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Actualizado: 24 ago 2021 / 13:05 h.
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  • El toro como espejo: En España no hay libertad

De vuelta

La referencia a Ortega –el filósofo, no el torero- es recurrente en este Observatorio Taurino semanal que vuelve a elevar su batiscafo después de algunos días de necesario y voluntario alejamiento del planeta de “las sedas y a los oros, y a la sangre de los toros”, que escribió don Antonio Machado. Esa sangre ritual y atávica, derramada sobre la arena caliente de las plazas en las ardientes tardes de verano forma parte indivisible del alma ibérica. Pero hay que volver a don José Ortega y Gasset. “No se puede entender la historia de España... quien no se haya construido con rigurosa construcción la historia de las corridas de toros”. La sentencia del genial filósofo sigue siendo recurrente y el universo del toro, un espejo nítido en el que se refleja la deriva de este país en el que cada vez es más difícil hablar –y hasta pensar- en libertad.

Los últimos lances de esta peligrosa marea los hemos vivido estos días, mientras se sucedían ferias y festejos en nuestra piel de toro. Hay que poner el foco en tres señoras de distinta cuna y siglas políticas que han hecho bandera de ese neodespotismo pretendidamente ilustrado que pretende marcar, dictar y fijar nuestra conducta, colonizar el pensamiento, nuestra manera de hablar, de vivir, de sentir... Podemos comenzar con la inefable alcaldesa socialista de Gijón –doña Ana González es su gracia- que ha proclamado la clausura taurina del histórico y coqueto coso del Bibio, de propiedad municipal. La plaza y su pujante feria de Begoña se habían convertido en el último gran bastión de la fiesta en el principado. La maniobra, desgraciadamente, era tan fácil como dejar de licitar el recinto que habría celebrado su última feria taurina en 2021, al menos hasta que el gobierno municipal que preside esta candorosa doña se mantenga en el puente de mando.

Pensamiento único

Ya se han aireado hasta la saciedad los detalles del asunto. La tal González había llorado espesas lágrimas progresistas, sostenibles e inclusivas después de conocer que se habían lidiado dos toros de Daniel Ruiz con los escandalosos nombres de ‘Nigeriano’ y ‘Feminista’, heredados de sus madres tal y como dicta la inmemorial tradición ganadera. ¡Anatema! El velo del templo de la corrección política se había rasgado de arriba abajo mientras la regidora, sacerdotisa del sanedrín del pensamiento único, se rasgaba sus vestiduras ecológicas. En realidad nada ha cambiado. Estamos ante una nueva y dudosa religión que tiene sus santos y sus jaculatorias; sus apóstoles y sus predicadores...

Pero todo estaba preparado. La indignación impostada por el nombre de las reses sólo era la excusa necesaria para proclamar la clausura taurina de la plaza de Gijón. Ignoramos si hay algún resquicio legal para que los servicios jurídicos de la Fundación del Toro de Lidia –siempre nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena- puedan revocar una medida que, repetimos, no prohíbe nada. Se limita a cambiar de uso un recinto municipal. Pero no hay que salir de Asturias para encontrar otro caso de presión intolerable que ha desembocado en la cancelación del festejo picado previsto el pasado domingo en Cangas de Onís, incluido dentro del Circuito del Norte de la Liga Nacional de Novilladas. El festejo tendrá que celebrarse una semana después en la localidad zaragozana de Ariza. El comunicado oficial habla de una “resolución apresurada” por parte de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico, perteneciente al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, prohibiendo la celebración del festejo en el espacio que había sido señalado por el ayuntamiento y en el que ya se había colocado la correspondiente portátil. Blanco y en botella pero no hay que irse tan lejos. Que pregunten en Espartinas...

Toreros bajitos

La dictadura de la corrección política también ha celebrado juicio sumarísimo sobre la vigencia de los espectáculos cómicos taurinos en los que tienen un especial protagonismo esos enanitos toreros que se ganan el pan poniéndose delante de los becerros. Lo hacen voluntaria y vocacionalmente y no pueden entender que haya gente que les diga –desde un paternalismo desfasado- a qué pueden dedicarse y a qué no. No sólo se trata de llegar a fin de mes, que también, sino de ser y sentirse artistas y toreros. Ione Belarra, al frente del ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 –o como se llame- ya puso palos en la rueda para la celebración de uno de estos montajes –Diversiones en el Ruedo- en la localidad pacense de Zahínos. La compañía cumplía todos los requisitos legales y pudo actuar sin demasiadas incidencias.

Pero el asunto ha seguido enredándose con otra dama de la casta política. En esta ocasión se trataba de Rocío Ruiz, consejera de Igualdad, que por lo visto milita bajo las agonizantes siglas de Ciudadanos. Hemos sabido de su nombre y existencia por el empeño mostrado en impedir el trabajo de estos toreros bajitos. La presión ejercida logró que el espectáculo se suspendiera en Baza a través de una carta intolerable. Pero Ruiz no logró su propósito en Constantina. La empresa organizadora obtuvo el preceptivo permiso de la Delegación del Gobierno andaluz en Sevilla para que ‘Diversiones en el Ruedo’ actuara en el coqueto ruedo serrano. Todo era legal. De las distintas varas de medir en las consejerías de la Junta de Andalucía es mejor ni hablar. A partir de ahí surgen las preguntas y las inevitables comparaciones. ¿Quién son estas señoras para decretar a qué se pueden dedicar ciertas personas? Pondremos un ejemplo válido: el actor Tyrion Lannister hace el papel que hace en la serie ‘Juego de Tronos’ por su inconfundible porte físico. Bellara y Ruiz deberían conminarle a que dejara la interpretación. ¿No es verdad?

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