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Actualizado: 11 nov 2022 / 09:43 h.
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  • La Niña de los Peines, cantando en Cádiz junto a Antonio Mairena, Pepe Pinto, Pepe Ríos y La Paquera.
    La Niña de los Peines, cantando en Cádiz junto a Antonio Mairena, Pepe Pinto, Pepe Ríos y La Paquera.

Hace ya muchos años que lo denuncié: quieren enterrar el cante jondo, el flamenco tradicional, unos por ignorancia y otros porque consideran que es un arte del franquismo, época de la historia de España con la que hay que acabar, con todo, también con lo bueno. O sea, por pura ignorancia. Hace casi dos siglos ya había cantaores –cantadores, entonces–, que interpretaban palos flamencos en teatros de Cádiz, donde ya brillaba Antonio Monge El Planeta (Cádiz, 1790-Málaga, 1856), tío carnal del también gaditano Lázaro Quintana Monge, quien a mediados del XIX era anunciado en Madrid como “cantante flamenco”. Pues hay quienes llevan décadas intentando que tenga un entierro digno una música tan vieja y a la vez tan nueva como lo que hoy llamamos flamenco, que Mairena quiso reducir al cante gitano-andaluz, o sea, un arte de cuatro familias de la baja Andalucía.

Eso explica que fueran tan criticados Silverio en su tiempo (Sevilla, 1831-1889), Chacón en el suyo (Jerez, 1869-Madrid, 1929) o Enrique Morente en esta época (Granada, 1942. Madrid, 2010), todos ellos no gitanos. Y la campaña de promoción de nuevos intérpretes que reniegan del flamenco tradicional para vender un producto infumable, comercial, que da dinero y que nos quieren vender como flamenco. Las instituciones públicas andaluzas dan a veces migajas para que los cantaores tradicionales puedan ir a Mercadona y a eso le llaman “apoyo a la cultura flamenca”. Con lo que le han dado al Niño de Elche en la Bienal por venir a insultar al cante comerían una docena de artistas del flamenco tradicional, de esos que se mueren de hastío en los pueblos, durante todo un mes.

Pero, ¿no es acaso compatible el cante tradicional con lo moderno, como ha ocurrido siempre? El flamenco es una música clásica y jamás va a morir un creador como Chacón. Hoy escuchamos una malagueña suya, como podemos escuchar una pieza de Mózart o Falla. Pues hay que acabar con Chacón y con lo que representa. Ricardo Molina y Mairena dedicaron mucho tiempo a eso, a acabar con “el creador de la Ópera Flamenca”, cuando no fue Chacón sino el representante extremeño Vedrines. El maestro jerezano murió en 1929, o sea, recién nacida la ópera flamenca. Luego, difícilmente pudo ser el creador de esa etapa, Ni Manuel Escacena, que murió meses antes que Chacón. La Niña de los Peines cantó más en las plazas de toros que los dos grandes maestros gachés. Pero eso no lo dijo Mairena, quien, por cierto, lo intentó y no pudo. No logró hacerse un hueco entre los genios de la época, salvo cuando entraron en decadencia. Me refiero a genios como Marchena, Caracol o Valderrama.

Si las instituciones públicas andaluzas no se toman en serio este tesoro de cultura andaluza y se gastan de verdad el dinero público en proteger, difundir y cuidar el cante jondo, acabará enterrado. En favor de esos pretendidos “revolucionarios” que tanto promocionan en diarios nacionales que le han dado la espalda al flamenco tradicional por cuatro perras.

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