El concepto de 'coche clásico' es muy amplio y se da a múltiples interpretaciones. Los más puristas sólo aceptan como vehículo clásico aquel que cumple requisitos muy específicos, como que su producción fuera limitada, que su coste fuera elevado y prohibitivo y que tenga un mínimo de antigüedad certificada. A estos niveles (pero también en los más sencillos) se valora la originalidad del coche, que todas sus piezas correspondan a la época en que fue fabricado y que haya sido bien restaurado o que, por el contrario, conserve la pátina propia de un coche usado pero bien mantenido.
Lejos de ese concepto un tanto elitista y perfectamente respetable, muchos aficionados al motor disfrutan de coches con muchos años a sus espaldas, bien conservados o restaurados, sin necesidad de desembolsar grandes sumas en su adquisición. Este abanico de posibilidades es enorme y también tiene subcategorías. Por ejemplo, en nuestro país son muy comunes los 'clásicos populares'. Son los coches que 'de toda la vida' han tenido nuestros padres y nuestros abuelos, con los que se han desplazado familias enteras de varias generaciones y que motorizaban a una España de posguerra que no podía permitirse grandes lujos pero hacía el esfuerzo de adquirir un coche nuevo: los SEAT 600, 850, 1.430, 127, 131, el Citroën 2 CV, el Volkswagen Escarabajo, el Renault Dauphine o el Simca 1.000 son solo algunos.
Estos modelos pueden tener un coste de adquisición relativamente bajo, aunque las modas influyen mucho en el precio. Por ejemplo, un SEAT 600 listo para conducir, según la serie y el año de fabricación, puede costar entre 4.500 y 6000 euros. Es lo mismo que se pide por un Simca 1.000 pero, sin embargo, un Simca 1.200 se encuentra por 1.500 euros sin problemas. La diferencia la impone la demanda. Uno es popular y otro no, a uno se le tiene 'cariño' y el otro genera cierta indiferencia. Salvo para su propietario, claro está.
Este tipo de clásicos tienen la ventaja de estar al alcance de casi cualquiera que se quiera dar el capricho y, además, su mantenimiento no exige grandes desembolsos habitualmente. Al ser coches sencillos, las averías no son costosas y las piezas de recambio tienen un mercado grande tanto nuevas como de segunda mano. La desventaja es que tienen un uso limitado, porque no resultan confortables (para los estándares actuales) para ser conducidos a diario, ni suficientemente fiables para hacer largos viajes con total tranquilidad salvo que se tenga mucha afición y se esté dispuesto a sacrificar tiempo y paciencia en hacer pequeñas revisiones a lo largo del trayecto para comprobar que todo sigue funcionando bien.
Un escalafón intermedio y que ha cobrado mucha fuerza es el de los 'clásicos modernos', también llamados youngtimers (término anglosajón con el que se suelen denominar). Son los coches que se vendieron, principalmente, entre mediados de la década de los 80 y la década de los 90. Cierta bonanza económica y una mayor oferta de vehículos importados permitió que en España se comenzasen a ver vehículos de aspecto deportivo, con muy buenas prestaciones. Para los que tenemos menos de 40 años, sin duda marcaron nuestra infancia.
En este espectro de coches antiguos se puede encontrar de todo. Lo bueno que tienen es que la oferta de modelos es muy amplia y son coches que, si están en buen estado de conservación, mantienen un nivel de seguridad y de confort suficiente para conducirlos a diario o para afrontar viajes con tranquilidad (asumiendo que su equipamiento de protección a los pasajeros no es como el de un coche actual).