No les voy a hablar de conocido incendio del Pabellón de los Descubrimientos y si de otros hechos que entran más en el capítulo de lo paranormal, del misterio. En la Isla de la Cartuja son muchos los pabellones que fueron reutilizados de cara al aprovechamiento de la infraestructura dejada por la exposición y el paso a convertirse en parque tecnológico. Sea como fuere, logrado o no, algunos de ellos no tuvieron un uso empresarial pero si en faceta de ocio.
Hay que saber que en Cartuja hay lugares que tienen mucho misterio, sólo cabe recordar la comisaría «Charlie III», donde ocurrían hechos inexplicables o el mismo pabellón de Andalucía o el «Centro de Arte Contemporáneo», por ejemplo, si bien este último en un entorno más antiguo e integrado dentro de patrimonio.
El edificio protagonista destaca por su belleza pero también por lo que sucede en su interior, a decir de los testigos, y que no deja indiferente a nadie. Ya escribí de ello hace unos años y ahora vuelvo a hacerlo en virtud de los nuevos testigos.
El nombre del mismo lo omitiré -a petición de los protagonistas- aunque se tenga en la cabeza el mismo, pero lo que interesa son esos hechos imposibles sucedidos en su interior. De ello hablaba el primer testigo, encargado de seguridad:
«Mira, el sitio es bonito hasta que te quedas sólo dentro y comienzas a escucharse ruidos de todo tipo y que pueden ser habituales dentro del mismo. Hay mucho artesonado de madera y es normal el escuchar crujidos y demás. Lo extraño es cuando se te encienden las luces solas sabiendo que para eso tienes que hacerlo desde el panel y es algo que no está al alcance de cualquiera. Otras veces, sobre todo en invierno, salta el aire acondicionado que si ya hace frío pues añádele esto. Eso es habitual y siempre se achaca a «defectos en la instalación» cuando se sabe que la instalación está perfecta, pero mejor creer en eso que no en fenómenos paranormales que sólo te meten el miedo en el cuerpo» decía.
«A mí me pasó una cosa que es terrible. Había acabado allí un evento y se había ya desalojado y recogido todo. Siempre das una ronda, revisar los aseos y verificas que no hay nadie dentro. Con la seguridad que estás solo, que no hay nadie, procedes a quedarte un poco más tranquilo. Pues en esa soledad estaba cuando me iba a sentar a escuchar un poco la radio y escuché, perfectamente, como alguien hablaba en la parte del aseo, claro, inmediatamente me levanté y dije: «¿Quién está ahí?», llevaba hasta la defensa en la mano por que yo había comprobado que todo estaba vacío y cerrada las puertas, vamos, que no había nadie. Opté por dar otra ronda y nada, incluso en el exterior no había nadie aunque esta zona, cierto es, no es muy frecuentada y tampoco había concierto en el auditorio para que pudiera haber gente. Vamos, que estaba solo. Bueno, di la ronda y no había nadie. Me senté en la silla y, de nuevo, esa voz, ya me intranquilicé y fui a mirar otra vez y no había nadie, fue cuando noté que delante mía, pasaba alguien porque noté el paso y vi la silueta. Di una voz, «¡párate!» o algo así dije pero aquello desapareció, no estaba a oscuras por que se cuela la luz de fuera pero aquello no era nadie, sólo la sombre de «algo» que no sabría bien decirte qué« finalizaba el testigo sobre su experiencia.