Le llaman el «Cortijo del Pánico« y a juzgar por lo que narraban de él debía ser digno de un estudio en profundidad. Se encuentra en el Aljarafe sevillano y quisimos ir, de noche, para analizar todo lo que de extraño -o no- tuviera es lugar.
Los amigos de Activity Ghost nos habían hablado de ello, nos habían informado que era un lugar donde ellos habían sentido presencia e, incluso, una ventana se les había abierto sola, entre otras muchas vivencias. Con todo ello decidimos trasladarnos hasta allí y desplegar el equipo en pro de lo que pudiera suceder en su interior.
Hay que decir que el cortijo se encuentra en un más que aceptable estado y que elegimos la casa principal para poner la base de operaciones.
Como elementos llevábamos detectores de presencia, tres cámaras de visión nocturna, una cámara térmica, cinco rem-pod, grabadoras convencionales, dos «Spirit Radio» y dos «Spirit Box» así como dos ordenadores portátiles y micrófonos de alta sensibilidad así como diferentes tipo de luz y una grabadora de bobina abierta [cinta].
Distribuimos la tarea por equipos, tres equipos de dos personas cada uno, el primero en la casa principal y los otros en zonas adyacentes.
La temperatura era baja, apenas de llegaba a los 11ºC pero iniciada la investigación comprobamos que en la zona de «dormitorios» de la casa principal se registraban bruscas bajadas de hasta 7ºC de pico para volver a repuntar, todo ello con dos medidores profesionales de temperatura con un registro de barrido de 0,1 segundo.
Igualmente los investigadores destinados en ese mismo punto, tanto Carlos García como Jorge Bustos indicaban que sentían pisadas en el pasillo y que la temperatura seguía descendiendo.
Por las cámaras, en modo de visión nocturna, se podía ver como ambos estaban sentados en el suelo comprobando los aparatos y como surgían orbes de luz si bien estas podían explicarse como parte de la disipación de calor de los propios aparatos.
En el otro punto del cortijo teníamos A Antonio Garrido y Antonio Rivas, ambos sin mayores complicaciones, en la zona en la que nos encontrábamos comenzamos a sentir pisadas en el piso superior, algo que era imposible dado que no había nada en ese momento y estaba todo cubierto por detectores de presencia.