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Actualizado: 25 nov 2019 / 08:39 h.
  • José Manuel Begines. / El Correo
    José Manuel Begines. / El Correo

Al poeta palaciego José Manuel Begines Hormigo, Premio Nacional Amantes de Teruel en 2015 y doblemente galardonado en las dos ediciones de la Feria del Libro que ha convocado un certamen poético en su propio pueblo -que tantas veces es lo difícil, como dijo Cristo de ser profeta- le quedan muchos más versos por escribir que los que ha escrito, pero, como le ocurrió a Gil de Biedma a mitad de camino, ha necesitado publicar estos últimos versos de su incesante producción para, como dice el título, “seguir viviendo”. “No quisieron decirme / que la vida iba en serio / ni que el futuro era / un anciano / con los ojos llenos de pliegues / que mira / hacia / el / pasado / con las manos vacías, / con el alma tronchada”. La colección Otras Poesías de la editorial sevillana Alfar acaba de lanzar este último poemario que, después de Mañana será nada (Devenir, 2013) y Las plazas, el amor y las estrellas (Ayuntamiento de Teruel, 2015), termina de consolidar a un poeta que también ha hecho sus incursiones en la novela (Como fiera que te acecha, Ediciones en Huida, 2016; o Belén, Ediciones Pangea, 2018).

El libro se divide en cinco apartados titulados con un fragmento de verso célebre e inolvidable de cinco grandes poetas hispanos de todos los tiempos, a saber: “Encadenado a un lirio”, del capitán del Modernismo, Rubén Darío; “Siempre todavía”, del poeta más filósofo que ha dado el siglo XX español, Antonio Machado; “La dudosa luz del día”, de quien fuera poeta de las tinieblas y luego rescatado por el 27, Luis de Góngora; “Un himno gigante y extraño”, del primer poeta moderno de nuestro país, Gustavo Adolfo Bécquer; y “¡Ah de la vida!”, de ese portentoso hacedor de sonetos en lo más duro del Barroco que fue Francisco de Quevedo.

De todos ellos, es decir, de los mejores, ha bebido Begines, a la sazón doctor en Teoría de la Literatura y Literatura comparada por la Universidad de Sevilla y profesor en el IES Almudeyne de su pueblo, aunque “para ser un poeta / me sobran / las despensas y los supermercados, / las citas con el médico, los niños / jugar al pilla-pilla, / luchar todas las tardes con el tiempo, / la ducha, los deberes, / pasarle al coche la ITV...”, como dice en uno de los 40 poemas que componen el libro. Al principio, el preludio, nos da ya una pista de la calidad de esos versos endecasílabos y heptasílabos, a veces alejandrinos, que hilvanan todas las páginas: “Las ilusiones mueven / el infinito juego de hacer cábalas: / Loterías y Apuestas del Estado. / (...) / Se nace con boletos bajo el brazo / y algunos ganan padres cariñosos, / un camarero amable que sabe nuestro nombre, / unos ojos azules para ver el reflejo / de la luz en las alas / doradas de las mariposas, / una playa sin gente, / hermanos cómplices, amigos / una casa, unas manos, una postura cómoda / para dormir de noche, / una tendencia irreprimible / al llanto o a la risa”.

Para seguir viviendo es, de momento, un testamento de lo vivido para seguir haciéndolo, una inspiración honda en el aire de su propia poética para seguir respirando en el mundo de todos. Y en sus páginas, atravesadas por ese verso sin estridencias que ha conseguido cincelar este maestro de la lírica sin rima -este poeta de siempre capaz de alternar el verso libre y el soneto-, late la palabra de un ciudadano acosado por la vida que no cesa; un padre enamorado de los años que pasaron, pero también de los venideros que lo encontrarán “empeñando mi vida en que no crezcas, / en seguir abrazándote; / y tú, / en crecer y en vivir / por encima de mi alma malherida”; el hermano de alguien que no está y por quien “no quiero confesarme que te extraño / por no echar más dolor a mi dolor”; el hijo de un padre que “no me habló / del dolor / de su ausencia / en las noches oscuras / ni del ruido eterno / que hace / la memoria / herida / de muerte”; y hasta el poeta que no se reconoce en los colegas que “descubren la Verdad / y gesticulan complacidos”, pues “ya hace tiempo / que tengo ganas de decirte / -tan idiota, tan callando- / que te vayas al infierno / por la puerta de atrás / y te lleves contigo / todo / lo que no soy”.

Para seguir viviendo es, como dice en la contraportada el director de la colección, Alejandro Pérez Guillén, “la creación de un poeta que profesa el gusto por la precisión y la verdad sin retoricismos vacuos, el mimo deliberado y consciente de la palabra, un gusto exquisito por el ritmo cuidado”.

El libro se presentará este jueves 28 en la Casa de la Cultura de Los Palacios y Villafranca, a las 20.30 horas. El mes que viene se presentará en algunas librerías de la capital como Botica de Lectores.