En la calle Santiago se quiere hasta al 'traidor' que va en el paso. Se puede deducir por la cantidad de pétalos que ha recogido Judas en la caperuza de su túnica. Tantos como los aplausos recibidos en las primeras chicotás del misterio, en perfecta conjunción con la agrupación musical de La Redención. Esta pujante hermandad ha sabido ganarse a pulso el cariño de la ciudad. De nuevo cuida milimétricamente cada detalle: desde el exorno floral de los pasos hasta gestos sencillos que llegan directamente al corazón. Dentro de la iglesia hay lágrimas en la delantera del palio. La emoción se desborda cuando la banda de las Nieves de Olivares interpreta solemnemente la adaptación del Himno del Centenario de la Coronación de la Virgen del Rocío. "Siempre lo tendremos presente. Hizo mucho por Sevilla y por la devoción de la Virgen", apuntaba emocionado el presidente de la hermandad Matriz de Almonte, Juan Ignacio Reales, quien compartía este momento con la viuda y los hijos del eterno poeta de la sevillanía, Rafa Serna, fallecido hace un par de meses. La composición volvería a tocarse nuevamente al paso del palio por la Campana.
Antes, la dolorosa que evoca a la mañana del Lunes de Pentecostés protagonizaría otro momento histórico al poco de abandonar la calle larga del barrio. "¡Vamonos un poco hacia atrás. Un poquito nada más, por favor!", indicaban los auxiliares del capataz Paco Reguera, que trataban de abrir entre la gente un pasillo improvisado hasta la puerta ojival de Santa Catalina. Hasta este pórtico había retranqueado su posición el estandarte corporativo de La Exaltación después de un primer saludo a pie de calle al primero de los pasos.
Fue así como, para sorpresa de todos, la Virgen del Rocío dejó la comitiva para llegar hasta la puerta de la remozada iglesia. Lo hizo a los sones de la marcha 'Pasan los campanilleros' y mientras que desde una de las azoteas de los edificios de enfrente comenzaban a caer pétalos de rosas. Estos terminaron de cubrir por completo la malla del techo al unirse a los ya recibidos por los vecinos de la calle Santiago. Era la imagen del reencuentro del Lunes Santo con Santa Catalina -otrora tiempo de refugio en años de lluvia- después de 15 largos años de cierre por obras. "¡Qué categoría de hermandad!", comentaba una pareja de expertos cofrades, que no dudaron en filmar el momento y compartirlo en las redes sociales.
En esa misma hora de la sobremesa, los nazarenos de Santa Genoveva tomaban el Arenal. El calor se hacía insoportable bajo el antifaz negro. "Son muchas horas las que llevamos ya andando, pero bueno, mejor así, que con lluvia. Mientras haya botellas de agua suficiente...", aclaraba Carmen, madre de dos pequeños nazarenos, uno de ellos de apenas seis años que tenía la ilusión de "al menos llegar hasta la Campana". Lo mismo que las cientos de mujeres del Tiro de Línea, que cada año forman tras el Cautivo el tramo de la fe sencilla. "Él nunca va solo, aunque lo parezca. Aquí venimos un año más, y que él nos de salud para hacerlo todos los Lunes Santos: como lo hizo mi madre y como se lo enseño ahora a mis hijos", se sinceraba María Dolores, que junto a otras vecinas de la calle Almirante Topete, venían andando desde el barrio sin más avituallamiento que la devoción y la herencia familiar. Ellas, mejor que nadie, encarnaban la verdad de nuestra Semana Santa.
Pese a la distancia que ponían por medio estas mujeres, sonaba con fuerza la música que acompañaba al "'Moreno' del Tiro de Línea". Este año de estreno. "¡Qué banda más larga!, ¡y qué bien tocan!", apuntaban desde la bulla mientras que se escuchaba magistralmente 'Atado a la Columna' por la agrupación musical La Pasión de Linares. El aplauso fue tan rotundo e incuestionable como su interpretación. Desde este municipio jiennense se habían fletado hasta siete autobuses para presenciar este debut sevillano. "Estamos muy orgullosos. Venimos con mucha humildad", aseguraban los músicos de La Pasión.
El cielo comenzaba a nublarse cuando la Virgen de las Mercedes desembocaba por el Arco del Postigo, no sin antes tener que hacer una parada más prolongada de lo habitual para ajustar una de las velas llamadas 'marías' que están más próximas a la dolorosa. Nada que no se resuelva satisfactoriamente que con "la maña y el mimo" de los priostes, encaramados rápidamente en lo alto del paso.
En estos compases de la tarde las puertas de la Catedral ya se habían abierto para acoger a los nazarenos trinitarios del Polígono de San Pablo. La hermandad confirmaba de nuevo su paulatino crecimiento en estos once años desde su primera estación penitencial en 2008. La comitiva se llegó a disponerse en tramos de a tres para ajustarse al tiempo de paso y no dejar retraso en la Carrera Oficial. En el momento de alcanzar el primer templo metropolitano se levantaron fuertes rachas de viento que engordaban las capas blancas y zarandean violentamente las plumas de los romanos del misterio. De hecho, una de ellas se soltó del casco y quedó a merced del dios Eolo.
Pero la entrega de San Pablo con su Cautivo está hecha a prueba de vendavales. "Grandeza de barrio" que durante la mañana, al poco de salir del templo, vivió un momento memorable. La Unidad Militar de Emergencias (UME), hermana de honor, interpretó su himno a la Virgen del Rosario. Los acordes militares encendieron al vecindario y levantaron más de un "¡Olé!", y palmas, vivas, y más palmas.
"¡Qué orgullo ser de San Pablo!, ¡Vengaaa de frente con la gente buena!", se arengaba a los hombres del palio, al que antes había llamado Charo Padilla. "¡Va a llamar la pregonera de la Semana Santa!". A lo que de manera unánime se gritó desde lo más hondo de las trabajaderas: "¡Oleee.... Enga, vamos allá!"