El último trabajo literario del militar y escritor Manuel Pozo Gómez, afincado en Madrid y de profundas raíces sevillanas, se titula RRetos HHumanos, así, con doble erre y doble hache, pues el guiño hace referencia al controvertido oficio del directivo de Recursos Humanos en las empresas, aquí representado en la figura transversal y tan querida de Irene Díaz de Otazu, la directora del departamento de Recursos Humanos de la empresa Green Technology, que, aunque se dedica a la creación de videojuegos, en la trilogía de Pozo funciona más bien como una plataforma en la que, desde la literatura, cincelar a unos trabajadores de los más diversos ámbitos y las más variadas condiciones aunque todos tengan en común esa singular característica de ser personas. Seres humanos al fin y al cabo. Y ahí radica el interés de la saga y el reto de convertir en literatura de personajes unos ingredientes, en principio, tan poco literarios: el mundo empresarial, el de los fríos directivos, las cuentas corrientes, las reuniones, los despidos, los ERTES y los ERES, las horas extras, las subidas o bajadas de sueldos, en fin, todo ese mundo tan gris y tan real que no tan fácilmente a alguien podría habérsele ocurrido literaturizar.
A Manuel Pozo, licenciado en Filología Germánica y autor de un delicioso libro de relatos titulado Violeta sabe a café, no solo se le ocurrió en la década pasada, sino que consiguió coordinar a un nutrido grupo de gente que poco tenía que ver con las letras y ponerlos a escribir. Casi todos venían del mundo de la ingeniería, de los recursos humanos, de la informática, del derecho o de la empresa, aunque algunos al menos eran periodistas, sociólogos o psicólogos. Dio igual, porque la idea, desde el principio, fue rizar el rizo de un relato colectivo en el que cada uno de los cuentos fuera independiente y a la vez tuviera que ver con los demás, con la trama común de la gran empresa de videojuegos y los grandes traumas de los Recursos Humanos para hacerla avanzar en una sociedad cada más difícil sin olvidarse de la gente de carne y hueso que trabaja en ella. El resultado, en estos últimos seis años, han sido tres libros concatenados: RRelatos Humanos en 2015; RRetratos HHumanos, en 2019; y RRetos HHumanos ahora. El propio Pozo escribe uno de los doce relatos, pero se hace acompañar por Juan Antonio Esteban, Luis Expósito, Rosa Allegue, Aurora Herráiz, Astrid Nilsen, Tomás Otero, Lorenzo Rivarés, Enrique Rodríguez, Julio Rodríguez, Beatriz Soriano y Juanjo Valle-Inclán. El equipo, cada cual con su estilo, sus obsesiones y sus trozos de vida reales, ha dado la talla en esta nueva obra colectiva que focaliza estos tiempos de pandemia que ahora parecen empezar a formar parte del pasado.
Recursos o activos
El autor del prólogo de esta tercera entrega es Antonio Garrigues Walker, el presidente de honor del bufete que lleva su nombre y presidente de honor de España con ACNUR. “Sugiero, con otros que lo han hecho antes, eliminar la palabra recursos y sustituirla por activos, o cualquiera otra mejor que dignifique a los trabajadores y su función en la empresa”, dice, y añade: “Y ya puestos, seguir perfeccionando las medidas para humanizar el trabajo y no darnos ningún descanso en esa tarea decisiva”.
En rigor, ese es el objetivo de estos libros humanizadores de los llamados recursos humanos e incluso de los directivos que se encargan de su gestión, siempre vistos como auténticos tiburones deshumanizados que ni sienten ni padecen delante de una cuadriculada tabla en la pantalla de sus portátiles. No somos así, parece gritar desde el fondo de su propio personaje Irene Díaz de Otazu, “que con el paso del tiempo y de tres libros se ha vuelto más sensible y más humana, aunque también se ha ganado unos cuantos detractores”, avisa Pozo en la introducción, donde aclara que el libro está dedicado a la esposa del primer escritor que firma el primero de los relatos, La distancia. Juan Antonio Esteban, en la ficción, cambia de rol y, convertido en narradora, hace que el enfermo repentino sea su marido, Mario, al que se llevan a la UCI mientras ella se encarga de gestionar, desde el doble distanciamiento que le imponen el coronavirus y su desconocimiento, la empresa de artes gráficas reconvertida a lo digital que había heredado su marido y que, en aquellos tiempos difíciles, recaía en Juan Fran, su mano derecha y en la práctica directivo de Recursos Humanos que a ella misma, trabajadora de Green Technology, le abre la mirada a otra manera de hacer las cosas. “No te preocupes mucho por no conocer el negocio”, le dirá Juan Fran mientras su marido está en el hospital y ella se desvive por no tener el don de la ubicuidad. “En el fondo, da igual que imprimas carteles para saraos de la farándula o que vendas naranjas. Lo que hace funcionar a los negocios son las personas. Trata de hacer que estén a gusto y lo demás vendrá solo”. Otra vez la clave del libro, del proyecto.
Retazos humanos
Hay un relato que sobresale por encima de la mayoría que es el titulado Retazos Humanos, de Lorenzo Rivarés, doctor en Psicología Industrial e investigador en la Universidad de Salamanca en ámbito de los RRHH. Realmente conmueve y escuece la historia del becario mexicano sin piernas al que su madre embarca hacia España para que no caiga en la tentación del narcotráfico. La relación del mexicano en silla de ruedas con uno de los crueles directivos de Green Technology para conseguir hacer un anuncio de publicidad institucional que venda la imagen de empresa humanizada porque ha acogido a un latino discapacitado entre sus filas es verdaderamente vertiginosa.