El estudio creativo Morgancrea está detrás de importantes eventos culturales de las últimas décadas. Por ejemplo, el enorme panel que combinaba las pantallas en las que aparecían desde sus casas u hoteles las personas nominadas y demás invitadas en la mejor gala de los Premios Goya hasta ahora realizada, la que celebró Antonio Banderas en plena pandemia en un Teatro del Soho vacío, fue responsabilidad de este equipo vasco. Uno de sus grandes logros fue ilustrar hace exactamente veinte años una interpretación de la Sinfonía Fantástica de Berlioz a cargo de Víctor Pablo Pérez y la Sinfónica de Galicia en la Quincena Musical de San Sebastián, a fuerza de una exhaustiva combinación de secuencias de películas mudas con las que más o menos se pretende seguir el programa diseñado por el compositor para la que se considera la primera obra en su género y precursora del poema sinfónico que poco después desarrollaría en profundidad Liszt y más adelante perfeccionaría Strauss. Siempre ávido de experiencias nuevas y renovadoras, ha sido nuestro admirado Juan García Rodríguez quien para coronar otra extraordinaria programación de conciertos – con el punto cumbre que supuso el concierto que convocó a Natalia Labourdette y cuatro pianos en febrero pasado – ha decidido echar mano de este montaje que ya se ha paseado entre otras plazas por la Ópera de Sydney, el Auditorio de Tenerife, el Festival Estoril de Lisboa y el Palau de la Música Catalana.
Hubo un tiempo, cuando se celebraban en este mismo Teatro de la Maestranza los Encuentros de Música de Cine, que algunos echábamos de menos proyecciones de secuencias de las películas cuya banda sonora en forma de suites y temas se interpretaba. Pero fue en Gante, que celebra un festival de música de cine en el que se entregan unos prestigiosos premios relacionados con el género, donde apreciamos que esa solución estética funcionaba a medias, ya que nos obliga a mantener más atención en la imagen que en la música, que queda en un segundo plano. Otra cosa muy distinta es la costumbre extendida en las últimas décadas de proyectar grandes clásicos del cine con su música interpretada por una orquesta sinfónica en directo, y que constituye un espectáculo en sí mismo. Lo cierto es que algo parecido nos pasó en este concierto de la Conjunta celebrado ayer tarde, y aunque intentamos denostadamente centrar toda nuestra atención en las magníficas prestaciones de García y la orquesta, no pudimos evitar prestar una especial atención a la imagen, más cuanto consistía además en descubrir entre tal maremágnum de imágenes algunas cintas tan populares como El fantasma de la ópera, Metrópolis o Un perro andaluz, y estrellas como los hermanos Barrymore o Lon Chaney. No cabe duda de que se trata de un trabajo excelente, que mantiene en la medida de lo posible un enorme respeto por el argumento ideado por el propio Berlioz para su trabajo más popular y reconocido, y que la sincronización con el discurso orquestal fue ni más ni menos que ejemplar. Pero nos quedó ese sabor agrio de no haber apreciado en su totalidad la que nos pareció una interpretación ejemplar e impecable de la célebre página.