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Actualizado: 29 ene 2023 / 05:24 h.
  • Presencias del más allá en el Polígono de San Pablo

María del Carmen Marín no creía en temas paranormales, ni siquiera le gustaban, lo consideraba todo como parte de supersticiones de las personas, creencias absurdas que no tenían ningún base científica «yo siempre me amparé en la Ciencia, he estudiado Biología en la Universidad, la carrera que saqué, y no creo en estas cosas, quizás ese es mi error, la mente cuadriculada de la Ciencia y dar por sentado que no hay cosas inexplicables» afirmaba entre el lamento y el reproche.

Carmen vive en el Polígono de San Pablo, de Sevilla, junto a su esposo y su hijo, la razón «mi hijo, desde que tenía dos añitos, decía que veía a la «abuelita» en casa. Eso es imposible porque tanto la madre de Alejandro como la mía murieron hace unos años y no llegaron a conocer el niño, así que es imposible. Lo veíamos como un juego, una especie de amigo imaginario, algo así. La cosa no pasaba de ahí aunque el niño seguía, diciendo que veía a la «abuelita» y hasta haciendo descripciones, a su forma, de cómo era esa mujer y, la verdad, es que nos inquietaba un poco por que coincidía mucho con mi madre» comentaba.

«Yo, no creía en esta cosas pero una noche vino el hermano de Alejandro a cenar con su novia, la chica no la conocíamos y venía a presentárnosla. Muy guapa, muy simpática, había estudiado psicología y trabajaba en una clínica de mayores. Mientras estábamos comiendo noté que ponía gestos, que tenía una actitud como incómoda. Lo quise excusar como que estaba cortada o algo, por ser una ocasión así de especial. Pero hubo un momento en el que, al acabar de cenar, se mostró muy nerviosa y me dijo que si podía salir a la terraza a fumar, le dije que sí y se salió fuera. Me decidí ir a ver qué pasaba y le dije: «¿Te pasa algo? ¿NO te ha gustado la cena? ¿Te ha incomodado algo?» y ella me dijo que desde pequeña veía cosas, cosas pero sin decirme más. Yo le dije que qué tipo de cosas veía y ella me dijo que a personas ya fallecidas» decía Carmen.

La situación era tensa e incómoda para ella «sobre todo porque no sabía que me quería decir aquella chica a la que no conocía si quiera. Entonces fue ella la que me dijo: «Mira, nada más comenzar con la cena he visto llegar por el pasillo a una mujer, mayor, unos 70 años, con el pelo rubio, con gafas grandes, con un lunar bajo el labio, de un metro sesenta más o menos y con una rebeca celesta y un jersey blanco, se ha parado en la puerta y nos ha mirado a todos, ha puesto su mano en tu hombro y se ha ido para el niño que ha comenzado a reírse hasta que te has levantado y le has puesto el chupe, entonces la mujer se ha ido» y me dejó totalmente descolocada por que en la casa no tenemos fotos de mi madre puestas en ningún lado ni esta chica sabía cómo era, me dejó helada».

Pero aún quedaba por llegar lo más sorprendente: «yo no quise decirle nada, no supe como tomármelo. Entramos dentro y Alejandro abrió una botella de champán, entonces dijo de brindar por la felicidad y ella me cogió la mano y me dijo: «Tu madre se llamaba Lourdes, ¿verdad? Me está diciendo que quiere que seamos todos muy felices y que el niño tenga su medalla que tienes guardad en el tercer cajón de la mesilla de noche». Aquello hizo que me rompiera y echara a llorar, aquella chica, Marta, me había dicho ya cuatro cosas de una precisión absoluta, era irrebatible, aquello era verdad. La noche se calmó y conecté muy bien con ella, me dijo que no pretendía asustarme, sólo que era lo que ella le decía, mi madre le decía, y que en su trabajo lo pasa muy mal, imagino que debe ser casi una maldición, pero ella me dijo que había ayudado a muchas personas y que eso la recompensaba. Desde ese día he dejado de mirar estos temas con tanto escepticismo, me han demostrado que es verdad que hay algo más y la tengo en mi propia familia, además es buena persona» finalizada.

Es difícil poder explicar este tipo de hechos, yo mismo he sido testigo de muchas experiencias de Rafael de Alba, en materia de «canalización» o mediúmnidad, como Algo Linares, y que te demuestran que se podrá creer o no en este tipo de hechos pero que ellos «conectan» y que los datos que ofrecen son contrastable y reales. ¿Quién duda eso?