Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
Actualizado: 12 nov 2021 / 12:22 h.
  • Regreso a la misteriosa ‘Casa de los Secretos’

Me encontré con el propietario de la casa donde ocurrían hechos extraños y me dijo: “Tienes que volver a casa que otra vez están pasando cosas raras”.

Así, quedamos citados para el lunes siguiente por la tarde y al llegar me explicaron como una figura de la Guerra de las Galaxias de uno de sus hijos, con detector de presencia, se conectaba sólo y sonaba... “¿Será que otra vez está aquí mi suegra?” me decía la dueña.

Para ello hicimos una serie de pruebas y todo parecía normal, todo hasta que comenzó lo extraño. Me dijeron que entrara en una salita donde antaño estuvo el dormitorio de la difunta, allí, con la compañía de una muñeca de porcelana, comenzó una sesión sorprendente.

Las inclusiones decían claramente: “Mis medicinas”, “Frío” y “9 de enero” que a mí no me decían nada ni a la propietaria pero si a su marido que, cariacontecido explicaba:

-Mi padre era médico y los últimos días sólo decía “frío” y que le diéramos sus medicinas, murió un 9 de enero

Nos quedamos todos sorprendidos y perplejos pues, como en anteriores ocasiones, había acertado de pleno.

La primera investigación

Hay que recordar que la investigación comienza de la forma más casual: durante el transcurso de una ruta urbana misteriosa por Sevilla, la ‘Sevilla Paranormal’, al finalizar el recorrido, un matrimonio con su hijo quiso compartir su problema con alguien que “supiera de estos temas”. Así me hicieron partícipe de lo que les sucedía. Manuel Ortega junto a su esposa Carmen Romero me explicaban: “Hace unos meses sufrimos la muerte de un familiar, vivía en casa con nosotros, al cabo de poco tiempo, tal vez unas semanas, comenzaron a pasar cosas extrañas en casa. No le quisimos hacer demasiado caso pero la verdad es que eran cada vez más incesantes y claros”.

Profundizando en el problema que tenían en casa Carmen indicó: “Yo tenía una mala relación con esta persona, la verdad, y tampoco es que con el resto de la familia se llevara demasiado bien. ¿Podríais venir a investigar? Igual son todos imaginaciones nuestras pero hemos visto como trabajáis y nos fiamos de vosotros y de vuestros aparatos antes que de espiritistas y demás”.

Al entrar, por primera vez en la casa, notamos a la familia preocupada. Nos estuvieron explicando cómo se había acometido unas obras de remodelación de una de las plantas y desde entonces había problemas con la presencia espectral. Manuel comentaba: “Yo en estas cosas nunca he creído, me las tomaba un poco a broma, viéndolo de lejos, pero cuando comenzaron los ruidos en el piso de abajo si me comencé a preguntar la razón de los mismos, incluso al entrar en la casa, cuando se está en el patio, hemos tenido la sensación de sentir como nos vigilaban o de como una presencia podía estar en la ventana mirando al patio. Como hacía esta persona”.

No quisimos, en aquella primera jornada de investigación, saber más datos personales o de su relación con la persona fallecida, preferimos saber lo menos posible para que nuestros aparatos pudieran ‘reconstruir’ una historia que fuera acertada con las vivencias de la familia. Lo primero que nos llamó la atención es que el piso estaba vacío, despojados de muebles y en el interior del dormitorio aún estaba la lata, o urna, donde se guardan las cenizas del difunto. Allí centramos una de las pruebas que realizamos. Para esta primera toma de contacto se realizaron barridos fotográficos, infrarrojos, grabación térmica, pruebas de infrasonidos y ultrasonidos, psicofonías y ‘Spirit Box’. Pero fue con ésta última con la que obtuvimos mejores resultados (siempre con la subjetividad que ello supone). En una sesión con mis compañeras comenzamos a preguntar a aquello que habitaba allí y cuya presencia, por la presión del ambiente, parecía ser una certeza. Con el sonido de portadora, siempre incómodo, de éste aparato, comenzaron a salir nombres, los nombres nos dejaron la sensación que deseaban comunicarse con nosotros o con la familia. Concretamente “Paco” y “Jorge”, además un fenómeno se dio que nos sorprendió más: una compañera encontró una moneda de euro entre ella y mi persona, apenas unos minutos antes no había nada en el suelo. Me dijo: “José, se te ha caído un euro, mío no es” y mi respuesta fue rápida: “mía tampoco, seguro, no traigo dinero suelto”.

Con todo ello fuimos a la familia y sucedió algo singular. Les dijimos los nombres que habían salido, claros, en la ‘Spirit Box’ y el euro hallado (por si era de ellos) y Carmen respondió, con mirada de complicidad a su marido: “imposible, el piso se ha limpiado esta mañana con agua y amoniaco y en el suelo no había nada. Pero es curioso... Paco es alguien relacionado con la familia de Manuel y Jorge es su hijo que venía a pedir su “eurito” a la persona fallecida”. Aquello era un aporte en toda regla y los nombres eran acertados estando en rigurosa relación con la familia cuyo primer resultado les dejó sorprendidos.

Seguimos haciendo la investigación, en diferentes visitas, en el salón pudimos comprobar cómo en uno de los barridos fotográficos surgía una especie de luz en un punto muy determinado. Nuevamente tenía justa relación con la realidad que allí se vivía. La familia, al ver la luminiscencia en el lugar donde se captó nos indicó que “si, tiene mucha relación, aquí estaba el sillón donde la persona fallecida pasaba largas horas viendo la televisión, justo en ese mismo lugar”.

Ana Garrido, compañera investigadora, recordaba: “El piso, ordenado alrededor del patio y ya sin muebles en espera de una obra inminente, ofrecía una atmósfera aún más tensa que la entrada de la casa. De pronto, el aire se había convertido en un muro, invisible y casi infranqueable. Entrar en el salón me supuso un gran esfuerzo, como si algo no quisiera que estuviésemos allí. De pronto, comencé a sentirme muy cansada y, mientras íbamos recorriendo las distintas estancias, notaba cómo, poco a poco, iba quedándome sin fuerzas para continuar. Lo que fuera que habitaba aquellos muros no nos quería allí. Molestábamos y mucho. Se sucedieron varias sesiones de ‘Spirit Box’ en las que el fondo era un constante “vete”, repetido incansablemente. La última de ellas decidimos realizarla en el que fuera dormitorio tratando de obviar la presencia de una urna funeraria metálica en uno de los rincones, constantemente nos “invitaba” a marcharnos de forma poco amable” y sorprendida indica: “una sombra extraña comenzó a aparecer sobre una de las esquinas superiores de la estancia junto a la silueta de José Manuel que se proyectaba debido a los leds de las grabadoras y otros aparatos desplegados. En un momento dado recibió una patada invisible en la espalda al pedir nosotros que lo que fuera que había allí se manifestase. Dimos por finalizada la sesión para, al encender las luces, hallar un euro sobre el suelo, sorprendente porque ninguno de nosotros llevaba dinero encima y cuando nos habíamos sentado no estaba allí”.

Seguíamos haciendo pruebas y comprobaciones, una de ellas tuvo especial significación. Se captó con cámara térmica y era en un punto identificado con la cocina, en ella daba un resultado anómalo (temperatura elevada) surgiendo del interior de una caja fuerte. Extrañados, pues el valor siempre debe ser frío, preguntamos al propietario, a Manuel, y su respuesta nos dejó un tanto desconcertados: “Sí, es extraño, pero en esa caja fuerte hay algo que pertenece al secreto familiar y no se debe saber”. La parte positiva es que las pruebas iban acumulándose indicando que el camino tomado por la investigación era correcto, por otro lado las piezas del puzzle iban encajando pero la falta de información hacía que no pudiéramos hacer una conjetura con certeza.

Otro hecho vino a ser particularmente llamativo, la ‘Spirit Box’, en nuevas sesiones se mostró grosera, maleducada, con términos como “puta”, “bruja” o “guarra”. El hecho nos incomodaba máxime cuando ocurría estaba la familia presente. “No os preocupéis” dijo Carmen que añadió “la persona fallecida tenía una mala relación con nosotros, tanto es así que solía asomarse a la ventana que da al patio a gritar esos mismos improperios, era realmente escandaloso; no decía otra cosa más que palabrotas. Es curioso que salga eso mismo en ese aparato, es realmente sorprendente”.

Pero la investigación seguía su curso. El ascensor sería otra parte importante. Subía y bajaba sólo pero es un ascensor sin memoria que para accionarlo se debe introducir una llave de orden. Sin embargo aquel ascensor parecía tener vida propia y subir a la primera planta, la planta donde se suceden los hechos inexplicables. En una comprobación pudimos verificar su correcto funcionamiento: sin llaves no hay orden de subida. Pero nos volvería a sorprender unos días después.

Regreso a la misteriosa ‘Casa de los Secretos’

La segunda zona activa del edificio quedó marcada en las escaleras de acceso a planta. En una de ellas se encuentra, en el descansillo, un cuadro de una Virgen sevillana, en torno a ese cuadro los valores de campos electromagnéticos se disparaban, valores cuatro veces superiores a lo normal y con unos resultados psicofónicos muy particulares: era como se hubiese niños a su alrededor. En esa misma escalera pasó algo que pudo haber costado la vida a quien esto les narra. En plena investigación comenzaron a sonar golpes en la zona de la escalera, como si alguien subiera o bajara. El resto del esquipo se encontraba realizando pruebas y medidas en el salón del piso sometido a estudio. Aquel día no debíamos estar allí pero la familia solicitó nuestra presencia pues justo la noche antes un cuadro de la habitación de uno de los hijos había caído. Era un cuadro con las insignias de las hermandades de la Semana Santa sevillana, los escudos habían sido arrancados en su mayoría y los letreros, despegados fuertemente, con violencia, destrozados por una fuerza invisible... Muchos de ellos perdidos. Aquel acto era imposible pues el cuadro estaba más que firmemente sujeto a la pared. Además Manuel pudo ver, en otras noches, una especie de sombra rondando el pasillo de la casa, del piso superior, hecho que le llenó de inquietud.

En la escalera, desde el rellano superior, no había nada, cámara en mano se realizó una imagen y al comenzar a bajar la misma noté como algo me agarraba el tobillo con fuerza y como me empujaba hacía abajo... Medio aturdido vi como mis compañeros y la familia estaba en torno a mí, me decían: “no te muevas, no te muevas, ha sido una caída muy mala”. La posición debió ser todo un poema visual. Expliqué lo sucedido, tenía marcas en el tobillo y, como resultado de ello, dos costillas con microrroturas.

Pero ese día otro revelador dato iba a surgir. Una máquina, la Ovilus III, iba dándonos palabras, algunas sin relación y otras tan acertadas como “Palmar”. Así se le hizo notar a la familia, en torno a ese cuadro en el rellano de la escalera del accidente había surgido esa justa palabra y las miradas fueron de total sorpresa: “Claro que sí, ese cuadro tiene una historia que lo relaciona directamente con el Palmar de Troya, pero es una historia que debe permanecer en el secreto”... Y dimos, de nuevo, con el silencio, hechos silenciados que deben permanecer de esa forma en el tiempo, silencio que respetamos pues hay confidencias que jamás deben salir a la luz.

Esa misma noche se sintieron ruidos en la casa, en la planta baja, al inspeccionar a la mañana siguiente encontraron los soldaditos de plomo y un nazareno de Manuel mirando a la pared: “Como me los ponía cuando se enfadaba conmigo en vida, como si hubiera estado aquí y me hubiera querido castigar”.

Cada vez teníamos más claro que en aquel piso habita una presencia cuya vida fue de tremenda animadversión hacia su familia y cuyo odio se ha trasladado, más allá de la muerte, hacía ellos.

Ese odio parece estar latente en todos los hechos inexplicables que se vienen sucediendo: los mismos insultos que en vida, los mismos porrazos rítmicos como si llevara un andador, el incorrecto funcionamiento del ascensor, la extraña silueta –o sombra- que pasea por el piso y la relación que pudiera guardar con la caja fuerte y su contenido. Independiente todo ello del cuadro, un cuadro que podríamos tildar de ‘maldito’ merced a su historia pasada.

Con el paso del tiempo también fui partícipe del gran secreto de esta casa pero esto, por confidencialidad, no se lo puedo contar, aunque quedaría petrificado...