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Actualizado: 24 abr 2015 / 13:19 h.
  • El Museo del Prado se muda a Camas
    Santa Justa y Rufina, de Murillo. / El Correo
  • El Museo del Prado se muda a Camas
    Mujeres asomadas a la venta, de Murillo. / El Correo
  • El Museo del Prado se muda a Camas
    Autorretrato de Murillo. / El Correo
  • El Museo del Prado se muda a Camas
    Niños comiendo uvas y melón, de Murillo. / El Correo
  • El Museo del Prado se muda a Camas
    Las Meninas, de Velázquez. / El Correo
  • El Museo del Prado se muda a Camas
    Niño asomado a la ventana, de Murillo. / El Correo
  • El Museo del Prado se muda a Camas
    El Guernica, de Picasso. / El Correo
  • El Museo del Prado se muda a Camas
    El futbolista, de Picasso. / El Correo
  • El Museo del Prado se muda a Camas
    Señoritas corriendo en la playa, de Picasso. / El Correo
  • El Museo del Prado se muda a Camas
    Las señoritas de Avignon, de Picasso. / El Correo
  • El Museo del Prado se muda a Camas
    Familia de acróbatas, de Picasso. / El Correo
  • El Museo del Prado se muda a Camas
    Cristo en casa de Marta y María, de Velázquez. / El Correo
  • El Museo del Prado se muda a Camas
    La Fragua de Vulcano, de Velázquez. / El Correo

La Fragua de Vulcano, Las Meninas, El Guernica, Santa Justa y Rufina, el Autorretrato de Murillo... Todas estas obras de arte se han podido contemplar de cerca en el municipio sevillano de Camas. Más concretamente en el colegio público El Carambolo. Las clases de Infantil (niños de 3 a 5 años) han recreado los cuadros más famosos de Velázquez, Picasso y Murillo (del que precisamente en Sevilla su ayuntamiento ha presentado una macro exposición con motivo del cuarto centenario del pintor) con un doble fin: aprender experimentando y, sobre todo, construir comunidad educativa. Porque en El Carambolo hacen realidad con hechos esa frase tan repetida (y en muchas ocasiones poco interiorizada) de que los padres deben involucrarse en la educación de sus hijos.

Las profesoras de Infantil pensaron para este curso un proyecto de arte para el que pidieron a todos los padres colaboración: tenían que conseguir recrear un museo con las obras pictóricas más conocidas de tres pintores andaluces universales. María José Ramos, tutora de la clase de Infantil de tres años y miembro de la dirección del centro, cuenta que todas las tardes los padres se reunían en el colegio para, siguiendo las indicaciones de las profesoras, hacer los marcos, traer los utensilios necesarios para conseguir la reproducción más fiel de las obras... Un trabajo por amor al arte, duro, laborioso y de muchas horas, pero que “es una satisfacción”, reconoce María José. “Mi esfuerzo y el de todos no nos lo paga nadie, pero a mí me compensa”.

María José Ramos no duda en la contestación cuando se le pregunta cuáles son los beneficios de enseñar de esta manera: “Fomentamos la creatividad de los niños y la autoestima familiar”. Los cuadros y los autores se repartieron por clases: la de tres años asumió Velázquez, del que se recrearon La Fragua de Vulcano, Cristo en casa de Marta y María y Las Meninas. Los de cuatro años (cuya tutora es Mercedes Berto) se encargaron de Picasso y su Guernica, Familia de acróbatas y El futbolista. Por último, la clase de Murillo (cuya tutora es Remedios Ramos) se encargó de Murillo y las siguientes obras: Niño asomado a la venta, Mujeres asomadas a la ventana, Autorretrato de Murillo, Niños comiendo uvas y melón y Santa Justa y Rufina. El resultado es el que pueden ver en las fotos que ilustran este artículo... No sólo hubo recreación de cuadros. También hubo guías. Un grupo de niños explicaban los cuadros a los visitantes de este particular museo viviente.

Esta manera de enseñar por la que ha apostado el colegio público El Carambolo tiene un efecto más: un colegio que antes no solicitaban los cameros por encontrarse apartado del núcleo residencial ha tenido este año, por primera vez en su historia (32 años), más demanda que oferta. “Por primera vez, hemos tenido que ir a sorteo. Hemos recibido 30 solicitudes”, explica el director del centro, José María Adame. Aseguran en la dirección del centro que ellos no idean estos proyectos buscando premios, pero ¿quién piensa que no se lo merecen?