Una de las obligaciones irrenunciables de un teatro público es la educación de sus incondicionales y quienes estén por serlo. Ampliar públicos y ofrecerles programas cada vez más eclécticos tiene que estar entre sus prioridades. No olvidemos que no se trata de una empresa para producir ganancias, aunque esto también esté lógicamente entre sus objetivos, sino un espacio sufragado entre todos y todas para progresar en cultura y ampliar horizontes. Por eso celebramos esta nueva iniciativa del Teatro de la Maestranza a impulsos del siempre inquieto y estimulante Zahir Ensemble, de traer a Sevilla óperas breves enmarcadas en música contemporánea, creadas por jóvenes autores y autoras, de carreras incipientes aunque a veces bien asentadas. En esta aventura participa Klang21, una institución de apoyo a la música contemporánea y las artes escénicas, que tiene su sede en Salzburgo y al director escénico Thierry Bruehl como su principal mentor, partiendo del Taschenopernfestival al que se desplazó el director del Maestranza, Javier Menéndez, para supervisar las tres piezas que ayer tarde se interpretaron en la Sala Manuel García.
Una combinación de música, ni gritos ni ruidos, sino sonidos armónicamente articulados para provocar sensaciones, interpretación dramática y puesta en escena que aunque no responde al concepto que tradicionalmente tenemos acuñado de ópera, sí se ciñe a su definición más básica en cuanto a simbiosis entre música, drama y escena. Tres piezas cortas concebidas como talleres de composición integraron esta primera incursión de Innova Ópera en la escena hispalense. Introducidas de forma muy intencionada por el niño Julio Figueredo, quizás como un guiño a las nuevas generaciones, con una especial gracia y capacidad para transmitir basada en el artificio y una compostura algo robótica, cada obra dejó su impronta en nuestras emociones, provocando sentimientos muy distintos a partir de sus muy reflexivas notas. Así, la joven croata residente en Stuttgart Sara Glojnaric extrajo complacencia y alegría con su dúo de percusión y voz femenina, presuntamente a partir de breves introducciones de canciones pop de los 80 y los 90, aunque apenas fuimos capaces de vislumbrar el éxito de C+C Music Factory Gonna Make You Sweat, y eso temiendo equivocarnos. La soprano japonesa afincada en Sevilla Sachika Ito dio perfecta réplica a la batería en una obra basada en el ritmo y la ebullición de los afectos, toda una experiencia multisensorial llevada a buen puerto por un dúo en perfecta sintonía.