En esta ocasión nos trasladamos al barrio de Pino Montano, con más exactitud a la zona de “los mares”. Hace unos años nuestro protagonista se encontraba con el investigador Miguel Ángel Paredes, era una reunión de amigos y M.A.F., mientras cenaban, le propuso dormir en su casa ya que sus padres se encontraban en la playa.
De forma inmediata le dijo que si “accedí ya que era para que no durmiera solo y que estuviese tranquilo, y no sabía el por qué ya que se encontraba nervioso y no sabía la razón por la que estaba así. Al saber que me quedaba con él se relajó”.
Nuestro protagonista prosigue su relato: “otro día, después de la cena y tomarnos algo nos dirigimos hacia su casa, nos cambiamos y nos quedamos tranquilos en el salón viendo una película. Me di cuenta que no iba a ser una noche tranquila y entonces comprendí el nerviosismo de mí amigo”.
Y comenzaron los fenómenos... M.A.F. se estaba duchando y desde el baño inquiere a su amigo: “Miguel coge el teléfono, ¿no ves que esta sonado? Yo empecé a reírme pensando que estaba alucinando puesto que el teléfono estaba al lado mía, en el salón, y no estaba sonando. Le dije: “Manuel, miarma, ¿qué teléfono hijo? Si no está sonando” y él me respondió: “miarma, el del salón”, y de pronto sonó... Eso me dejó inmóvil y desubicado. Cuando fui a cogerlo no contestaba nadie, solamente se escuchaba una respiración profunda al otro lado, era inquietante. Colgué ya que pensaba que era el típico bromista de turno”.
Después de esta experiencia iban a ocurrir otras: “estando de nuevo en el salón, mi amigo estaba preparando la cena. De pronto me dijo: “Miguel abre la puerta que es están llamando; ya me empezó a asustar un poco porque yo estaba a escasos dos metros de la puerta y juro que no había sonado... De pronto retumbó el timbre de la puerta, al abrirla no había absolutamente nadie. Me sentía intranquilo“.
La situación se puso muy tensa y Miguel Ángel decidió marcharse, la sorpresa surgió cuando su amigo, casi llorando, muy nervioso, le pidió que no se fuera. De pronto su hermana comenzó a gritar desde su habitación... Se precipitaron a entrar en el dormitorio y la vieron en una posición muy extraña:
“Estaba colgando pies abajo de la cama, como si alguien o algo estuviera tirando de ella para sacarla de la cama, entonces le dije que no se preocupara que yo dormía con ella... Estando en su cuarto le pregunté qué era lo que tenía en la estantería. Era una enciclopedia Sopena antigua -el que la conoce sabe que son tomos gordos y eran quince-, le dije: “¿Qué hacen desordenados?” y ella me contestó qué estaba harta de ordenarlos y que aparecían desordenados al día siguiente”.
El investigador ordenó aquellos tomos según el número y “cuál fue mi sorpresa que a media noche apareció desordenada, además la luz del salón estaba parpadeando pero no había nadie, el teléfono sonó de nuevo y era una voz muy rara diciendo mi nombre. La hermana volvió a chillar y cuando me acerqué a ver que le pasaba algo me impedía entrar”. Jamás pudo saber que era aquella extraña fuerza que lo repelía.
Las preguntas se agolpan: ¿Qué o quien habita esa casa? ¿Cuál es la razón? ¿Es un fantasma? ¿Un poltergeist? ¿Algo maligno? Tal vez el tiempo y sucesivas investigaciones puedan arrojar luz a este misterio.