Su nombre inquieta con sólo pronunciarlo y sin embargo es un ejemplo de cómo la historia de un personajes se puede deformar hasta hacerla irreconocible...
Sin dudas la literatura, con el éxito de Bram Soker, y el cine, han inmortalizado su figura, pero en Rumanía, a Drácula, se le sigue considerando un héroe nacional. Se llamaba Vlad Draculea, y fueron numerosos los enfrentamientos que tuvo desde Valaquia con el invasor turco.
Nació en 1428, en la ciudad de Sighisoara –en Transilvania-, y era el heredero del príncipe Vlad, miembro de una sociedad secreta denominada como del “Dragón”, por ello era llamado Vlad Dracul, al nacer su hijo se le llamó Vlad Draculea, o hijo del Dragón, o del Demonio, y comenzaría con tal apelativa una carrera de sangre y crueldad...
En 1448 accede al trono de Valaquia tras el asesinato de su padre a cargo de sus enemigos políticos. Fue un soberano cruel, despiadado, quizás esa misma falta de piedad era la que tanto temían sus enemigos, tanto dentro como fuera de sus fronteras.
Cuando los musulmanes entran en Constantinopla en 1453, el sultán Muhammad II no frena sus ánimos expansionista para con el imperio otomano, así comienza la Edad Media con los turcos pisando Europa precisamente por las tierras valacas.
Pero la piedra en el camino que iba a encontrar Muhammad II no era precisamente pequeña... Vlad Tepes pronto de ganaría su apodo de “El Empalador”... Mandaba talar masas boscosas enteras y hacer afiladas estacas de dos metros y medio de altura y cuando sus enemigos caían en sus manos pasaba a ensartarlos en ellas, introduciéndoles la estaca por el ano hasta que saliera por la boca, una vez realizada esta acción se dejaba al infeliz invasor clavado y plantado en el suelo como muestra de lo que podía llegar a hacer Vlad Tepes con sus enemigos.
Esta práctica era habitual que mandara a realizarla entre sus enemigos así como otros personajes de su corte o delincuentes del país. Aunque pronto derivaría en todo un baño de sangre.
Comenzó la guerra entre valacos y otomanos y Muhammad pronto comprendió que aquel soberano no entendía de gentileza en la guerra. En cierta ocasión las tropas del sultán no podían creer lo que estaban viendo.
Vlad Draculea había hecho prisioneros a dos mil soldados turcos y había mandado empalar en el camino que debían recorrer las tropas hasta las inmediaciones de su castillo. Un bosque de empalados que se desangraban o eran comidos por las alimañas. Fue tal el horror que sintió que el sultán mandó retirarse a su ejército. Le dijo: “No podéis combatir en este infierno”.
La guerra se extendió durante meses y Vlad siguió con métodos tan infames como el narrado... Pero su crueldad también se extendía a su pueblo. En cierta ocasión un campesino de su corte presentó un aspecto sucio y descuidado, el príncipe preguntó a su súbdito si no tenía mujer que le cuidara la ropa, contestó que sí pero que había estado en otras ocupaciones. Vlad Tepes mandó empalar a la esposa del campesino eligiéndole otra mujer para que se desposara y cuidara convenientemente.
Harto, en otra ocasión, de mendigos e indigentes o gitanos, mandó dar una fiesta exclusivamente en su honor, los invitó a todos a un palacio, les sirvió manjares, una vez finalizada la cena mandó cerrar las puertas del palacio y prendió fuego al mismo. Todos murieron en él.
Ponía una copa de oro macizo en el borde de un pozo para que bebiera todo el que sintiera la necesidad. Nadie jamás osó robar aquella valiosa copa. El riesgo era perder la vida.
Vlad Tepes, debido a una conspiración en palacio, cayó en manos de sus enemigos y fue encarcelado desde 1462 a 1475, tomó el poder su hermano Randu “El hermoso” que no fue más que un hombre de paja del sultán otomano. Pero el 10 de Enero de 1475 Vlad sale de aquel castillo donde estaba confinado, se une a las fuerzas del príncipe Esteban Bathory donde luchan en la batalla de Vaslui...
No tardó en recuperar su trono, fue en Noviembre de 1476 imponiendo sus crueles medios, y poco después cae en una embocada de los turcos cuando cruzaba un bosque con su guardia personal de doscientos soldados.
Fue decapitado y su cabeza llevada a Estambul donde estuvo pinchada junto a las defensas de la ciudad para que todos los turcos supieran que “El Empalador” o “El Demonio” había caído, ya no era una amenaza para el imperio otomano.
Sea como fuere su leyenda sobrevivió más allá de su muerte. Es considerado un héroe nacional en Rumanía aunque para la historia quedara siempre como el eterno chupador de sangre con alma de vampiro.