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Actualizado: 07 mar 2017 / 09:06 h.
  • En busca del (económico) viaje interior
    El escritor Arturo Pérez Reverte, como otros muchos autores, ha transitado el género de la literatura de viajes. / Pepo Herrera
  • En busca del (económico) viaje interior
    Truman Capote, un autor fundamental en esta categoría.
  • En busca del (económico) viaje interior
    El escritor Jac Kerouac, autor de ‘En el camino’.
  • En busca del (económico) viaje interior
    Fray Bartolomé de las Casas.

Es posible que la así llamada literatura de viajes constituya uno de los subgéneros literarios con una tradición más asentada, hasta el punto de constituir en viables la existencia de editoriales y hasta de librerías especializadas en esta temática. Los orígenes son difusos pero existe un cierto consenso en que podríamos encontrar sus orígenes en los textos de Fray Bartolomé de las Casas y Bernal Díaz del Castillo cuyas crónicas son consideradas las primeras manifestaciones literarias americanas de la conquista.

«Para viajar lejos, no hay mejor nave que un libro», anotó la escritora estadounidense Emily Dickinson. Los libros tienen esa incontestable capacidad de trasladarnos con palabras hasta los rincones más remotos del planeta y describirlos de tal forma que pareciese como si estuviésemos allí. Por eso la historia de la literatura de viajes tiene en su haber novelas icónicas que han marcado a generaciones enteras. Seguramente En el camino, de Jac Kerouac, sea una obra emblemática; el relato generacional de unos jóvenes que atraviesan la Ruta 66.

Venecia, de Jan Morris, en la que se describe la ciudad italiana como pocos han sabido hacer; y Notes From a Small Island, de Bill Bryson, en la que se narra el viaje de despedida de Bryson a lo largo y a lo ancho de Gran Bretaña serían otras dos referencias presentes en cualquier lista de obras fundamentales; donde también destacarían autores como Ernest Hemingway, Graham Greene, Geoge Orwell y Alex Garland, entre otros.

«Podríamos pensar que los lectores buscan aquellos textos sobre viajes que ellos mismos van a emprender; sin embargo los libros más demandados son aquellos que abordan lugares exóticos y poco accesibles; porque el viaje interior que proporciona un libro es una experiencia incomparable y autónoma en sí misma», reflexiona el librero José Orduño. De esta forma, lugares como Nueva Zelanda, Islandia, Siberia, el Amazonas o el Sahara aparecen como los más buscados por los viajeros de sillón, café y un libro por toda maleta.

Sir Francis Younghusband fue uno de los más grandes viajeros de la historia. En su libro Por el Himalaya deja constancia de su pasión por el riesgo, la aventura y los espacios abiertos; el viaje como una auténtica fuerza vivencial y transformadora. En El poder del perro, Don Winslow cincela una trepidante novela que gira en torno al mundo de las drogas que acontece entre México, Estados Unidos, Colombia y algunos países de América Central, viajando por múltiples lugares inasibles a la mayoría de los mortales.

Casi cualquier país sobre la faz de la tierra se puede recorrer, al detalle, solo con los libros. En Más Allá del Jardín, Antonio Gala cuenta el relato de una aristócrata sevillana a partir de la cual desarrolla una trama de ficción en la que se cuelan innumerables pinceladas de una Sevilla un tanto imaginada. «Discernir qué es y qué no es literatura de viajes supone pelearse con una etiqueta que no siempre es fácil colocar», dice Orduño. Por eso, en última instancia será el lector el que lo decida. «Aunque hay una señal inequívoca, en el buen libro de viajes los peligros y penalidades que padecen los personajes son descritos como un componente más de la andadura y el narrador no le otorga más jerarquía que a la descripción de una ciudad», según recoge Sofía Carrizo.

Truman Capote, Paul Bowles, Malcolm Lowry, Sánchez-Dragó, Vázquez Figueroa, Pérez-Reverte... la lista de autores que han transitado el género es ingente, tanto como para llenar estanterías y estanterías. Como sucede en la muy especializada librería sevillana De Ultramar, en la calle Carlos Cañal.