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Actualizado: 19 ene 2017 / 11:22 h.
  • Grecia aterriza en el ‘Taller’ Central
    La obra ‘Still Life’ se representa este viernes y el sábado en el Teatro Central en lo que será su única presentación en España. / Miltos Athanasiou
  • Grecia aterriza en el ‘Taller’ Central
    Dimitris Papaioannou y Manuel Llanes, ayer en el Central. / I. G. C.

El Teatro Central vuelve este fin de semana (viernes y sábado, 21.00 horas; entradas, 19 euros) a reivindicarse como el espacio experimental de mayor vocación de Andalucía. Su escenario se torna taller para acoger el inclasificable espectáculo de «danza y artes plásticas» que presentará la compañía del griego Dimitris Papaioannou, Still Life, en lo que constituye la única oportunidad de presenciarlo en España antes de que se marche a Australia, «quizás para no regresar jamás a Europa», según el director del teatro, Manuel Llanes. «Pido disculpas por no haberle conocido antes», dijo ayer en la presentación en referencia a Papaioannou. «La noche que vi el espectáculo en Amberes salí deslumbrado del teatro; es una obra de una extraña belleza, a medio camino entre las artes escénicas y la performance y con el mito de Sísifo al fondo», expresó.

El creador de la obra viene del mundo del cómic y del diseño. Pero confesó ayer que su casa natural son las «artes visuales». Y Still Life, según Llanes, es «como una atmósfera que ocupa todo el teatro, una experiencia; una oportunidad para decir dentro de unos años: ‘Yo también estuve allí’», remachó el director del teatro alimentado la expectativa. Pero, ¿de qué va todo esto? La respuesta no está a la mano. «Quiero pensar que es una obra divertida en un contexto muy extraño, en blanco y negro», confesó el artista griego, responsable de la dirección, pero también del concepto visual, el vestuario y el diseño de luces.

Con siete intérpretes en el escenario, el montaje «reflexiona sobre el trabajo; trata del hecho de confrontar la materia física con el fin de sublimar nuestra existencia por encima de esta». Con sus respuestas, Papaioannou resuelve pocos enigmas. Parece que la única forma de descubrir qué es Still Life es enfrentándose a ella. «Este espectáculo es como una vida en suspense, a la espera. Algo que puede suceder, concentrado en algunas imágenes simbólicas y que resumen toda una vida, su esencia, su sentido», indica en las notas a la obra Denis Sanglard.

El creador cuenta que su manera de trabajar consiste en encerrarse en el taller con unas pocas ideas en la cabeza, muchas veces inconexas. Ideas que pueden ir desde la evocación de una textura –aquí un colchón enfoscado como una pared– hasta la necesidad de encerrar la naturaleza de forma artificial –crear nubes de humo con formas predeterminadas– o reivindicar la figura del inventor Nikola Tesla, creador de la corriente alterna, el rayo de la muerte y la radio, aunque esta invención le fue robada por el mucho más audaz Marconi. «Yo mismo ni siquiera sé de qué va Still Life», resumió finalmente.

Para interferir lo mínimo posible en la percepción de lo que se muestra, la obra prescinde de música. «Todas las acciones que se hacen en el escenario, por pequeñas que sean, están amplificadas. También distorsionamos muchos de los sonidos que se producen; es un tipo de concierto, una experiencia de escucha distinta», dijo a la par que invocaba la figura del gran padre de la música experimental, John Cage. «Cada vez me resulta más difícil poner música a mis creaciones; siento que si pongo una banda sonora estoy guiando las emociones del público; estoy diciéndoles qué tienen que sentir en cada momento. El silencio, por el contrario, es neutro y añade más extrañeza, creando una duda constante sobre lo que pasará a continuación; y esta es una pieza en la que el tiempo siempre parece estar suspendido», reflexionó Papaioannou.