El caso del que hablaremos ahora, es uno de esos sucesos extraños, de los cuales el tiempo ha ido borrando de la memoria del pueblo y ahora es el momento de desempolvarlos. Sucedió muy cerquita de Sevilla, en la población de Osuna y nuestro personaje se llamaba Baltasar de Zúñiga.
Corría el año 1610, septiembre para ser más exactos, y Baltasar de Zúñiga, un religioso sevillano destinado a ser uno de los primeros fundadores del Monasterio de Osuna, con una vida merecedora de un santo, tomaba los Santos Sacramentos esperando una muerte digna para un clérigo de su talla. Tras tomar los Santos Sacramentos Baltasar perdió la razón por unos días, los cuales se los paso mirando a un punto imaginario de su pequeña celda de convento. Pasados estos días, el moribundo falleció, pero apenas una hora antes de su fallecimiento, mandó al Prelado que enviasen a un religioso a la capilla para que pidiese por su alma, y este así lo hizo.
Al llegar el religioso a la capilla, pudo observar como una comitiva fúnebre de aspecto espectral y resplandeciente salía por debajo del pulpito. Eran clérigos y religiosos, todos con rostros blancos aunque resplandecientes.
El religioso se armó de valor, he intentó llevar acabo la empresa que le había llevado hasta allí. De repente, una mano invisible tiró de su escapulario en repetidas ocasiones. El clérigo cayó al suelo, pero se levantó y firme se dirigió al altar, y allí pidió por el alma del moribundo Baltasar de Zúñiga.
Cuando el religioso volvió allí donde descansaba el agonizante Baltasar, le contó al prelado todo aquello que le había sucedido en la capilla.
Juntos, prelado y religioso se acercaron a Baltasar y como una sola voz comenzaron a entonar el Credo, el enfermo levantó su brazo haciendo el signo de la Santa Cruz y seguidamente sonrió mientras daba su alma a Dios.
Al día siguiente, asegura el Padre Fray Luis de Jesús María, que mientras rezaba se apareció ante él, el espectro del Venerable Baltasar de Zúñiga en el Colegio de San Laureano de Sevilla.
Extraña procesión la que relata la historia póstuma de Fray Baltasar. Procesiones espectrales, clérigos extraños rodeados de luces aun más extrañas. Este caso nos da paso a otro que en el tiempo y la forma guarda similitudes con aquel famoso caso que ya hemos contado en estas guías, que no es otro que el del Fantasma de San Onofre. Pues bien, el caso al que nos vamos a referir ahora guarda el mismo guión, pero lo lugares cambian y se añaden nuevos fenómenos inexplicables.
A fray Gaspar de los Olivos, seguramente, le costó olvidar, si es que lo hizo, lo sucedido un buen día en el Convento de los Remedios de Sevilla. A Fray Gaspar, se le ordenó auxiliar en una misa a un sacerdote secular. Mientras daba la misa, advirtió el fray Gaspar que el altar estaba adornado de unas extrañas pero hermosas además de olorosas flores frescas. Cuando terminó la misa, Gaspar fue a recoger alguna de aquellas extrañas flores para mostrárselas a alguno de sus amigos y así comprobar cual era su procedencia. Y al darse la vuelta comprobó totalmente anonadado como tanto las flores como el sacerdote secular habían desaparecido de la capilla como por arte de magia.
Se apresuró el joven Gaspar en ir a contarle el suceso a su superior y éste, le contestó con un cierto tono de melancolía, que aquella misa estaba dedicada para salvar el alma de aquel extraño sacerdote que por alguna desdicha aún bajaba su alma por este mundo.
Fray Francisco de Velasco, es uno de esos místicos sevillanos, que muy bien pudiera encajar su vida como milagrero o profeta, pero lo ponemos en uno de los más altos listones de aparecidos póstumos, puesto que de estas hazañas milagreras post mórtem, son muchos los que dijeron ser testigos.