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Actualizado: 03 oct 2021 / 04:00 h.
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  • Entre Echenique y Rafa Nadal

En Madrid, la última reserva de Occidente, prosperan las lonas gigantes publicitarias por sus puntos neurálgicos.

Las últimas, que parecen divagaciones de cocainómanos, son de dos empresas de comida rápida.

Una de hamburguesas, a las que solo falta unas bolsitas de bótox de regalo para rejuvenecer a quienes las consumen. Esta campaña asocia la imagen de una cantante con su menú exclusivo, que tiene el detallazo de compartir contigo. El pequeño secreto que encierra el marketing, es que es celiaca, por lo que el extra de queso y el helado, te lo deja solo para ti, como la canción de Sergio Dalma, esto es, “directo al corazón” en forma de puro colesterol. Eso es altruismo, gracias Aitana...

La otra lona, es de una cadena de restaurantes, que seguro patrocina alguna marca de microondas, que el barro para cocinar se extinguió en el pleistoceno. Es como Vox, que vive de la exhumación de Franco, mientras implora a cada instante que resucite.

Entre las pasiones madrileñas que estos carteles proclaman, se incluyen Tik Tok, Pornhub o Bitcoin, y, claro está, nuestra singular Ayuso, sí la que se ha dado una vuelta por el Capitolio, para descubrir que en USA nadie habla de Madrid. Para tal recorrido, nos hubiéramos ahorrado el pasaje, con música de Sabina. Y es que Madrid es prosa, y los niños siguen descubriendo el mar en un vaso de ginebra, mientras Llarena y Marchena, rezan para que sea el lugar “donde regresa el fugitivo”, esto es, Puigdemont.

Uno cuando era un niño, (oju, otra vez me pongo melancólico) rezaba acongojado por las noches, para no incurrir en ninguno de los pecados capitales, esos que los curas te soplaban. Cuando tenías hambre, cruzabas los dedos y gritabas acongojado “Apartate Satanás”. Ahora, las madres de tetas postizas no dan de cenar a sus hijos, no sea que engorden...

En Madrid, todo consiste en la receta mágica. Lo único prohibido encontrarte con tu ex, algo que si lo contravienes, tiene premio en forma de orden de alejamiento, como Irene Montero, cuando el Coletas vuelve a Galapagar por Navidad.

Aquí todo es lo mismo y lo contrario. Algo así, como la guerra del ministro Garzón contra las Casas de Apuestas, que atribuye a Rafa Nadal, quien las promociona.

Como verán, el capitalismo no es más que las migas de pan en el camino de vuelta del cuento.

Ves a Nadal en la tele, y a su tito en Prisa. Te hablan de valores, al precio de cuatro mil euros al mes para dormir en su Academia, denunciada por los ecologistas.

Compras su camiseta, elaborada en Taiwan por niños que no ven la luz y si te sobran algunas monedas, cruzas la calle y apuestas por el equipo de tus amores y con suerte justo el día que pierde...

Alberto Garzón es la última barricada de Engels y del comunismo, cuyas pancartas esgrimían los toneleros rusos que lideraban los soviets. Entonces, los himnos tenían sentido. Ayuso te diría que tatarear relaja.

La cruzada contra las apuestas es todo un desafío marxista, que no hay mayor plusvalía que las camisetas antaño verdes o amarillas de tu equipo de cabecera, con la recomendación de al menos un boleto diario al nirvana.

Rafa Nadal es como la aspirina tras la enésima pepsi del día; el dentífrico elaborado por la misma marca que los bollos de chocolate de la máquina expendedora bajo la escalera.

Aquí se construye desde la demolición y ya hay quien se frota las manos pensando en edificar en la extensión de lava que ha devorado casas y haciendas en la Isla de La Palma.

Primero fue el fuego; luego el agua; y después de nuevo el fuego. Las cerillas y los pantanos, de la misma distribuidora, seguro que con Florentino y los March, como socios capitalistas.

Aquí Ayuso se permite atacar al Papa de Dios; todo sea arrebatar el último titular a Casado. Y qué me dicen de Aznar, financiado por Gadaffi; o de Zapatero, leyendo embelesado a Borges mientras pasea con Morodo (el del PSP de Tierno Galván) por Caracas.

Ya hasta la Jueza que decreta tu divorcio, se flagela pidiendo perdón, que el matrimonio es indisoluble. En fin que el capitalismo es Twitter o Face, o sea un reenvío de mensajes financiado por la trata o la prostitución.

Así que entre Nadal y un ludópata, apenas un pequeño trecho, porque si te asoman unas lágrimas cuando enarbola la bandera de España, es que ya eres adicto o putero...

Como dijo Rodrigo Rato, (entre yoga y Osho) “¿eso es un saqueo?... No. Eso es el mercado, amigos”. En fin, ya sentenció Rajoy, “somos sentimientos y tenemos seres humanos.