Fue en 1997 cuando dentro de un apartado muy especial, investigadores del diario “El País”, encontraban un completo dossier en el Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores. Aquel informe estaba sellado por el servicio secreto hispano y se adjuntaban los nombres de 104 nazis refugiados en España...
El dossier incluía previsiones, fechas de entrada, nuevas identidades... Todos ellos buscando el “Paraíso” español teniendo sus particulares “mecas” en la Costa del Sol, la Costa Blanca o Baleares.
A los nombres de los más conocidos como León Degrelle, Otto Skornezy y Otto Ernst Remer habría que unir los de muchos otros que viviendo amparados por el régimen de Franco sin mayores molestias que el vivir diario lejos de preocupaciones por juicios por crímenes de guerra...
Paradigma de todo ello sería León Degrelle, nazi de origen belga, idealista, muy próximo a Hitler, creador del Rexismo. Su avión se estrelló en San Sebastián, jamás llegó a ser general de las SS aunque Himmler lo nombró como tal, pero ya estaba depuesto cuando lo hizo. Franco le dio la nacionalidad española con el nombre de José León Ramírez Reina. En España vivió en Sevilla, en la localidad de Constantina, allí dirigió una constructora y excavaciones arqueológicas. Siguió con su actividad propaganda del sexismo y su ideología nazi. Más tarde se trasladó a vivir a Torremolinos y falleció en Málaga en 1994.
Otto Skornezy también se refugió en España y vivió entre Madrid y las Islas Baleares (Pollença) donde fallece en 1975. En España Skornezy desempeñó labores de ingeniero, pero también fue el ideólogo de la organización “Odessa”. Editó dos libros: “Vive peligrosamente” y “Luchamos y perdimos”, donde da muestras de su ideología nazi y pro-hitleriana. A él se debe participaciones en el rescate de Mussolini en el Gran Sasso o la “Operación Greif” en las Árdenas.
En 1994 llegó a España Otto Remer, jefe del servicio de escolta del Fuhrer y el valedor del fracaso del atentado contra el Führer capitaneado por Claus von Stauffenberg.
Otro caso es el del nazi Anton Galler que vivió en Denia (Alicante) y fue el principal responsable de la matanza de Santa Ana (Italia), en esta localidad italiana fue donde se exterminaron mujeres y niños..., sin piedad. Galler vivió en Denia hasta el día de su muerte en 1995 a la edad de 95 años.
En Alicante también se asentó Gerard Brehmer, oficial de las SS y miembro de la escolta de Hitler, en Alicante se dedicó a actividades urbanísticas, y cuanta le leyenda que narran sus más allegados que Brehmer celebraba en su hotel se festejaba con champán el aniversario del nacimiento del Fuhrer donde acudían varios de los miembros huidos de la Alemania nazi.
Wolfgang Jugler se asentó en Marbella a la que curiosamente debe miles de euros. “¡Es un monumento a Hitler, todo está empapelado con sus fotos, hay cuadros de él con enormes marcos de oro!”, así se expresaba un agente de seguros que tuvo que visitar el inmueble para formalizar un seguro. Jugler compró la vivienda a un judío... He ahí los ideales nazis...
Hans Juretschke, fue otro de los refugiados en España, era catedrático emérito y director del departamento alemán de la Universidad Complutense, se especializó en nuestra cultura y fue de reconocido hispanista con un pasado...
Es un largo repaso el que vamos a realizar, repaso a los nazis refugiados en España (sólo algunos de ellos) como Hauke Pattist. Llegó a España en 1951, veía huyendo de la justicia holandesa donde había sido condenado a cadena perpetua... Se instaló en Ribadesella (Asturias).
¿Quiere conocer la historia de esos nazis en España? Todo comienza en los primeros años de la década de los 30 y finaliza cuando la Alemania nazi cae derrotada en la IIª. Guerra Mundial, aunque los tiempos dorados del espionaje nazi en España iban a ser precisamente en el periodo durante el que se desarrolla la última Gran Guerra.
Con tal clima en Europa, en plena guerra, mientras franceses y británicos se batían con los bien pertrechados ejércitos alemanes en sus diferentes frentes de batalla, en España se mantenía la calma mientras se trataba de ahogar los últimos ecos de una guerra civil tan cruel como cainita. Sin embargo el gobierno del general Francisco Franco atendía a todas las peticiones que desde Berlín le llegaban y esa falsa neutralidad era conocida por los países contrarios al régimen e ideología de Hitler.
Y poco a poco, la entrada al Mediterráneo, España, fue tomada por los nazis, siendo una auténtico hervidero de espías de uno y otro bando, tratando de conocer los secretos más íntimos y reservados de las potencias enemigas. En España se daban cita espías nazis, pero también británicos, franceses, americanos y hasta japoneses por no hablar de los espías “freelance” que también vendían sus secretos al mejor postor...
Sin embargo había una diferencia clara y evidente entre los de un bando y los de otro: los nazis estaban protegidos por el gobierno español. Así España fue el campo de actuación de cientos de agentes de la Gestapo, de la Abwehr y de la SD, quienes libremente circulaban por España teniendo contactos en todos los estratos de la sociedad, desde los bajos fondos hasta la más alta aristocracia que simpatizaban o abrazaban la ideología fascista y nazi. Estos agentes tenían a su a diplomáticos, periodistas, empresarios, productores de cine, ejecutivos de empresas y agentes profesionales trabajaban en secreto por la causa de Hitler, evidentemente en nuestro país, aquel popular NO&DO no emitía los horrores del gobierno nazi, sus campos de exterminio y el genocidio.
No obstante en aquella España de la época había más de 30.000 personas que integraban la colonia alemana, pocos de ellos estaban afiliados al partido nazi antes de la década de los años 30, sin embargo con la subida al poder de Hitler muchos de ellos lo hicieron, unos por simpatía y otros por miedo a la represión. Así aquellos alemanes residentes en España que eran considerados como enemigos del régimen eran repatriados y llamados a filas, o enviados al temido frente ruso donde pocas probabilidades tenían de salir con vida...
El Partido Nazi abría sedes por todo el país y pocos eran lo que no pasaban a engrosar sus filas y jurar lealtad al “Fürher”, por obligación o por devoción... El saludo fascista se hacía común en la calle, en los centros escolares, en las empresas, el brazo en alto se iba haciendo con la señal de identidad del fanatismo que asolaba Europa.
El ciudadano español, al principio, veía con simpatía aquel desfile de alemanes estandarizados con una cruz gamada en el brazo, era como una población instruida para moverse al unísono en una perfecta coreografía. En España se vivía una situación similar con los miembros de la Falange, sin embargo los falangistas tenían perfectamente controlados a los miembros del partido nazi, pese a que estos se movían a sus anchas y sin ningún temor a las fuerzas españolas.
Más de 700.000 personas apoyaban las acciones de espionaje de los nazis en nuestro país, protegiéndolos, sirviéndoles de enlaces, facilitándoles información.... En unos casos por simpatía ideológica y en otros ya que los radicales nazis pagaban muy bien y en periodo de post-guerra cualquier fuente de ingreso era buena.
No era algo que se ocultara que el gobierno de España era pro-hitleriano, al menos esa imagen dejaba ver –diferente es lo que en los despachos se opinara de Hitler y de su ideología- y así se puso de manifiesto cuando participa la Legión Cóndor en el bombardeo de Gernika, o los muchos alemanes que apoyaron como infantería al bando falangista en la Guerra Civil.