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Actualizado: 09 nov 2015 / 23:20 h.

Objeto de una imprescindible retrospectiva en el festival, el veterano realizador francés Paul Vecchiali no ha parado de dirigir desde principios de los sesenta, con más de veinte largometrajes a sus espaldas entre los que destacan L’étrangleur, Femmes femmes, Wonder Boy o Encore, y otros muchos trabajos para la televisión. Sin embargo sus películas apenas se conocen fuera de Francia, y allí tampoco alcanzan siempre los circuitos comerciales de exhibición. Su universo particular, a menudo incómodo, lo convierte en el clásico enfant terrible no apto para todos los gustos y sensibilidades. Si en 1971 diseccionaba la vida con C’est la vie!, en su último largometraje le toca el turno al amor, en su vertiente más sólida, sustentado en el respeto y la dependencia así como en la costumbre y la obsesión, y el más desatado y arrojadizo, basado en el deseo y la atracción, el morbo y la seducción a la que siempre queremos ser sometidos, cualquiera que sea nuestra edad. El lenguaje naturalmente no es ni convencional, fácil ni cómodo, aunque su puesta en escena, colorista y luminosa, lejos del estilo Fassbinder que caracterizaba sus films en los setenta, ayude a entablar el diálogo con soluciones formales y narrativas entre experimentales y caprichosas. Diálogos repetidos con distinta entonación para pervertir su sentido, o repetidos tal cual para insistir en él, junto a primeros planos enmarcados en una naturaleza netamente mediterránea, pueblan un filme que puede causar estupor y hasta espantar, pero que encierra en su poético trazado verdades absolutas sobre las relaciones sentimentales, hetero, homo y bisexuales, oxidadas, renovadas y provocadas con bailes de seducción y posterior apaleamiento.


C’est l’amour

(***)

Sección oficial / Fuera de concurso. Francia 2015 98 min. Dirección: Paul Vecchiali Intérpretes: Astrid Adverbe, Pascal Cervo, Julien Lucq, Fred Karakozian, Paul Vecchiali