Son muchas las celebradas colaboraciones que entre director y músico se han dado en el cine, pero pocas con un rendimiento de admiración, respeto y gratitud como la que le dispensó Giuseppe Tornatore a Ennio Morricone en los más de veinticinco años y once películas en las que trabajaron juntos, desde Cinema Paradiso a La correspondencia. Esa relación profesional y de amistad ha derivado ahora en un precioso y valioso documental, imprescindible para amantes de la música, del cine y, cómo no, del maestro, que no son pocos ni pocas. Un trabajo que naturalmente se gestó antes del fallecimiento del compositor, y que de esa manera se basa fundamentalmente en una larga y fructífera, además de reveladora y emotiva, entrevista al autor romano. Reveladora no solo por la cantidad de anécdotas, enseñanzas e impresiones que nos regala del admirado compositor, sino por la imagen nítida y emocionante que ofrece de él, persona sin duda enormemente sensible que no duda en emocionarse y dejar incluso escapar alguna lagrimita cuando la ocasión lo merece.
Emoción que emerge cuando recuerda a Goffredo Petrassi, que fue maestro suyo y a cuya altura siempre quiso acceder, pero de quien recibió no solo desaliento sino desprecio cuando se empezó a dedicar por entero al cine, pero también aplausos cuando su trabajo le convencía, y desde luego mucho aprendizaje, siempre tan de agradecer. Emoción también cuando recibe reconocimientos en forma de premios, o cuando reconoce la decepción que le causó que el merecido Oscar por La misión fuera a recaer en Herbie Hancock simplemente por adaptar canciones ya conocidas en la banda sonora de Alrededor de la medianoche. Emoción cuando recuerda a los grandes realizadores con los que trabajó, Sergio Leone, aunque también le reprocha impedirle trabajar con Kubrick en La naranja mecánica, Elio Petri, que solo pretendía contar con él para una película y acabó haciendo varias, Pasolini, que accedió a prescindir de sus discos de música clásica para ilustrar las películas en las que colaboró con Morricone, también Marco Bellocchio, los Taviani, Bertolucci y tantos otros. Y emoción que procuran también todos estos con sus testimonios, y muchos más, que no perdieron la oportunidad de ponerse ante las cámaras para glosar los indiscutibles méritos del autor de Novecento, algunos ya desaparecidos cuando el documental ve la luz.