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Actualizado: 08 oct 2021 / 20:55 h.
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  • Hablando de Cultura con Morante

Ayer conocí por fin al maestro Morante de la Puebla, en su finca, donde me dedicó más de dos horas de su valioso tiempo. Hablamos de Cultura, claro. O sea, de toros y de flamenco. De política no porque a los dos nos interesaba más hablar de lo que nos apetecía. Morante es un gran aficionado al flamenco y le gustan cantaores que a mí también me gustan. Pero hablamos mucho del toreo y, en concreto, de Joselito el Gallo, una figura de la tauromaquia que me apasiona tanto como a él y a cuya familia he dedicado años de mi vida. O sea, a los Ortega de Cádiz, toreros y flamencos. Morante tiene el despacho de Joselito, que pude tocar emocionado. Hablamos también de El Cuco, un primo hermano del gran torero de Gelves al que se le fue la cabeza por amor y terminó suicidándose con una navaja barbera en la calle Feria, en la casa de una hermana. Lógicamente, hablamos también de Rafael el Gallo y su frustrado matrimonio con la gran Pastora Imperio, la causante de la locura de El Cuco, el padre de Gabriela Ortega Gómez, la célebre artista. Es decir, charlamos de cultura el mismo día que supimos que el Gobierno le va a dar 400 euros a casi medio millón de jóvenes españoles para libros y videojuegos, pero no para los toros, que, según el señor Panceta, el ministro, no es cultura. No vi otra cosa ayer tarde en la finca del maestro que cultura andaluza por todas partes. Él es un representante de una cultura ancestral, la tauromaquia, sin la que sería imposible entender a Andalucía. Y un enamorado de otra cultura atávica, el flamenco, tan ligada a la taurina por linajes familiares andaluces que se mezclaron por el arte. Me gustó cómo ve el cante el maestro de la Puebla del Río, sin adornos superfluos, trucos teatrales o lentejuelas. Me habló de Mairena, Perrate, Fernanda de Utrera y el Torta, como de dioses del arte natural de nuestra tierra. Lo vi preocupado por la supervivencia de este tesoro cultural que nos legaron nuestros antepasados y que tan maltratado está en general en nuestra propia tierra. Tuve el enorme privilegio de que un genio del arte, José Antonio Morante, me hiciera ver en su propia casa, de ensueño, casi bañada por el Guadalquivir, la importancia de dos culturas que nos representan en el mundo entero y que no paran de ser atacadas de una u otra forma. Bonita tarde, maestro, que ya guardo en el corazón. Mil gracias.

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