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Actualizado: 18 nov 2022 / 05:09 h.
  • Caballo de Troya 12: el eterno viajero en el tiempo

Ahora el buen periodista y escritor navarro ve como su obra «Caballo de Troya», el número 12, bajo «subtítulo» de «Belén», llega a muchas librerías y son muchos los seguidores que se agolpan para tener esta nueva pieza de un hecho histórico tan trascendente como la vida de Jesucristo.

A la polémica de si es real o no lo que se cuenta en el mismo, que se han mantenido en el tiempo y que se alimenta con cada nuevo lanzamiento, siempre ha respondido el autor que se basa en informaciones y en investigaciones propias, no obstante el argumento de la saga es apasionante pues es la historia de dos viajeros en el tiempo que se apasionan en seguir a Jesús de Nazaret. Dos militares estadounidenses que se habrían viajado al siglo I y encontrarse con aquella tierra, con sus conflictos, con el yugo del Imperio Romano, con las restricciones religiosas impuestas por los propios hebreos.

Los seguidores de la saga recordarán como en «Caballo de Troya» 9 se eliminaron algunas páginas del diario del militar que viajó en el tiempo, suponían seis meses, desde abril del 27 d.C. hasta octubre del mismo año. Es el momento en el que Jesús de Nazaret hoy al querer ser capturado por los miembros del Sanedrín. ¿Qué decían esas páginas? ¿Cual fue la verdadera razón -más allá de «razones técnicas»- por que no se publicaron? Ahora en «Belén, Caballo de Troya 12» ven la luz para sorpresa de todos.

La vida de Jason y Eliseo, los militares estadounidenses, sus vicisitudes, las enseñanzas, todo ello aflora nuevamente dentro de este libro que sorprende con la siempre hábil pluma de J.J.Benítez.

La trama

Además, con Belén, J. J. Benítez termina la transcripción de la serie Caballo de Troya. El primer volumen se publicó en 1984. Según el periodista y escritor navarro, se trata de su trabajo más profundo y emblemático: el buque insignia de la «flota» de J. J. Benítez (setenta libros publicados). «Ahora —dice Juanjo— puedo morir o desaparecer tranquilo».

A lo largo de la saga Caballo de Troya, los protagonistas descubren algunos momentos de la historia que divergen de la versión oficial. Por ejemplo, un detalle que no revelan los evangelistas según la novela es que, a los 31 años, en

5 la montaña sagrada Jesús recuperó su divinidad, al convertirse en un Hombre-Dios. Pese a todo, Jesús se revela como un personaje más que sufre con algunos momentos terribles como la matanza de los Inocentes o que se divierte mientras se baña en un río junto a algunos de los apóstoles. Además, la obra consigue generar una importante conexión con Jesús gracias a las profusas descripciones de su atuendo y aspecto:

Vestía la habitual túnica blanca, sin costuras (...) Sus ojos rasgados -color miel brillaban de felicidad (...) El Galileo, sí, era un hermoso ejemplar: 1,81 metros de estatura, hombros anchos y poderosos, cuerpo musculoso, sin un gramo de grasa, piernas de atleta y manos largas y estilizadas. Solo la nariz -prominente y típicamente judía- desentonaba en aquel rostro alargado y caucásico.

Además, se nos presenta a un Jesús que realiza milagros, que se acerca a los enfermos y que hace gala de una inmensa humanidad, a pesar de vivir una persecución que se prolongará a lo largo de toda la novela...

A lo largo de su peregrinar, siendo perseguido por el Sanedrín, Jesús realiza diversos prodigios ante la atónita mirada de diversos testigos.

Casos impactantes

Uno de los casos más impactantes es el de Zswina, que padecía ataxia, una enfermedad degenerativa que provoca la descoordinación de los movimientos musculares, haciendo que la mujer no pudiera valerse por sí misma desde hacía siete años. Además, de continuar en ese estado, era muy posible que no le quedara mucho tiempo de vida. Su hijo consiguió llevarla a los pies de Jesús, para pedirle por favor que intercediera por ella.

El Hijo del Hombre se arrodilló ante Zswina, le acarició los cabellos y le regaló su mejor sonrisa. Entonces aproximó su rostro al de la beduina y le cantó:

¡¡Shukran...!! ¡¡Ituwwel ’emr-k!! («Que Él te alargue la vida»).

En ese instante apareció un inmenso rayo azul (sin trueno), cuya presencia se prolongó durante diez segundos. Tras su aparición, la luz fue extinguiéndose, dejando un intenso olor a mandarina en el ambiente.

Sorprendentemente, Zswina parecía sanada. Se levantó y caminó sin tropiezo, con agilidad, sin ayuda de nadie. La beduina corrió hacia Jesús con el rostro bañado en lágrimas. Los dos lloraron. Todos los allí presentes lloraron.

Otro de los prodigios presenciados por el mayor de la USAF y narrados con detalle en su diario es el de una niña samaritana de cinco años, plagada de tumores. Se trataba posiblemente de un lipoma, una enfermedad hereditaria. Más de treinta tumores que se hallaban mezclados con otros nódulos o angiomas rojos y azul purpúricos. Pese a todo, la pequeña jugaba con un cubo de metal junto a un pozo.

Al verla, Jesús se acercó a ella, cogió su cubo de agua y mojó su mano izquierda en lo que quedaba de agua. Después limpió la rodilla derecha de la niña, que estaba ensangrentada. Finalmente le besó uno de los tumores que le tapaban el ojo. Y fue en ese preciso instante cuando surgió una inmensa luz azul que parecía proceder del pozo y ascender hasta los cielos. En su interior flotaban trillones de puntos luminosos.

Cuando todo cesó, los allí presentes descubrieron desconcertados que la niña samaritana había quedado sanada. Una vez más, Dios parecía haber intercedido.

Será algunos de los pasajes desconocidos que se encuentran en este libro que, de nuevo, nos llevará a viajar en el tiempo para conocer mejor todo lo que rodea a Jesús de Nazaret y, como siempre, con la mágica pluma de J.J. Benítez.