John Richard Durant lleva treinta años viviendo en Sevilla desde que participara como clarinetista en el ilusionante proyecto de creación de la Orquesta Sinfónica de Sevilla en el año 1991. Se instaló aquí junto a su esposa Jill Renshaw, violinista de la orquesta, y confiesa sentirse muy feliz y realizado entre nosotros y nosotras. Este martes 23 de enero dirigirá la formación en sus Conciertos Escolares, una cita habitual desde hace un par de temporadas. Será en el Auditorio Riberas del Guadaíra, a los pies del imponente Castillo de Alcalá. Dice que sólo conoce este espacio como oyente, cuando hace unos años asistió allí a un concierto del guitarrista de jazz Stanley Jordan, y que recuerda que contaba con una competente acústica.
En el programa, su música para el cuento El bosque, escrito para la ocasión por Ana Hernández Sanchíz, también narradora en el evento. Un trabajo que invita a cuidar nuestro entorno, la belleza y la majestuosidad de la naturaleza, algo tan apropiado para el público infantil al que va destinado el proyecto. La música de Durant precede a la de Paul Patterson para la versión con la que Roald Dahl tergiversó el cuento de Caperucita Roja en sus Cuentos en verso para niños perversos, donde también versionaba otros clásicos como Cenicienta, Blancanieves o Ricitos de Oro. Little Red Riding Hood Op. 73 de Paul Patterson fue un encargo en 1992 de la Fundación Roald Dahl, aumentando los versos originales con diálogos y narración en prosa de Donald Sturrock, especialista en el autor de Willy Wonka y la fábrica de chocolate y Matilda. Nos comenta Durant en un castellano de perfecta gramática pero fuerte acento británico, que la autora de El bosque y narradora del espectáculo, Ana Hernández Sanchíz, ha hecho un excelente trabajo completando la traducción que vino de Londres. Para Durant este concierto tiene un alto componente educacional de conservación y cuidado del medio ambiente, por lo que el bosque, paisaje muy recurrente en tantos cuentos como Hansel y Gretel o Pedro y el lobo, se convierte en terreno con el que preparar Caperucita. La orquesta sinfónica añade un componente emocional muy en consonancia con la música de cine, seguramente tan familiar a niños y niñas. En este sentido, Durant destaca el trabajo tan inspirador desarrollado por compositores como John Williams, tan vinculado a la música sinfónica y con tan alto nivel en orquestación, y Hans Zimmer, más próximo a la electrónica, sin duda los más destacados autores del género en la actualidad.
Durant conoció a Paul Patterson hace muchos años. Considera que tiene un estilo muy original, con mucho sentido del humor, con esa particular ironía británica tan ajustada al universo de Dahl. Aquí Caperucita no es tan joven, es ya una adolescente con mucho carácter, su abuela bebe y el lobo se muestra temeroso. Una versión que sorprenderá a los niños y que la orquesta interpretará con una nutrida presencia, incluida una sección completa de metal. En este sentido, el maestro está muy vinculado a la enseñanza de los y las más jóvenes, gracias a su trabajo entrenando un par de veces a la semana al coro de la escuela privada internacional del Aljarafe Yago School, con la que ha intervenido en varias ocasiones en los conciertos de Navidad de la Sinfónica que coordina Vladimir Dmitrienco, violinista de la orquesta. Tras varios años tocando en la ROSS, ha regresado puntualmente a Inglaterra para intervenir en orquestas como la Sinfónica Ciudad de Birmingham. Antes ya había colaborado con la Hallé, la Filarmónica de Londres o la BBC Concert Orchestra. Pero nunca dejó su residencia en Sevilla, donde él y su esposa reconocen haber sido acogidos con mucho cariño. En Londres ha trabajado también en varias ocasiones en el West End en musicales del calado de Los miserables. Dice sentirse más cómodo y libre componiendo que arreglando música para cantantes que a menudo imponen su criterio, lógico según él tratándose de canciones que han interpretado tantas veces a su modo particular. Ha coqueteado con la música contemporánea gracias a haber trabajado con compositores de la talla de Olivier Messiaen, a quien conoció durante sus años en la Academia Real de Londres, después de licenciarse en el Trinity College de la capital británica. Admira el proceso de componer del autor de la Turangalila, y cómo entiende las notas como colores. Esa influencia se percibe en algunas de sus piezas, como Mosaicos para cuarteto de oboe y cuerda. Por otro lado, vivir en Andalucía le ha conectado tanto con el flamenco, y esto se percibe también en su música, especialmente en piezas tan relacionadas con su amor a la tierra como Alcázar o Impresiones de Sevilla.