La gracia y el ritmo se dieron la mano en esta penúltima entrega del ciclo completo de las sinfonías de Beethoven para piano a cuatro manos que está desarrollando Iberian & Klavier Piano Duo en el teatro de la calle Chicarreros de la mano de Juventudes Musicales de Sevilla. Todo un acierto para celebrar el doscientos cincuenta aniversario del nacimiento del compositor, que tanto la institución como la pareja de pianistas están llevando a buen puerto a pesar de las continuas restricciones en forma de obstáculos que estamos sufriendo en el tan castigado mundo de la cultura en todo el país y el resto del planeta. Motivos suficientes para valorar y apreciar aún más la titánica labor que están llevando a cabo tanto promotores como artistas en este insólito y singular episodio de la historia de la humanidad.
En esta ocasión las dos piezas seleccionadas fueron escritas ambas en 1812 y exhiben el espíritu más desenfadado y animado de Beethoven. La gracia vino de la mano de su Sinfonía nº 8, compuesta durante una feliz estancia en el Balneario de Teplitz, en Bohemia, cuyo carácter gracioso y desenvuelto hizo que durante mucho se considerase inmerecidamente una obra pequeña y menor. Su duración efectivamente no es considerable, y para la ocasión se recortó aun más para adaptarse a las exigencias de horario de la sala, como también lo hizo la Sinfonía nº 7, prescindiéndose fundamentalmente de las repeticiones. Como en comparecencias anteriores, Sierra y Tévar exhibieron músculo y energía para desplegar las notas según arreglos en esta ocasión de Wilhelm Meves, quien también arregló sinfonías de Joseph Haydn para piano a cuatro manos, además de componer mucha música de cámara para piano y violín especialmente. En los movimientos extremos el dúo aprovechó para lucirse en virtuosismo, ritmo y vivacidad, si bien la gramática imposible del último movimiento al teclado provocó alguna pérdida de brillo y concentración. Los movimientos centrales sirvieron para relajarse en su ligereza sin por ello perder el sentido y la elegancia de su naturaleza, maridando a la perfección el espíritu de lo viejo y lo nuevo que tan bien proclama esta pieza llena de encanto y candor.