Facebook Twitter WhatsApp Linkedin Copiar la URL
Enlace copiado
Actualizado: 04 dic 2016 / 00:02 h.
  • La ResurecciónLa hermandad plantea salir a las 8.00 horas y recogerse a las 16.45 horas. / Manuel Gómez

    La Resurección

    La hermandad plantea salir a las 8.00 horas y recogerse a las 16.45 horas. / Manuel Gómez

Cuentan que aquel año de 1982, el de su bautizo como cofradía de nazarenos, la hermandad de la Resurrección había programado su salida a las 7.00 de la mañana con idea de abandonar la Catedral una vez hubiera terminado la misa de Resurrección. Sin embargo, el Cabildo Catedral determinó que por ese año y de manera experimental la hermandad habría de entrar en la Catedral «antes» de la misa de Pascua, lo que le obligó en consecuencia a anticipar su salida a las 4.30 horas.

Prueba de la primera intención de la hermandad de mantener el horario mañanero de sus primeras salidas por las calles del barrio es el contrato que se conserva con la antigua agrupación de La Lanzada, la que acompañó al único paso de la cofradía en esa primera estación a la Catedral, donde se refleja la salida del cortejo, todavía desde el colegio de la Salle, a las 7.00 horas.

Y como en Sevilla de la anécdota se hace tradición, aquel horario experimental, impuesto por las circunstancias, se ha mantenido invariable durante más de tres décadas en las que los rectores de la hermandad, atenazados quizás por el miedo crónico a que alguna disposición eclesial les hiciera perder las túnicas, han preferido mantenerse a toda costa en las tinieblas de la madrugada para no alejarse demasiado del Sábado Santo, el verdadero sueño prohibido al que siempre se aspiró.

Treinta y cinco años después de aquella primera salida, la corporación de Santa Marina sigue estancada en unos tristes números: apenas roza los mil hermanos y no alcanza los 350 nazarenos. El próximo 8 de enero los hermanos de la Resurrección tienen ante sí una oportunidad única para reconducir su historia y enderezar de una vez un encaje horario, meramente circunstancial, que ha condenado a la hermandad y a sus nazarenos a múltiples penalidades.

Con todos los estamentos soplando a favor –desde la delegación de Hermandades hasta el Consejo, que se ha implicado mucho en la tarea–, parece llegada la hora de que en Santa Marina dejen de autocastigarse y empiecen a labrarse un mejor futuro en la jornada más importante para el orbe católico.