El congreso Infla, Investigación y Flamenco, que concluye hoy en la ETS de Ingeniería de la Universidad de Sevilla con participación de múltiples especialistas –desde foniatras a musicólogos– se detuvo ayer en un aspecto histórico singular: la instrumentalización del flamenco durante el Franquismo, a través de su presencia en los medios de propaganda, especialmente el NO-DO (acrónimo de Noticiarios y Documentales).
La catedrática de Antropología Social Cristina Cruces ha analizado la evolución de este medio respecto al arte jondo, empezando por una primera etapa posbélica, la de los años 40, en la que se trabaja una idea compacta de patria, y donde tienen cabida figuras como Lola Flores –que aparece por primera vez en pantalla en el 43– o La Gitana Blanca.
Sin embargo, en los años 50 se pasa a una presencia dominante del baile español. «La Sección Femenina, con los repertorios populares interpretados por los coros y danzas, van a hacer que el flamenco se blanquee. El baile flamenco, gitano, desaparece en beneficio de figuras más o menos afines al régimen como Pilar López, Antonio, Rosario o Mariemma», explica Cruces.
Así, en la década siguiente, como parte de la estrategia desarrollista en lo económico y aperturista en lo político, el flamenco vuelve tímidamente a oscurecerse. «Se habla de flamenco con todo su campo semántico, cuadro flamenco, bailaores, gitanos, que antes casi no existía, porque solo se mencionaban los bailes españoles, danzas típicas, bailes del país, típicas danzas españolas...».
Son los 60 en los que María Rosa y Lucero Tena «se nos muestran en escenarios internacionales, en Alemania, en la URSS, con escenas de aplausos y admiración hacia lo español. El reconocimiento de ese público era un reconocimiento del régimen», apunta la catedrática. Imágenes de Antonio frente al presidente estadounidense Kennedy, o de Lucero Tena en Rusia, «acompañadas de comentarios como la conquista de los artistas del respetable extranjero, o el modo en que los espectadores de cualquier rincón del mundo quedan subyugados por el flamenco, convierten este arte en un asunto épico, que encierra una lectura simbólica», dice la catedrática.
Es también el punto en que empiezan a mostrarse los cuerpos. «El control se relaja mucho», afirma Cruces. «vemos piernas, espaldas desnudas, brazos limpios, travellings hasta los pies. España es otra cosa, y los medios lo reflejan».