco, en recitales, conciertos y óperas, evidencia una voz afectada que no siempre acierta a evocar el carácter y el espíritu con el que se debe abordar el lied. Y sin embargo qué capacidad para conectar con un público del que hábilmente sabe extraer esa concentración que acaba por convertir la velada en un gozoso entretenimiento. Aunque algunas líneas melódicas y expresivas se perdieran en el exceso de temperamento y teatralidad con la que la soprano abordó estas canciones, su suntuosa y musculosa voz, generosa en cuerpo, encanto y belleza tímbrica, logró un ciclo más que aceptable, con momentos álgidos como ese vigoroso Ich kann’s nicht fassen (No puedo creerlo) o el conmovedor Du Ring an meinem Finger (Tú, anillo en mi mano).